Si ya de por si, la comunicación entre personas se ha vuelto extremadamente difícil. Cada vez más la vida intima se asemeja a una película dramática japonesa (o lo que Coixet intenta en el cine español), miradas al vacío, diálogos mudos, … con el temor de ser mal recibidos. Internet se acerca terriblemente a la realidad.
Hasta hace poco Internet te permitía deshacerte de estos nudos invisibles, soltarte ante los desconocidos y hablar sin tapujos, sin miedo a recibir ninguna mirada ajena que ejerza de juicio sobre tus palabras. Pero este sistema esta prácticamente extinguido, ya hace un tiempo que con las web-cams los usuarios buscan ver las caras de las personas que hay al otro lado del PC, aunque muchos siguen apareciendo en programas de TV quejándose de que fueron engañados por una foto falsa. Este nuevo sistema fuerza por voluntad de los usuarios a instaurar el sistema real, el de selección física por encima de lo intelectual, si eres feo no hablo contigo.
Si a esto le sumamos el nuevo don que se ha expandido entre la humanidad, el de la impaciencia, estas conversaciones online se vuelven en efímeras, ya no hay tiempo que perder hablando con el desconocido tratando de conocerle a través del dialogo, si viéndole la cara puedo percibir mucho más información en un instante y decidir si seguir hablando con él o pasar al canal general a buscar otra persona. Con este criterio en los usuarios, el hablar con alguien se convierte en una ruleta de la fortuna, tanto para el busca como el que es encontrado.
Por esa misma razón, era de esperar que en un momento u otro naciese www.chatroulette.com, la conversación aleatoria entre diferentes desconocidos del mundo, con la facilidad de hacer girar la ruleta sino te gusta lo que ves en su web-cam para que te muestre otro usuario conectado, haciendo casi imposible decir hola. Prima un primer impacto para poder permanecer unos segundos de dialogo con el otro usuario. Tienes que sorprender al que hay al otro lado, sino estás perdido. El usuario Merton sabe lo difícil que es mantener una conversación, por lo que se ha propuesto improvisar con el piano según el extraño que le toque, con tal de romper la barrera de los pocos segundos, demostrando que la originalidad puede superar barreras y romper lo estrictamente establecido, sencillamente genial.