Acaban de publicar el cómic «Locura, un elogio de la diferencia» con Norma Editorial (y en catalán con Comanegra), un acercamiento a la salud mental en que la investigación y entrevistas de Jose Valenzuela, sumado al trabajo de dibujo, color y narrativa de Alfredo Borés, convierten esta obra en más que necesaria para comprender y visibilizar un problema real y social.
Mantenemos un encuentro con los autores en la sede de la editorial para centrarnos en exclusiva en este ensayo gráfico, además de conocer cómo fue la creación de «Locura, un elogio de la diferencia» (su chispa inicial, el trabajo entre guionista y dibujante, …) también tratamos de entender el estigma alrededor del transtorno mental, la locura, para acabar con algunas recomendaciones literarias y audiovisuales para ampliar nuestros conocimientos sobre la salud mental.
¿Qué os motivó a realizar un cómic sobre la locura?
Jose Valenzuela: La obra nace precisamente de la necesidad de contar algo que fui viendo en mi día a día, sobre todo en casa. Mi pareja es psicóloga clínica y me explicaba un poquito la situación en la que se encuentran los servicios de salud mental públicos y, la verdad, es que aluciné bastante viendo la falta de recursos que hay. El poco tiempo del que la gente dispone y las dificultades que se disponen para poder optar a ese tipo de recursos… y consideré que podía ser interesante, de alguna manera, hablar un poco más sobre este tema. Y así fue como como nació el guion y una vez estaba escrito busqué a Alfredo, que realizó la parte del dibujo.
Alfredo Borés: La verdad es que ya había dibujado un cómic sobre el tema y creo que eso influyó en el hecho de que me escribieran para hacer este cómic.
En el cómic habéis utilizado una narración en primera persona, sois personajes de la historia, en el que nos descubrís a la vez que ellos lo hacen, los diferentes problemas de salud mental y modos de tratarlo ¿Por qué esta decisión? ¿Hacerlo así ha ayudado a realizar un acercamiento al tema más ameno y orgánico?
JV: Utilizarnos a nosotros como propios personajes del cómic tenía una función fundamental, que era un poco la de acompañar también al lector a la hora de ir descubriendo con él o con ella pues lo que se nos iba explicando. Porque de alguna manera, si no, teníamos el miedo de que pudieran perderse porque pretendiesemos cuantificar o explicar o imponer un discurso que no era, ni mucho menos, el nuestro. Entonces, poner a nuestros personajes para que de alguna manera vayan aprendiendo con el lector lo que se les va contando. Era una idea que nos pareció interesante y que a la hora de narrarlo, porque aquí es Alfredo el que domina, lo consideró adecuado y por eso tiró para adelante.
AB: Sí, total, además sirve como puente las conversaciones que tenemos entre José y yo, o con Virgilio, que es otro personaje que está presente en toda la obra, para separar a un entrevistado y otro, entre un tema u otro.
¿Hace cuanto que empezó la creación de este cómic? Desde la idea, su presentación a Norma Editorial, la documentación que realizas, las entrevistas, escritura del guion, el dibujo,…
JV: Con las conversaciones que iba teniendo en casa con mi pareja me apetecía contarlo de alguna forma, aunque no tenía claro el cómo pero sí que me parecía interesante que de alguna manera se pudiera hablar sobre ello en el ámbito público. Fue en un salón de cómic aquí, en Barcelona, recuerdo perfectamente que era la tarde el domingo cuando ya estaban recogiendo (el stand) en Norma Editorial. Yo tenía relación con ellos porque trabajo también en prensa (en Jotdown) de colaborador desde hace unos años y, quieras que no, siempre he tenido contactos con Norma y tenía buena relación con ellos. Entonces, en una charla casi informal les comenté «Oye, podría ser tal vez interesante que se escribiera un cómic, un ensayo gráfico, sobre sobre este tema». Les pareció interesante, me dijeron que profundizara un poquito más y que les preparara un dossier en el que explicar cómo lo abordaría, cómo lo explicaría… Así lo hice y al cabo de la semana, cuando ya pudimos volver a reunirnos y comentarlo, fue cuando dieron el Ok, digamos, y el podemos seguir adelante. A partir de aquí, en paralelo, por un lado me dediqué a documentarme, a leer mucho, a preguntar (todavía sin entrar en las propias entrevistas) pero hablar un poquito con la gente del ámbito y, por otro lado, pues también fue la búsqueda del dibujante hasta que acabé llegando a Alfredo.
