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Saga: Pesadillas en Elm Street

Cuando Wes Craven murió el 30 de agosto del 2015 fue un gran impacto para los amantes del terror. Craven marcó el género en los 70 con La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972) y Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977), y también marcó los 90 con Scream: Vigila quién llama (Scream, 1996). Pero la mayor impronta que dejó en el género fue en los 80, con la creación de Freddy Krueger y la clásica Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, 1984).

Saga: Pesadillas en Elm Street

Pesadilla en Elm Street

Pesadilla en Elm Street

(A Nightmare on Elm Street, Wes Craven, 1984)

Este clásico del género ha sido analizado, estudiado y comentado infinidad de veces, así que resulta imposible decir algo que no se haya dicho ya. Para los recién llegados al género que tal vez no conozcan la historia, empezaré contando cómo se le ocurrió la idea a Wes Craven de hacer una película de terror con las pesadillas como protagonistas. Fue tras leer una noticia en el periódico que mencionaba un extraño caso en el sudeste de Asia, en el que los jóvenes de una comunidad les aterraba irse a dormir ya que sufrían terribles pesadillas y varios habían sido encontrados muertos tras no poder aguantar más tiempo despiertos.

Ya tenía la semilla del argumento: unos jóvenes se enfrentan a una entidad que les ataca en sus sueños. Craven recordó cuando de niño un hombre extraño le había asustado cuando estaba una noche mirando por la ventana de su dormitorio. ¿Qué clase de hombre se saldría de su camino para asustar a un niño? Freddy Krueger obtuvo la apariencia física de este hombre, con su jersey a rayas verdes y rojas porque resultaban colores desagradables a la vista emparejados de ese modo. El nombre provenía de un antiguo compañero de escuela de Craven que tenía la costumbre de maltratarlo.

Craven no tardó en tener listo el guión y mandarlo a diferentes productoras buscando financiación. Sin embargo, la mayoría de productoras pasaron del guión ya que no acababan de entender el concepto del asesino onírico. Y eso a pesar de que, por entonces, ya habían aparecido varias excelentes películas que giraban en torno de los sueños como Phantasma  (Phantasm, Don Coscarelli, 1979), El asesino de la isla (The Slayer, J.S. Cardone, 1981) y La gran huida (Dreamscape, Joseph Ruben, 1984). Desesperado y necesitado de dinero, Craven aceptó la propuesta del productor Peter Locke de rodar una segunda parte de su clásico Las colinas tienen ojos.

Pero es entonces que el guión llega a las manos del productor Robert Shaye. Shaye era el jefe de una humilde distribuidora que buscaba hacerse un hueco entre las productoras independientes: New Line. Cuando surgió la posibilidad de llevar a cabo su soñada película, Craven abandonó el rodaje de la continuación de Las colinas tienen ojos inmediatamente. De todas formas, Shaye no se lo puso fácil y obligó a Craven a renunciar a muchos derechos para poder dirigirla.

Tras duras y largas jornadas de trabajo, la película quedó terminada. En noviembre de 1984, Pesadilla en Elm Street llegó a las pantallas de Estados Unidos y se convirtió en un éxito inmediato. New Line, que se encontraba al borde de la bancarrota, se convirtió de repente en una compañía a tener en cuenta (no por nada hoy día todavía se conoce a la compañía como “la casa que Freddy construyó”). El éxito del film, además, llevó a los productores con los que Craven había trabajado en la secuela abandonada, a terminar por su cuenta el film y estrenarlo aprovechando la súbita fama de Craven, así vio la luz Las colinas tienen ojos, 2ª parte (The Hills Have Eyes Part II, Wes Craven, 1984). Un film del que Craven siempre renegó, que contiene algunas escenas sublimemente ridículas (flashbacks perrunos, no digo más), pero también algunos toques muy Craven.

