Adentrarse en la ciencia ficción puede llegar a ser una auténtica odisea. La cantidad de material publicado y rodado se vislumbra desde lo lejos como una montaña imponente, interminable, casi inalcanzable. Subirse a cualquier lanzadera, vehículo espacial o incluso a lomos de alguna bestia siempre ayuda a descubrir que se aloja en lo alto de dicha elevación; literatura de altos vuelos, un dolmen de palabras emitidas en algún tipo de lenguaje digital que aún no podemos comprender. Ciencia-Ficción. La vía de escape para lectores y almas impregnadas de muchas ganas de salir volando hacia cualquier planeta. Aun así, también encontramos un futuro inaudito teñido de cierto toque distópico, cierta madurez ensombrecida por las carencias del presente que vislumbra la incerteza de nuestra raza y del mundo en sí. El futuro es ahora, siempre y cuando sepamos adelantarnos un poco a nuestros tiempos. Y así hizo Lluís Rueda cuando escribió El columpio negro, un libro que para algunos recuerda al Blade Runner de Philip K. Dick y a otros –a los que nos gusta partir de cero- nos gusta pensar que invoca a la idea del fracaso del hombre como hombre, aunque este quiera convertirse en dios.
En el libro podemos encontrar a una eficiente copia del ser humano convertida en una sombra de lo que podría llegar a ser. La raza humana se mezcla con sus propios hijos no biológicos, usándolos a su antojo y eliminándolos cuando no los requiere. A su modo, el hombre del futuro, el hombre que el escritor esboza no es más que un retorno a su “yo” del pasado; el ser humano necesita esclavos, necesita disponer de otras vidas –aunque sean artificiales– para poder moverse libremente, sin pensar en que está menospreciando a su creación y así, reduciendo su criatura a un mero monigote. Lluís Rueda se mueve bien en su propio futuro, sabe defender una postura inventada pero a la vez real, puesto que todo cobra vida en El columpio negro, incluso J.F. Sebastian, aunque con un nombre distinto pero con la misma encarnación compasiva y realista de la humanidad en pleno siglo XXII. Y con ello no quiero decir que Lluís se haya inspirado en la obra maestra de Philip K. Dick, para nada, sino que simplemente a sabido leer su propia interpretación de la supuesta evolución humana y ha coincidido con otros.
El columpio negro es un callejón lluvioso repleto de gente, de androides, de vehículos que albergan a agentes encubiertos que buscan a semirobots que no quieren aceptar su condición. El robot, aunque a imagen y semejanza del hombre, se vuelve oscuro en cuanto se nota rodeado, en cuanto se siente descolocado del hábito u oficio al que ha sido programado. Quizá eso mismo le ocurra al hombre en cuanto deja de hacer las tareas por las que él mismo se ha “programado”. El Dios no es tan distinto de su creación, la diferencia radica en el poder de multiplicación, en la ambivalencia por sentirse en los dos extremos de la correa y comprender lo que está construyendo. La paradoja reside en que está haciendo dos cosas a la vez; consigue multiplicarse sin necesidad de los recursos biológicos pero a la vez, produce algo de menor calidad, por tanto, contribuye de un modo indeseado por sí mismo, a la involución humana, a la distopía que en realidad, relata con sus actos.
Y es en este libro donde encontraremos elementos que ensalzan las virtudes del hombre pero a su vez las denigran contadas con un lenguaje precioso, narradas en pasado como si el autor nos estuviera contando algo cerca del fuego, cerca de lo que –aun viajando al futuro mediante la mente– nos une y nos hace más humanos. La ciencia-ficción es el futuro que nosotros queramos, no hay límites, no hay normas establecidas. Podemos viajar más rápido que la luz y amar a un ser sintético simplemente por el hecho de tener los bolsillos repletos de imaginación. La imaginación del escritor junto a la del autor nunca es la misma pero se hermanan mediante el libro que hace de vínculo. El escritor en realidad crea tantos mundos como mentes leen su obra. Y ahí radica la magia de la ficción y de la ciencia. Porque ciencia somos todos en cuanto abrimos la mente solo que no usamos la tecnología como la conocemos en el presente; la usamos como si estuviéramos en el futuro. El columpio negro, da fe de ello.
El columpio negro lo edita Tyrannosaurus Books. 266 págs. Rústica con solapas. 14,8×21 cm. ISBN: 978-84-940747-2-1