AB: No recuerdo muy bien en dónde o cuándo fue nuestro primer encuentro ahora mismo, pero José me escribió y me presentó el proyecto que ya estaba escrito. Ya había un guion bastante desarrollado. Una vez ya nos ponemos a trabajar, hubo varias revisiones de ese guion. Al principio había muchísima información y … (Jose Valenzuela añade «Hubo que podar»). Sí, hubo que podar, hubo que condensar todo eso un poquito, el cómic es un documento y es una narración didáctica divulgativa, pero su lectura tiene que poder ser accesible. Entonces, para conseguir esa fluidez tuvimos que ir viendo de qué manera ese guion se tenía que ir adaptando al lenguaje narrativo que es el cómic. A partir de ahí, fue cosa de ir dibujando páginas y revisando por partes si había cosas que había que recortar o había que añadir, dónde nos estábamos dejando algo o… vaya, que a veces me tomaba un poco la licencia de recortar por aquí y por allá, y de repente José me decía «hostia, cuidado que esto es muy importante». ¡Vale! vamos a incluirlo y, bueno, eso fue un poco el proceso de trabajo.
JV: También hubo una parte interesante en el proceso que era lo del tono. En las primeras versiones del guion había, a veces, en las que ponía demasiada opinión por mi parte y Alfredo se dio cuenta de que era mucho más interesante si, simplemente acompañábamos ese discurso de esas otras personas. Lo presentábamos y ya está, no opinábamos sobre ello. Creemos que al final es presentar lo que hay, no modificarlo según lo que pensemos.
¿Fue difícil encontrar el equilibrio entre el ensayo y el cómic, para que sea tan interesante para quienes quieren leer un cómic como para quienes quieran saber más sobre el tema?
AB: Creo que fue el mayor reto, porque lo bueno del cómic es que tiene muchísimas posibilidades a nivel narrativo y ahí estuvo el encontrar el equilibrio. Teníamos la excusa de la barca, que yo creo que es muy guay y ya aparecía en el primer guion de Jose. La barca que nos va llevando de un lado a otro, eso nos permitía convertir toda una serie de entrevistas y toda una serie de información, en una especie de «viaje onírico» para dinamizar un poco la historia. Que no se quedara en solo un ensayo y de teoría, que también tuviera un poco de aventurilla para atraer un poco, tanto al lector que busca conocer un poco más sobre el tema, como para el lector que también tiene ganas de leerse un tebeo. Con las herramientas que te ofrece el cómic, a nivel narrativo son muy particulares y había que aprovecharlas de alguna manera. Entonces no sé si al final lo habremos conseguido pero combinando unas cosas y yo creo que …
JV: Yo creo que sí.
En el cómic se habla de la sobremedicación y los diagnósticos erróneos, complicando incluso un paciente en estado agudo, ¿Creéis que estos errores es una de las razones por las que todavía existe un estigma en torno a la salud mental?
JV: Puede ser que sea uno de los factores que suman al estigma. Pero creo que, sobre todo, es esa percepción social del que es diferente o vive o siente diferente la experiencia de la vida, en general, a través de esas percepciones tal vez alteradas que puedan tener. Y eso, al final, en un mundo en el que nos movemos un poquito en lo que es lo normativo, lo normal, el no salirse de esa regla pues el que sí que se sale, a su pesar, de ella acaba siendo un poquito siempre señalado. Hay gente que se va moviendo, en el sentido de intentar luchar contra ese estigma, pero no deja de ser algo enorme. Un bicho enorme contra el que hay que pelear. Y, precisamente, nosotros aportamos nuestro granito de arena con esto para, un poquito, normalizar el discurso de la locura. De hecho, resignificar el concepto de locura para que no sea algo peyorativo, sino que se entienda como una manera diferente de vivir la experiencia de vivir la vida y alejarlo tanto de los que pretenden romantizarla y de los que pretenden demonizarla. Al final es un rasgo más que tenemos, al igual que el que es alto o bajo, aunque suene exagerado, pero es así. Está el que percibe las cosas de una manera o las percibe de otras. Pero sí, obviamente, el tema de la sobremedicación no ayuda nada.