Parte del éxito de Pesadilla en Elm Street se encuentra en que se estrenó en el momento perfecto. La fiebre slasher que había dominado los primeros años 80 empezaba a entrar en decadencia; cada vez se estrenaban películas peores, más tópicas y de menor calidad. El film de Craven revolucionó el género con grandes dosis de imaginación y un asesino aterrador y carismático. Robert Englund se convirtió de la noche a la mañana en una estrella del género gracias a su interpretación como el inquietante Freddy Krueger. Su contrincante en la gran pantalla también se convirtió en un clásico del género: la final girl Nancy Thompson, a la que dio vida Heather Langenkamp, sigue siendo una favorita de los fans, apareciendo siempre en los primeros puestos de listas de mejores final girls.

La película, además, está llena de momentos icónicos, que entrarían a formar parte del imaginario colectivo. Uno de estos momentos lo protagonizó el debutante Johnny Depp, que es tragado por una cama y convertido en una fuente de sangre.

Otra de las razones por las que el film sigue vigente hoy día es que trata temas universales. La desconfianza generacional y las inseguridades adolescentes forman parte del subtexto del film, en el que los pecados de una generación causan el afligimiento de la siguiente. Las figuras que representan la autoridad (social y familiar) son vistas con recelo, algo habitual en directores surgidos de los tumultuosos años 70.

Pesadilla en Elm Street es un clásico que marcó e influyó en los títulos que se estrenaron después de ella. Un título imprescindible para entender el género en los 80 y para todo aquel que se considere amante del terror.

Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy

Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy

(A Nightmare on Elm Street Part 2: Freddy`s Revenge, Jack Sholder, 1985)

Con el tiempo Pesadilla en Elm Street 2 se ha convertido en un film de culto por derecho propio, aunque no es uno de los más celebrados de la saga.

Empecemos por el principio: Robert Shaye, entusiasmado con el resultado en taquilla de Pesadilla en Elm Street, pone en marcha una secuela de forma casi inmediata. Como director escogió a Jack Sholder, tras ver cómo había dirigido Solos en la oscuridad (Alone in the Dark, 1982), un film distribuido por New Line. Como guionista, Shaye contrató a David Chaskin, entonces empleado de la compañía. Y no se contó para nada con Wes Craven.

El film cuenta la historia de Jesse Walsh (Mark Patton), un joven que, junto a su familia, se mudan a cierta casa de Elm Street. Jesse empieza a tener vívidas pesadillas y pronto se descubre que Freddy Krueger intenta poseer al joven para poder matar fuera del mundo de los sueños.

Se nota que la película fue hecha con mucha prisa, con sus creadores prácticamente ignorando las reglas marcadas por Craven. Sin embargo, algo mágico sucedió: Chaskin había introducido un subtexto gay en su guión, que a medida que se filmaba se hacía cada vez menos subtexto y más texto. La interpretación de Mark Patton también contribuyó, junto a las líneas de diálogo y escenas con una clara lectura gay. De este modo, esta película se convirtió en una de las películas más gay del cine de terror, de ahí que sea especialmente apreciada por la comunidad LGBTI, junto a títulos del cine de terror con temática abiertamente homosexual, como las fantásticas y muy recomendables El ansia (The Hunger, Tony Scott, 1983) y El cuarto hombre (De vierde Man, Paul Verhoeven, 1983).

Patton era un actor abiertamente gay en un momento en que, por desgracia, Hollywood era muy homofóbico y acabó abandonando la profesión, cansado de las continuas peticiones de que escondiera su homosexualidad. Convertido hoy día en una figura de culto, ha protagonizado el documental Scream, Queen: My Nightmare on Elm Street (Roman Chimienti, Tyler Jensen, 2018), actualmente en posproducción, sobre su experiencia tras protagonizar Pesadilla en Elm Street 2.

En el momento de su estreno, el film no fue muy apreciado. Pero, con el tiempo, se ha reevaluado y apreciado por lo que es: un film delirante muy entretenido. Es por eso que los aficionados al cine de terror han acabado dándole una segunda vida a la película. Sobre todo gracias a los estupendos efectos especiales, con escenas de transformaciones muy logradas.

Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño

Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño

(A Nightmare on Elm Street 3: Dream Warriors, Chuck Russell, 1987)

La reacción hacia Pesadilla en Elm Street 2 preocupó a Robert Shaye. Tenía en sus manos lo que podía ser una lucrativa franquicia pero si no la trataba bien corría el riesgo de matar a la gallina de los huevos de oro antes de que diese todo su fruto. Por ello, se decidió a intentar arreglar las cosas con Wes Craven, ya que ambos no se habían despedido de la mejor manera.

