Los aztecas lo vaticinaron años ha, en el 2012 acaba todo. Los indicios están ahí, pero nadie se quiere dar cuenta. Muere el humor, con el adiós de Leslie Nielsen. Un negro se planta en la Casa Blanca. Florentino Perez se re-instala de nuevo en la otra Casa Blanca. Y lo peor de todo, el autor se plantea abandonar su soltería.
Lo último que os conté fue mi pactada cita con Katherine, mi particular diosa de la perversión. Se produjo un domingo por la noche, después de ir a tomar unas cervezas decidimos que ya era hora de acabar de una vez por todas con la tensión sexual no resuelta. Y así lo hicimos. La liberamos de forma muy profesional, el roce por el roce y el placer carnal por encima de todo acto sentimental. La verdad, quedé satisfecho. ¿Y ella? No lo sé a ciencia exacta, pero tampoco me quita el sueño.
Así pues, medianos de enero y mis dos objetivos cumplidos: me desvirgué de nuevo el primer día del año con la Barcelonauta y había probado los placeres mil veces deseados de Katherine. ¿Qué me quedaba pues como reto? Tenía mil ideas y la moral por las nubes, era el modelo a seguir por millones de solteros. Me planteé acostarme con una chica distinta cada mes, encamarme con viejos amores platónicos e incluso hacer un trabajo de introspección entrevistándome con mis ex’s.
Pero reapareció, ella, la Barcelonauta. Un mensaje por Facebook, unas llamadas, sms…y sin darme cuenta habíamos quedado de nuevo para el fin de semana. Y el siguiente. Y otro más. Y una pregunta se instaló: ¿qué estaba ocurriendo allí?
— ¿Qué tenemos?
— No lo sé, ¿qué buscas?
— ¿Y tú qué quieres?
Y fue así cómo el pasado fin de semana decidimos formalizar los nuestro con un concepto complejo: pacto de exclusividad para conocer al otro con progorración para mejorarlo como relación estable.
La vida es así: una hija de puta. Cuándo decides apuntarte al gimnasio de debajo de tu casa este cierra. Cuándo decides empezar a comer sano abren un McDonald’s cerca. Cuándo crees ser un soltero de oro una desconocida te roba las ganas del arte de la caza.
Así me encuentro, despertándome con una sonrisa cada mañana sabiendo que hay alguien allí lejos sintiendo lo mismo. Ya tengo un borrador de mi renuncia al Club de los Solteros. Marcando en el calendario los días que faltan para verla de nuevo. Repitiendo su nombre en cada conversación.
Como dijo mi hermana: tú antes molabas.
Lo sé, lo sé.