También se menciona que el suicidio es una de las principales causas de muerte en España y que ocurre con más frecuencia en países más pobres, ¿por qué creéis que no se responsabiliza más al sistema social y capitalista por estas cifras?
AB: Realmente no sé cuál es la razón, sí que es verdad que a veces pienso (después de leer el cómic una vez acabado) no sé si hemos hecho suficiente hincapié en el hecho de que los temas de clase o los temas de precariedad económica social, etcétera, tienen una influencia brutal en la salud mental de la gente. Sí hablamos de que si no tienes recursos, en cuanto al tema de Salud Mental, pues tienes muchas más dificultades para acceder a todo. No sé la respuesta pero igual, es verdad que antes comentaba Jose el tema de locura se romantiza o se dramatiza, o se trata desde un punto como si fuera externo a lo social, a lo político, para convertir a esa persona en loco. De hecho, históricamente se les cogían y les metían en un manicomio. Esa era un poco la praxis. Cuando en realidad eso, muchas veces, influye mucho justamente todo lo social, todo el tema de cuestiones de género de clase, etcétera. Entonces creo que va un poco por aquí.
JV: Sí, pienso lo mismo. Al final es como ese discurso de la meritocracia en el que parece que todo lo que te sucede es solo debido a lo que tú has hecho, y eso es negar tantas influencias externas como, por ejemplo, el hecho de quienes son tus padres o en qué barrio has crecido que influye muchísimo a la hora de que tú luego tengas un buen trabajo, un mal trabajo, tengas unos estudios…
La lectura de «Locura. Un elogio de la diferencia» puede entenderse como una carta abierta al sistema de salud publica en España, se puntualiza como es insuficiente y cómo la formación no siempre es la correcta. ¿Creéis que el cómic puede ayudar a visibilizar esta situación precaria y contribuir a mejorarla?
AB: Esperamos que sí, esperamos que al final ese tipo de cómics, al menos este cómic sí, el objetivo es un poco abrir el espectro y acercar un poco más este tema a la gente. Como decía antes Jose, al final si existe a veces un tabú, un estigma, es también por un simple desconocimiento del tema. Yo tengo recuerdos de que hace años cuando alguien te decía, pues tengo que ir al psiquiatra o tengo que tomarme esas pastillas, de repente suena como algo grande porque el relato que te han contado, que has construido alrededor de la locura de la psiquiatría es como una historia de terror, y en realidad pues no es eso. Entonces, yo espero que de alguna forma esto acerque el tema a la gente. Comentabas lo de la salud pública, desde luego cada vez se escucha más gente que pide cita con el médico para un problema de Salud Mental y hasta al cabo de un año no tiene cita. Seguramente es porque se ha relegado o se ha quedado como algo secundario cuando cuando se está viendo que es algo que cada vez está apareciendo como más, en un primer plano, y que es súper importante.
En un momento del cómic se habla sobre el peligro de banalizar los trastornos mentales al afirmar que todos sufrimos de ellos (todos los niños tienen TDAH, tengo TOC cuando solo es una manía) ¿creen que esto puede invisibilizar el problema y quitarle importancia?