Craven aprovechó la oportunidad para que le pagaran los derechos a los que fue forzado a renunciar. Una vez arreglado el aspecto legal, Craven y Bruce Wagner se pusieron a trabajar en el guión de la tercera entrega. El primer borrador que se entregó resultaba demasiado ambicioso y oscuro para el limitado presupuesto que manejaba la productora. Fue entonces que entraron en escena Chuck Russell y Frank Darabont.

Russell y Darabont cogieron la historia y la estructura que Craven y Wagner idearon, el grupo de chicos con distintos poderes oníricos enfrentados a Freddy, pero reduciendo su escala para que fuera más factible de hacer y aligerando el tono para que Krueger no fuera tan perverso (principalmente eliminando las referencias a la pederastia del personaje). Fueron Russell y Darabont los que introdujeron los elementos más propios del gótico clásico, como la manera de matar a Freddy.

Del guión de Craven y Wagner solo se conoce un primer borrador, con elementos muy interesantes y otros no tanto. Entre los más interesantes se encontraba la idea de que Krueger había convertido su casa en un portal hacia el mundo onírico, así que podía atacar sin que la víctima estuviera dormida. De todos modos, no hay manera de saber cómo habría sido la película si ambos hubieran seguido trabajando en él. Lo que sí se conoce es el resultado final del trabajo de Russell y Darabont: una gran película que se convirtió en un enorme éxito de taquilla y convirtió Freddy Krueger en una estrella. El film también significó el retorno de Heather Langenkamp como Nancy y el debut de Patricia Arquette como Kristen Parker.

Esta tercera entrega está considerada, sin duda, la mejor de las secuelas. Pero, además, se debate entre los aficionados a la saga y al terror si, de hecho, Los guerreros del sueño es la mejor entrega de toda la saga, superando incluso el film de Craven.

Lo único que puedo añadir sobre este debate es que desde mi punto de vista están ambas a la misma altura. El film de Craven es mucho más oscuro pero en ocasiones la ejecución de sus ideas no está a la altura de las mismas, mientras que el film de Russell es más ligero pero su guión es mucho más compacto y efectivo.

Pero queda clara la influencia del film en las siguientes secuelas que intentarían imitar el modelo establecido en Pesadilla en Elm Street 3, lo que acabaría convirtiendo a Fredy Krueger en un chistoso maestro de ceremonias, en lugar de la aterradora figura que era originalmente.

Pesadilla en Elm Street 4: El amo del sueño

Pesadilla en Elm Street 4: El amo del sueño

(A Nightmare on Elm Street 4: The Dream Master, Renny Harlin, 1988)

La gran calidad y los excelentes resultados de Pesadilla en Elm Street 3 levantaron mucha expectación hacia la cuarta entrega. Así, Pesadilla en Elm Street 4 se convirtió en la entrega más taquillera de la saga, aunque dista mucho de ser la mejor.

El film de Renny Harlin tiene a su favor que es frenético, muy cinético y tiene una gran banda sonora con canciones de Divinyls y Dramarama, pero convierte a Freddy Krueger en un chistoso asesino y la historia no es muy interesante. Se despacha de forma poco ceremoniosa a los protagonistas de la anterior película para introducir a una nueva heroína: Alice, interpretada por Lisa Wilcox.

Tal vez el mayor crimen de esta película es el rap de Freddy que suena durante los títulos de crédito finales, que fue promocionado junto a un igualmente horrible videoclip.

