Artículos

Expresiones que no entenderé

No estoy acostumbrado a ciertas expresiones que escucho a diario. El viernes llegué a casa y Brat, mi compañero de piso, acariciaba a su gato mientas comía pizza con peperoni. Después se tumbó en el sofá y encendió la televisión. En la pantalla estaban poniendo Beavis and Butt-Head en MTV.
–Éste ya lo he visto–dijo.
–Ni siquiera ha empezado–dije. Sólo aparecían rótulos.
–No, en serio. Es repetido–dijo–Pero da igual. Es buenísimo.
–No sé. Nunca lo he visto. No entiendo de televisión.

Fui a la nevera, cogí dos cervezas y le di una a Brat. Él observaba hipnotizado con las piernas abiertas y el botellín sobre las pelotas.
–Mira, atento, ahora roban una radio. Es brutal–dijo Brat.
–No me lo cuentes. No lo he visto–contesté. Odio a la gente que cuenta lo que va a pasar y te adelanta el gag. Creen ayudar y sólo logran joder el clímax.
–Da igual. Es tan bueno, que te vas a despollar–dijo.

Entonces aparté la atención. Pensé en despollar como término. Despollar, de pollo, o de polla. No entendía muy bien qué era aquello. Miré la entrepierna de Brat y me imaginé que se abultaba, y que su pene se hacía tan grande por segundos que descosía los calzones e impactaba contra la pantalla del televisor. Entonces Brat comenzaba a gritar a pleno pulmón, con las manos sobre la cabeza. Se estaba despollando, despollando frenéticamente de verdad. Una anaconda que giraba como un toro mecánico. Imaginé a su miembro descontrolado, moviéndose de arriba abajo, aplastando al felino con el glande sobre la moqueta. También imaginé a Eddie Murphy cantando de fondo con una chaqueta roja.
Después contemplé cómo su propia polla lo engullía y moría exhausta sobre el sofá.

Volví a la realidad, miré a Brat en la misma posición, agitando la cabeza. También observé al gato. Nos miramos y reí.
–¿Ves? Es buenísimo. Te dije que te despollarías–dijo Brat.

© Ilustración: Bouman