Muchas veces he escuchado la frase “los cómics son el cine de los pobres” y es algo que, como amante de ambas disciplinas, no me gusta escuchar. Esa expresión viene a decir que un medio es inferior a otro, que los cómics aspiran a ser cine. Si bien el cine ha sido una referencia en muchas ocasiones para el arte secuencial, también ha ocurrido a la inversa, y creo que este tipo de afirmaciones prejuiciosas no hacen más que condicionar el crecimiento del noveno arte y ponerlo en posición de inferioridad frente a otras disciplinas.
Con todas las adaptaciones de cómic a cine que se están sucediendo últimamente, parece que se está convirtiendo en un medio para un fin. Como si la película fuese la última expresión, elaborada y definitiva, de una historia en papel. Los cómics como storyboards de las grandes producciones de Hollywood. ¿Es eso justo? Yo creo que no.
El cine y el cómic son dos medios diferentes que cuentan historias a través de imágenes y diálogo. Pero el cómic puede ofrecer soluciones y estructuras narrativas propias y totalmente diferentes a las de una película, que son imposibles de adaptar al medio cinematográfico.
Durante una película, el espectador recibe una serie de información directa desde la pantalla con imágenes y sonidos que se suceden continuamente. Se produce una abstracción que, por mucho que te haga pensar, es una abstracción pasiva. El cómic pide al lector una participación activa en su lectura, ya que el arte secuencial está basado en las elipsis constantes. Sí, en el cine también se usa la elipsis, pero en los cómics tenemos elipsis entre viñeta y viñeta, lo que hace que el lector tenga que completar constantemente la información. Es tan importante lo que ocurre en esos espacios como lo que vemos en las viñetas, y cada lector hará suya la experiencia de esa lectura y de esa participación. Igualmente varía el diseño de página, el tamaño de viñetas, el coloreado, etc. Todo eso son recursos narrativos, más que estilísticos, y que hacen del cómic un medio diferente con su propio lenguaje. Y sólo estoy hablando a grandes rasgos.
El gran equipo que forman Grant Morrison (guionista) y Frank Quitely (dibujante) exploró estos recursos al máximo en varias de sus obras. WE3 es un gran ejemplo del uso de viñetas imposibles que te hacen quedarte mirando la página un rato hasta que comprendes lo que está pasando. Las perspectivas, encuadres y composiciones son de una creatividad muy atrevida, que muy poco tiene que ver con el cine tal y como lo conocemos. Los ejemplos son múltiples dentro de este cómic y muestran lo que se puede llegar a hacer en este medio si no está supeditado a la narratividad de otro.
Precisamente de este tipo de diferencias mal entendidas es de donde nacen los problemas en las adaptaciones. Hay algunos cómics que son imposibles de adaptar a la gran pantalla, quedando como resultado final un producto pobre. Si no, que se lo pregunten a Alan Moore, que no quiere que su nombre esté en los créditos de las adaptaciones de sus cómics al cine. Es comprensible, sólo hay que comparar los cómics y películas de From Hell, Watchmen, V de Vendetta o La Liga de los Hombres Extraordinarios, por citar algunos títulos. Lo que hacía grande a sus novelas gráficas está totalmente obviado en su versión cinematográfica, ya sea por una mala adaptación o, simplemente, por la imposibilidad de pasarlo de un medio a otro.
Centrémonos en Watchmen con un ejemplo muy significativo, el capítulo V, Aterradora Simetría. Para mí, y muchos otros lectores, este capítulo es un punto álgido en la obra y uno de los hitos en lo que se puede hacer a nivel narrativo en un cómic. El capítulo está dibujado de forma simétrica. La disposición de viñetas de la primera página y la última es una imagen especular, al igual que lo es la segunda de la penúltima, y así sucesivamente. El efecto culmina en las dos páginas centrales, perfectamente simétricas, mostrando una expresividad gráfica que acompaña a la narración. Imposible de adaptar a otro medio.
Puede que alguien llegue a pensar que esto son minucias, pero no lo son. En medios visuales, como el cómic o el cine, cómo cuentes la historia es tan importante como la historia en sí misma. Ha de estar en un equilibrio para poder provocar sentimientos y reacciones a la persona que está recibiendo tu mensaje.
Alan Moore, Grant Morrison y tantos otros creadores de cómics defienden el hacer historias aprovechando la narratividad del propio medio al máximo, creando cómics que sean una obra completa y original por sí misma. Aprovechar esas diferencias, eso que sólo se puede realizar en este medio y que es por lo que lo amamos. El cómic no es el cine de los pobres. El cine es el cine y el cómic es el cómic. Ambos medios son maravillosos e igual de dignos.