Aunque es una entrega mediocre, simboliza el momento más álgido de popularidad del personaje. Con motivo del estreno de esta película, Freddy se convirtió en presentador de la MTV. Se hicieron disfraces, máscaras y productos destinados al público infantil, inquietante considerando los orígenes del personaje como asesino pederasta. Es también en 1988 que se empieza a emitir Las pesadillas de Freddy (Freddy’s Nightmares), serie en la que Freddy Krueger introducía historias de terror que giraban en torno a las pesadillas. De calidad discutible, esta serie es recordada principalmente por su primer episodio: No More Mr. Nice Guy, dirigido por el recientemente desaparecido Tobe Hooper. Este episodio era una especie de precuela que contaba el origen de Freddy Krueger. Junto a la serie de televisión aparecen los primeros cómics de la franquicia, aunque tuvieron una corta vida. En 1989 Marvel editó, en formato magazine en blanco y negro, dos números de Freddy Krueger’s A Nightmare on Elm Street, con guión de Steve Gerber y arte de Rich Buckler. Hasta los primeros años 90 no regresa Freddy Krueger a los cómics brevemente con especiales y miniseries. Las siguientes series ya aparecen en el siglo XXI.

En España, Comics Forum editó en castellano Freddy Krueger’s Pesadilla en Elm Street como un solo número especial. Acompañando la historia con artículos sobre el terror. Telecinco emitió la serie Las pesadillas de Freddy a principios de los 90, que es cuando yo la vi, pero no guardo muchos recuerdos de ella, más allá del primer episodio y los dos episodios incluidos en la edición en Blu-ray de la saga. Planeta DeAgostini editó en dos volúmenes recopilatorios la serie de 8 números que en Estados Unidos publicó WildStorm en 2007.

Pesadilla en Elm Street portada del cómic

Pesadilla en Elm Street viñetas del cómic

Pesadilla en Elm Street 4 se estrenó en un momento álgido de la Freddymania, pero como sucede con todas las modas y fiebres, llega un momento en que pasan.

Pesadilla en Elm Street 5: El niño de los sueños

Pesadilla en Elm Street 5: El niño de los sueños

(A Nightmare on Elm Street: The Dream Child, Stephen Hopkins, 1989)

Esta fue la entrega menos taquillera de la saga. Un fracaso originado en la baja calidad de Pesadilla en Elm Street 4 y la saturación en el público americano por la excesiva presencia de Freddy Krueger en distintos medios. Freddy ya no daba miedo.

La intención era, después de la cuarta entrega, hacer algo que fuera un poco más oscuro e interesante. Hasta que, de nuevo, las limitaciones del presupuesto y la prisa por empezar a rodar provocaron que la película se pusiera en marcha sin tener un guión listo.

Sin embargo, he de decir que, aunque nos encontramos algún momento ridículo como la aparición de SuperFreddy, esta entrega está más lograda que la dirigida por Harlin. Stephen Hopkins imprime a la película un estilo gótico y oscuro bastante efectivo, introduciendo elementos más propios de la Nueva Carne en esta segunda entrega protagonizada por Lisa Wilcox como Alice (por primera vez, la heroína regresa para llegar hasta el final).

Pero por mucho que yo la quiera reivindicar, el film fue un fracaso en su momento. Robert Shaye interpretó los números como indicadores del cansancio del público y decidió dar punto y final a la saga en la siguiente entrega.

Pesadilla final: La muerte de Freddy

Pesadilla final: La muerte de Freddy

(Freddy’s Dead: The Final Nightmare, Rachel Talalay, 1991)

En su día, el anuncio de la última entrega de la saga tuvo un gran eco mediático. El alcalde de entonces de Los Ángeles, Tom Bradley, declaró el 13 de septiembre de 1991 “el día Freddy Krueger”. De nuevo, Freddy Krueger tomó el control de la MTV y se emitieron especiales en televisión.

Robert Shaye preparó una gran despedida para Freddy, personaje del que no iban a tener muchos problemas en despedirse. La pequeña distribuidora independiente se había convertido, gracias al éxito de las películas de la saga Pesadilla en Elm Street, en una renombrada productora de cine independiente, hasta que eventualmente fue comprada por Warner. Ya no necesitaba a Freddy Krueger para mantenerse a flote y, tras los números de la última entrega, parecía que el público ya había tenido bastante.

Al frente de la película Shaye puso a Rachel Talalay. Talalay había trabajado en todas las anteriores entregas de la saga en distintas funciones: desde asistente de producción hasta productora. De modo que Talalay se sentía dispuesta a ponerse a dirigir, convirtiéndose así en la primera mujer en dirigir una secuela de una franquicia de terror tan grande. También ideó el argumento del film, cuyo guión corrió a cargo de Michael De Luca.

