California anestesia

Suicide in Holiday Inn

¿Cómo empezar las anécdotas de un viaje a California que no empieza porque te quedas atrapada en Londres y te envían a un hotel en el que se cometen suicidios en The Queen Mother Reservoir Lake y en el King George VI Reservoir Lake, haces amistades random del Universo, dos ginger siblings son novios y lo registras todo con/en el Wine (como pronuncian los alemanes)…?

Suicide in Holiday Inn

San Francisco tiene un buen karma flotante muy importante, los árboles son mis amigos. El viento del Pacífico azota con la arena la cara de lo lindo si pasas en el momento sunset, así que mejor ponerse una escafandra protectora.

Supongo que la mayoría de gente que viene desde fuera a San Francisco se pone como loca a mirar y visitar 79239823207 lugares y se llenan de estrés y canas. Apreciar a los alienígenas habitando cuerpos humanos es mucho más enriquecedor.

Se comenta que los habitantes del subterráneo subsuelo D324 subsisten gracias a unas ayudas del estado que quedaron legalmente intactas desde 1974. Cobran poco pero tienen para unas cuantas latas de sopa y balas para shotguns, únicas armas permitidas para posesión doméstica en esta espléndida ciudad, a no ser que seas miembro de la legión W729. Aquí mejor que ya dejemos de hablar. Esto del Internet crea la sospecha de la constante vigilancia y espionaje.

Si te quedas sin papel de váter siempre puedes observar el despertador digital proyectable en la pared, y cuando los dígitos más se acerquen a Alfajarín, a 500 metros, primera salida a la derecha, podrás obtener un nuevo rollo de papel reciclado, pero de este que es de malísima calidad, fino como una loncha de provolone de MarketSt y despegable como los Stick&Stack.

Show-de-travestis-y-tias-reptilianas-en-el-StudShow de travestis y tias reptilianas en el Stud

Por todo hay muchos locos en general, pobre gente. Se ve que el gobierno trae a California, porque hace más buen tiempo que en el resto del país, a todos los homeless en autocar y los dejan por aquí sueltos, como si fuesen ganado. Ayer mientras estaba de excursión por el alcantarillado, pude captar con mi transistor unas interferencias en las que los indigentes hablaban por walkie talkie, sobre cómo pronto iban a invadir Silicon Valley y petar la central de todas esas empresas satánicas. Luego quieren habitar el lugar como en Jurassic World cuando encuentran el antiguo Jurassic Park to’ retro, pero a lo luxury style.

La comida es carísima, o es que he tenido muy mala suerte, pero he probado en distintos lugares, y no hay nada a precio razonable comparado con Epaña va bien. En un badulaque que huele a pedo, caro; en un pharmacy que hay un pasillo gigante con cartas de felicitación que emiten luces y sonidos, caro; en un megasúper que hay un pasillo kilométrico con complementos vitamínicos porque los vegetales son insípidos y cero proteínicos, caro; en una frutería llevada por una mujer con un turbante que está poseída, caro; y en otro pharmacy de downtown que venden aguas del mundo purificadas como si aquí no tuviesen una puta fuente de agua mineral, caro. Pero me da igual. Menos mal que están probando con un nuevo chute nutritivo. Adquieres 17 por un módico precio y te sirve para todo un mes. Aún no ha salido al mercado, pero como en esta ciudad, al no ser  muy grande pero haber muchas tendencias, prueban con todo lo nuevo, y si funciona las envían a otras ciudades más grandes, como con las innumerables apps para móviles que lo único que hacen es tu vida más inútil. Pues el caso es que como no tengo dinero, estoy como usuaria número 22 blanco Z de los chutes nutritivos, así me ahorro ir al súper y me pagan una pasta que me gasto en yoyós exclusivos.

Me encanta que haya cuervos, porque en mis paseos de soledad me hablan y me dicen que es mejor que no coja el cuchillo.

San Fran lo petaSan Fran lo peta

VIP areasVIP areas

Golden Gate Natural ParkGolden Gate Natural Park

Acceso al subterráneo subsuelo D324Acceso al subterráneo subsuelo D324

Ahí a la vuelta de la esquina está el laboratorio de los chutes nutritivosAhí a la vuelta de la esquina está el laboratorio de los chutes nutritivos

© Fotografías: Marta Grimalt