Will (Diego Boneta), Antonio (Andrés Velencoso), Michelle (Maiara Walsh) y Christy (Jocelin Donahue) son cuatro monitores de un campamento de verano que se enfrentarán a una extraña epidemia de rabia que les obligará a luchar por su vida. Este es el sencillo argumento de Summer Camp (Alberto Marini, 2015), película de terror producida por Jaume Balagueró.
Alberto Marini debuta como director de largos con esta película, pero lleva ya tiempo trabajando en Filmax y colaborando con Balagueró en distintas capacidades. Tal vez eso explique la falta de personalidad de Summer Camp, cuyo estilo visual resulta muy derivativo de otras películas recientes del género.
La película se inicia como si fuera un homenaje al slasher de los 80 ambientado en campamentos de verano, pero cuando empieza realmente su argumento parece más bien un remake incofeso de Perros rabiosos (I Drink Your Blood, David E. Durston, 1970). Aunque introduce la novedad de que cuando se pasan los efectos de esta extraña fiebre asesina los que la sufren vuelven a la normalidad sin recordar nada de lo que han hecho.
Un giro argumental que podría dar lugar a situaciones mucho más interesantes de las que nos muestra la película. De hecho, sus apenas 81 minutos de duración no dan para mucho más que tener a los protagonistas corriendo por el bosque huyendo alternativamente unos de otros. De nuevo, algo que podría resultar mucho más divertido e interesante de lo que acaba siendo la película, más centrada en ofrecer al espectador una experiencia visceral.
He mencionado que Balagueró es el productor del film. Tal vez sea su influencia el principal problema de la película, un problema que ya mencioné en la crítica de [REC] 4: Apocalipsis (Jaume Balagueró, 2014), y que para mí lastra Summer Camp. Se trata de que cada vez que hay un ataque o una escena de acción, la cámara empieza a agitarse sin sentido, en un fallido intento de crear tensión. El cambio resulta tan brusco que cualquier atmósfera lograda por el film queda destruida automáticamente. La repetición del recurso acaba aburriendo consiguiendo el efecto contrario al buscado.
Los cuatro protagonistas hacen un buen trabajo teniendo en cuenta la poca consistencia dramática del guion. Los aficionados al cine de terror seguramente no tendrán problema en reconocer a Jocelin Donahue, protagonista de varias películas remarcables dentro del género, aunque aquí no tiene un papel muy agradecido. Diego Boneta y Maiara Walsh tienen los papeles más interesantes, ejecutándolos de manera eficaz. Andrés Velencoso intenta suplir con su carisma personal su falta de habilidades dramáticas.
Si no sois muy exigentes, Summer Camp puede que os haga pasar un rato entretenido. Simplemente, no esperéis gran cosa.