Finalmente, para darle el tono épico que esta “última” entrega se merecía, se decidió que el clímax de la película sería en 3D. Un 3D bastante diferente del actual, para el que era necesario llevar unas gafas especiales, como estas que llevé en su día:

Gafas 3D

Os podéis imaginar que los fans de Freddy Krueger y los aficionados al terror en general esperaran con ansía el estreno, con grandes expectativas ante la promesa de un film épico.

Y entonces la película se estrenó.

Decir que la recepción no fue muy positiva es quedarse corto. La taquilla fue bien, claro, ya que era un título muy anticipado, pero la reacción de los fans fue más bien airada. Principalmente debido al tono de comedia, con momentos tremendamente ridículos como la escena en que Freddy Krueger mata a una víctima mediante un power glove (buscadlo en Internet los más jóvenes). Talalay había trabajado con John Waters previamente, y le encantaba el estilo de humor del mítico director, así que decidió aplicar ese estilo a Pesadilla final. Talalay explica, en el documental Never Sleep Again, que considera que fue un error y le gustaría haber realizado un film con un tono más serio. También considera que filmar el clímax en 3D fue un error, porque hizo que el final fuera muy estático y poco épico, además de que pierde sentido cuando se ve en 2D, como es el caso actualmente (aunque la edición en Blu-ray incluye el final en 3D, se ha de ver aparte, no ofrece la oportunidad de verlo con la película).

Gran parte de la reacción negativa se originó en que se suponía que esta iba a ser la última entrega de la saga; despedirse así de Freddy Krueger resultaba decepcionante. Una vez se estrenaron más películas de la saga y esta ya no era la última, se podría decir que se reevaluó en cierta medida. Esa ha sido también mi experiencia personal, ya que actualmente el hecho de que sea tan cómica no me molesta, sabiendo que este no es el final de Freddy. Además, la dirección de Talalay es muy buena, brillando particularmente en el inicio.

La nueva pesadilla de Wes Craven

La nueva pesadilla de Wes Craven

(Wes Craven’s New Nightmare, Wes Craven, 1994)

El anuncio del regreso de Wes Craven a la franquicia que había creado fue recibido con gran alegría por parte de los fans, especialmente tras la decepción que había sido Pesadilla final. Sin embargo, Craven ofreció algo inesperado y, entonces, original que se alejaba de la fórmula “Freddy mata adolescentes haciendo chistes” de las anteriores entregas. El resultado fue un film incomprendido que es el más adulto e interesante de la saga.

Craven tuvo la idea de hacer un film sobre el impacto cultural que había tenido Freddy Krueger, pero también sobre el poder alegórico de la ficción. Por si fuera poco, se añadió a la mezcla una reflexión sobre los arquetipos presentes en la mitología de los cuentos de hadas. Todo esto tratado a través de una película que pretendía romper las barreras entre la realidad y la ficción.

La premisa del film que le permitiría hacerlo era la siguiente: una entidad maligna utiliza la figura de Freddy Krueger para intentar entrar en nuestro mundo. La actriz Heather Langenkamp, que había dado vida a la heroína Nancy Thompson, ve cómo extraños sucesos empiezan a ocurrir a su alrededor. Es entonces que recibe la llamada de Wes Craven, para que interprete una vez a la heroína que nos salve de Freddy Krueger. Tanto Langenkamp, como Craven, como los actores, actrices y productores, como Robert Shaye, que aparecen lo hacen interpretando una versión ficticia de ellos mismos. Por ejemplo, la Heather Langenkamp de la vida real se casó con un técnico en efectos especiales, como sucede en el film. Pero su marido está bien vivo y, de hecho, Langenkamp trabaja más hoy día creando efectos especiales que como actriz.

Hoy día no es una premisa extraña. Vivimos en un mundo que ha visto películas que mezclan realidad y ficción de forma parecida como La semilla de Chucky (Seed of Chucky, Don Mancini, 2004), Digging Up the Marrow (Adam Green, 2014) o Juerga hasta el fin (This Is the End, Evan Goldberg, Seth Rogen, 2013). Pero en un mundo pre-Scream, el público tuvo problemas para aceptarlo.