JV: Creo que sí, porque al final dentro de que, por un lado también es algo que hacemos bastante hincapié en el cómic, creemos que hay que eliminar todo esta necesidad de etiquetarlo todo porque al final hay personas (y esto los profesionales lo dicen) que se definen por su diagnóstico. Y no, al menos en nuestra humilde opinión no debería ser así. Tú eres una persona y uno de tus aspectos es que puedes tener este tipo de condición mental psíquica, como le quieras llamar, pero ya está. Y, según como, puedas necesitar ayuda a nivel profesional, pero de ahí a que, como bien dices, pues se pueda estar hablando de que todo el mundo diga: yo tengo Toc. Como por ejemplo Damián (entrevistado en la obra) habla mucho de ello, de cómo se banaliza el decir tengo Toc cuando simplemente es que tú eres una persona un poquito obsesiva en estos aspectos. Creo que es importante, y muy difícil, saber diferenciar dónde está puesta esta excentricidad, por decirlo así, y dónde se cruza esa línea, vamos a decir, de lo patológico. Dentro de lo difícil que es definir a veces una patología cuando hablamos del aspecto mental. No es lo mismo cuando, a lo mejor, tienes una molestia en el estómago y se identifica claramente como una úlcera que no, cuando tú consideras que puedes tener algún tipo de patología, no sé, de estar triste a tener una depresión. Pues digamos que no es como un clic que sucede sino que es un continuo que depende del grado en el que estés, pues te encuentras clasificado en un lado o en el otro. Pero banalizarlo todo esto para que dentro de esta especie, como de búsqueda, de la originalidad dentro de cada uno. Todo el mundo considere que tiene algún tipo de patología o de trastorno pues no, ayudar no ayuda, desde luego.
Para acabar, su lectura es un camino de descubrimiento en que hay una presentación a la locura, pero puede plantear nuevas preguntas, ¿Qué le recomendaríais al lector que quiere saber más del tema tras leer vuestro cómic? Por ejemplo Alfredo tienes el cómic «Las voces y el laberinto».
AB: Bueno sí, es verdad que el cómic anterior que dibujé también trataba sobre el mismo tema aunque está abordado de una manera muy distinta. Era una libre adaptación de un libro de Ricard Ruiz Garzón, si le queréis echar un vistazo pues recomiendo ese cómic. También, me viene a la cabeza ahora una serie que se llama «Kidding» que protagonizaba Jim Carrey, ahora no sé quién la dirigía (Jose Valenzuela le chiva, Michel Gondry) pero era como una miniserie de unos 10 capítulos o así. Lo que me gustó de esa serie es que realmente está muy bien porque realmente se sale de la dualidad típica del cine de los buenos y los malos, de que el protagonista tiene que representar la bondad o que debe de haber el protagonista y el antagonista. Al final te colocan a una persona, con su personalidad y con sus momentos bajos, esos momentos buenos, momentos malos y, creo, hacen falta más cosas así, salirnos de ese discurso Dual.
JV: Ya que estoy, también recomendaría un ensayito que escribí, precisamente, sobre cine y locura que se llama «Todos nacemos locos» y hago una selección de 50 películas en las que, de alguna manera, intento abrir un poquito el espectro y hablar sobre distintas cuestiones, distintos temas relacionados con el tema de la locura, de la Salud Mental. Personalmente películas que a mí me gustaron mucho está, por ejemplo, «Spider» de David cronenberg. Me gusta mucho y no es de las más conocidas del director. Creo que transmite muy bien, en este caso no haré spoiler sobre qué, pero vamos a decir que la percepción puramente subjetiva que tiene su protagonista. Sobre animación hablaría de «Vals con Bashir», no sé si lo habéis visto, es un peliculón. De hecho, hace poquito el director también ha hecho una película de animación sobre Ana Frank que está basada en un cómic. Al final, creo que a la que uno se pone a buscar un poquito de información va a encontrar muchísima…
AB: Bueno en animación también está Satoshi Kon, por ejemplo.
JV: Sí, sí, «Paprika»
AB: Ahora, de hecho, me acaba de venir la última película que vi «Aftersun» que habla con una sensibilidad brutal y aborda el tema de suicidio desde una manera muy guay, al menos fue salir del cine pensando «hostia, hacen falta más pelis de estas, que hablan más abiertamente de esto».
JV: También está el cómic «Yo, loco» de Altarriba y Keko.
AB: Claro, van saliendo. Si me pasas la pregunta antes tengo una lista interminable.