¿Y si nunca hubiese podido quitarse el nudo de sus manos?
Con una sola «localización» y «un solo» actor, Buried (que significa enterrado) se presenta como el terror de cualquier persona a quedarse atrapada en solitario sin escapatoria posible, ha cosechado buenas críticas desde su presentación en el festival de Sundance.
Paul Conroy (Ryan Reynolds) despierta amordazado y atado dentro de una caja de madera, tipo ataúd, con un encendedor zippo y un móvil, debe apresurarse sino quiere morir por falta de oxigeno.
Ante un detonante ya visto anteriormente (el más sonado será Kill Bill: Vol. 2), el director español Rodrigo Cortés hace de la película un ejercicio de cine en toda regla, limitándose a regirse por unas reglas internas parar crear una nueva historia. Le cuesta mantener la tensión durante todo el extenso metraje, difícil tarea, por lo que ni corto ni perezoso no duda en poner elementos sorpresa aunque resulte inverosímiles dentro de la propia realidad. Es ahí donde pincha… pasa de ser una película creíble a tener que pensar, bueno eso puede pasar, me lo sigo creyendo, pero una detrás de otra ya es demasiado y acaba siendo efectista sin más.
Ryan Reynolds que lleva todo el peso de la película sale airoso, podía haberse excedido en su interpretación o todo lo contrario y haber sido muy plano, por suerte; llegamos compartir su desasosiego por querer salir del zulo.
Buried es no apto para todos los espectadores ya que puede resultar desde enigmática, tensa e impredecible para algunos hasta irritante, aburrida y predecible para otros; según el grado en que te inmerses en la historia.
Estreno en las salas españolas el 1 de Octubre.