La nueva película de Borja Cobeaga nos ofrece una interpretación libre y ficticia de un hecho real: la negociación entre el Gobierno y ETA tras la tregua de la banda armada en 2005.
Lo interesante de Negociador (2014) es que Cobeaga no abandona la comedia para ilustrar este momento. Al contrario, es una interpretación que se nutre de la comedia costumbrista y en la que el director no abandona su gusto por los personajes perdedores pero entrañables como los que aparecen en Pagafantas (2009) y No controles (2011). Por otro lado, tratar el conflicto vasco con humor ya es algo que el propio Cobeaga y otros guionistas habían hecho en el programa Vaya semanita.
Esta visión entre Azcona y Berlanga de lo que sucedió, con un negociador interpretado por Ramón Barea que no sabe manejar el móvil y un representante de ETA que saca frases trascendentales de las malas películas que ve por la tele, ofrece una visión más acertada, que llega más al fondo de la cuestión que otras películas más “serias”. De esta forma, con pequeños detalles como la negación o no de un saludo o la cotidiana relación entre escolta y protegido nos dicen más de la situación que los grandes gestos y los intentos de crear grandes épicas de la desgracia.
Por supuesto, todo esto sería un desperdicio si la película no funcionara en todos niveles. Así, el mensaje que quiere transmitir llega porque la película funciona como comedia. Al fin y al cabo, Negociador es una comedia y el objetivo es que nos haga reír. Y lo logra, gracias a la unión entre un guion divertido y unos soberbios actores. Destaca Barea como el protagonista de la película, pero la aparición de secundarios como Carlos Areces y Secun de la Rosa, entre otros, hacen grandes lo que podrían ser pequeños momentos.
En definitiva, tanto por talento para hacernos reír y reflexionar al mismo tiempo, Negociador es una película muy recomendable.
Estreno en las salas españolas el 13 de marzo.