Llamada a ser uno de los grandes títulos del verano, regresa el cine de gran formato de Christopher Nolan con Cillian Murphy al frente, encabezando un reparto lleno de grandes nombres realizando papeles secundarios como Emily Blunt, Florence Pugh, Matt Damon, Robert Downey Jr., James D’Arcy, Jason Clarke o Kenneth Branagh. Se trata de Oppenheimer (2023) del cual, no solo se adentra en la psique del científico que creó la bomba atómica.
He de confesar que el biopic (películas biográficas) es uno de los géneros cinematográficos que menos me interesan. A los actores les encanta, porque les pone más cerca de obtener alguna nominación a premios si dan vida al personaje con éxito, pero las dramatizaciones biográficas no dejan de ser un acercamiento muy superficial a la vida de una persona, debido a las constricciones del formato cinematográfico. Y siempre trae consigo cierto grado de “ficcionalización” de la biografía escogida para darle un aspecto más cinematográfico y en consonancia con la idea que tiene el director del personaje (o, en ocasiones, que se adecue a la imagen que quiere proyectar la persona o personas a las que se le hace la biografía). Pero lo que las hace un género tan poco interesante para mí es que son todas más o menos iguales, dramas regulares que van del punto A al punto B sin grandes innovaciones narrativas.
Por ello, decir que Oppenheimer es un biopic sobre el científico que lideró el proyecto para crear la bomba atómica no le hace justicia a la película ni es una definición exacta. Porque Oppenheimer es muchas cosas, pero no es un simple biopic dramático. Nolan narra el film como si fuera un thriller. Dos líneas narrativas paralelas sirven como hilo narrativo: en una de estas, Oppenheimer está siendo sometido a un inquisitorial proceso para determinar si es un peligro para la seguridad nacional; en la otra, el almirante Lewis Strauss está siendo sometido a una audiencia para ver si puede acceder a un importante puesto dentro del gobierno. De este modo, Nolan va alternando puntos de vista, lo que utiliza también para mostrar un mismo evento desde distintas perspectivas.
Pero este recurso es utilizado principalmente para convertir el film en un tenso thriller. En algunos momentos recuerda a los thrillers paranoicos de la década de los 70 como La conversación (The Conversation, Francis Ford Coppola, 1974), cuando trata la obsesión con la seguridad del ejército y la persecución de comunistas en suelo americano, con ecos de la caza de brujas del senador McCarthy. A través de los recursos del género, el director muestra las dificultades y el estado mental de Oppenheimer sometido a una tremenda tensión.
Las consideraciones morales y filosóficas del trabajo que se está llevando a cabo dentro del Proyecto Manhattan entran en primer plano tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, momento en que Nolan directamente flirtea con el cine de terror creando algunos momentos de auténtica pesadilla. Una inteligente manera de ilustrar conceptos, emociones y pensamientos complejos de forma clara, directa y sencilla al espectador.
Por supuesto, Nolan sigue jugando con la edición y la cronología de los acontecimientos como en sus anteriores películas, lo que sumado a la manera en que juega con los géneros hace de Oppenheimer una impresionante película que rompe las constricciones del género para sumergir al espectador en una experiencia tensa y emocionante que lo mantiene al borde de la butaca.
Oppenheimer no es solo que sea una de las películas más interesantes de la temporada veraniega, sino del año.
Oppenheimer
Épico thriller rodado en IMAX® que transporta a los espectadores a la trepidante paradoja de un enigmático hombre que deberá arriesgarse a destruir el mundo para salvarlo.
Guion: Christopher Nolan
Reparto principal: Cillian Murphy, Emily Blunt, Florence Pugh, Matt Damon, Robert Downey Jr., James D’Arcy