Regresa la saga que ha convertido la destrucción vehicular en pura poesía del caos. Se inicia con Fast & Furious 9 (F9, Justin Lin, 2021) el último tramo de esta franquicia que terminará en la entrega 11, con una historia cuyo prólogo es la anterior Fast & Furious 8 (The Fate of the Furious, F. Gary Gray, 2017). Esta entrega representa también el regreso de Justin Lin a la saga, uno de los arquitectos en convertir una historia a punto de morir en una de las más populares y revientataquillas franquicias de acción de la actualidad.
Se ha dicho del Universo Marvel que en el fondo es un culebrón con superhéroes, algo que también se podría aplicar a la saga Fast & Furious. Aunque en el caso de Fast & Furious es un culebrón con explosiones y carreras de coches. Por ello, los no iniciados, aquellos que no hayan visto todas las entregas anteriores, es posible que no entiendan por qué esta película dura casi dos horas y media. Es posible que se pierdan con los muchos personajes que se van introduciendo y por qué reaccionan de forma tan dramática al encontrarse. Pero aquellos fieles que descubrieron en un lejano 2001 The Fast and the Furious (A todo gas) (The Fast and the Furious, Rob Cohen, 2001) y supieron ver que era algo más que un plagio de Le llaman Bodhi (Point Break, Kathryn Bigelow, 1991). Aquellos devotos que han seguido las cada vez más desmadradas y delirantes secuelas, verán que se despliega ante ellos un ballet de destrucción motora creado específicamente para su máximo placer.
La historia de base es bastante sencilla: el señor Don Nadie (Kurt Russell) pide ayuda al equipo de Dominic Toretto (Vin Diesel) para impedir que un peligroso objeto caiga en manos de Cipher (Charlize Theron). Dom se enfrentará entonces a una amenaza de su pasado: su propio hermano Jakob (John Cena). Pero la simple historia se verá complicada por las relaciones entre los personajes y su pasado, además de las elaboradas secuencias de acción. Como ya hemos dicho, con esta película regresa Justin Lin tras las cámaras, y trae consigo el regreso de un querido personaje de los fans de esta saga: Han (Sung Kang). Este personaje, que fue creado por Lin en su película Better Luck Tomorrow (2002) (sin relación oficial con la saga Fast & Furious), fue aparentemente asesinado por Deckard Shaw (Jason Statham) en escenas que aparecen tanto en Fast & Furious 6 (Furious 6, Justin Lin, 2013) como en Fast & Furious 7 (Justin Lin, 2015), aunque Han muere en A todo gas: Tokyo Race (The Fast and the Furious: Tokyo Drift, Justin Lin, 2006) y las entregas 4, 5 y 6 transcurren temporalmente entre las entregas 2 y 3, reinterpretando la muerte de Han para que encajara en el nuevo rumbo de la saga (¿y creíais que Tenet era complicada?). Que el personaje de Jason Statham se reconvirtiera luego en un héroe en posteriores entregas y en el spin-off Fast & Furious: Hobbs & Shaw (Fast & Furious Presents: Hobbs & Shaw, David Leitch, 2019) no acabó de sentarle bien a muchos fans, así que se inició una campaña en Twitter demandando justicia para Han. Demanda que se ve satisfecha en esta película y que seguirá desarrollándose en las dos entregas que quedan.
Además de Han, otros personajes de Tokyo Drift también regresan, en una película que continuamente hace guiños y referencias a las anteriores entregas. Así, aunque la película se puede seguir y entender sin haber visto ninguna película de la saga, para aquellos que hayan visto las anteriores entregas, incluido el spin-off, la experiencia será mucho más satisfactoria. Sin reventar nada, la secuencia poscréditos tendrá más impacto en los seguidores de la saga que en el espectador casual, igual que la manera en que mantienen vivo a Brian, el personaje que interpretó el malogrado Paul Walker.
Primer blockbuster veraniego tras la pandemia, Fast & Furious 9 es una puerta a un universo de acción tan desproporcionada como las musculosas fisonomías de Vin Diesel y John Cena. Es gloriosamente absurda y ruidosa, puro entretenimiento palomitero.