También está el hecho de que, como ya he mencionado anteriormente, es un film más adulto y complejo de lo que se esperaría en una entrega de Pesadilla en Elm Street. Lo que dificultó que triunfara entre el público adolescente al que normalmente se enfocaban estas películas.

Visto ahora, resulta claro que es un film adelantado a su tiempo. El único aspecto negativo del film es que se cambió el diseño de Freddy para intentar hacerlo más aterrador, pero no se obtuvo el resultado deseado. Algo que Craven se arrepentía de haber hecho. Pero este fallo de diseño se ve compensado por la forma en que mezcla realidad y ficción. En particular destacaría la manera en que los personajes de ficción se van apoderando de los actores y actrices que los interpretaron.

En definitiva, este podría haber sido el broche de oro de la saga. Para bien o para mal, no fue así.

Freddy contra Jason

Freddy contra Jason

(Freddy vs. Jason, Ronny Yu, 2003)

Os remito al comentario sobre esta película que escribí en el artículo Saga: Viernes 13.

Pesadilla en Elm Street

Pesadilla en Elm Street

(A Nightmare on Elm Street, Samuel Bayer, 2010)

Esta película es un ejemplo de lo desastroso que puede ser hacer una película por comité, sin una voz clara que dirija el proyecto, con la única intención de explotar comercialmente una marca conocida.

Tras haber obtenido bastante éxito con los remakes La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, Marcus Nispel, 2003) y Viernes 13 (Friday the 13th, Marcus Nispel, 2009), entre otros, la compañía de Michael Bay Platinum Dunes se lanzó a hacer el remake de la clásica Pesadilla en Elm Street, junto a New Line y Warner. Pero sin Wes Craven. De hecho, consideraron que la película era una continuación y por ello no aparece acreditado Craven como creador de la historia en los títulos de crédito, a pesar de que el film es una fotocopia del suyo. Una manera de no tener que pagarle derechos.

Es de notar que los remakes de sus películas en los que estuvo Craven activamente involucrado como productor, Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, Alexandre Aja, 2006) y La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Dennis Iliadis, 2009), obtuvieron grandes resultados, sorprendiendo por su calidad y efectividad.

No fue así con la nueva Pesadilla en Elm Street, que desde el principio estuvo destinada al fracaso. Las prisas para ponerla en marcha y coincidir con el 25º aniversario del estreno de la primera entrega, ya condicionaron la escritura del guión. Un guión que fue machacado y destrozado por las continuas injerencias de los productores. Al frente, además, se encontraba Samuel Bayer, un director de videoclips (hoy día este sigue siendo el único largometraje que ha dirigido) que era básicamente una extensión de los productores. De ahí que el film carezca completamente de personalidad.

Resulta especialmente ridículo cuando reproduce uno por uno los momentos terroríficos más recordados de la primera entrega. El mayor fracaso en este sentido es su nueva versión de Freddy saliendo de la pared: un sutil momento inquietante de la película original es aquí convertido en un chiste al utilizar un obvio efecto visual hecho por ordenador que recuerda a las animaciones de la antigua Playstation.

Los actores hacen lo que pueden con el guión, saliendo peor parado Jackie Earle Haley como Freddy Krueger. La insistencia de los productores en utilizar un maquillaje realista para representar las quemaduras hizo que el personaje no tuviera ningún carisma ni personalidad propia.

Un fracaso a todos los niveles (es difícil encontrar alguna entrevista actual en que alguno de los implicados tenga algo bueno que decir de la película), pero que debido a las expectativas creadas por ver de nuevo a Freddy Krueger en la gran pantalla hizo que el film fuera un éxito con lo que recaudó el fin de semana de su estreno (ayudó que el presupuesto fuera bastante bajo). Pero las reacciones hacia el producto final provocó que se parase cualquier nuevo proyecto con el personaje. Desde hace unos años se oyen rumores de que New Line quiere hacer otro remake o un reboot, pero hasta ahora nada definitivo.

Recomiendo prescindir completamente del remake y quedarse con las ocho películas (contando Freddy contra Jason) de la saga creada por Wes Craven. Incluso las entregas más flojas resultan obras maestras al lado del film de Bayer.