Te das cuenta de que te has hecho mayor cuando organizan revivals de películas que viste de pequeño en el cine. Aunque la excusa que se ha encontrado para traer de nuevo Parque Jurásico (Jurassic Park, Steven Spielberg, 1993) es su conversión al 3D.
Voy a ser sincero: no me gusta nada el 3D, me saca completamente de la película. Pero incluso un ateo del 3D como yo no puede más que reconocer que la transformación se ha hecho con bastante éxito, e incluso diría que es la única conversión que he visto que funciona. En el prólogo de la película y en la escena del ataque del tiranosaurio, las 3D funcionan particularmente bien. Pero la razón principal que hizo que fuera a verla no era el 3D sino la oportunidad de volver a ver Parque Jurásico en el cine.
Por supuesto, había visto más veces Parque Jurásico después de haberla visto en el cine en el ya lejano 93. Había vuelto a verla en vídeo, en DVD y, más recientemente, en Blu-ray. Pero hay algo mágico, algo ritual, en ver una película en el cine que no se puede reproducir en el salón del hogar. La experiencia compartida en la oscuridad con un montón de extraños, que de repente se transforman en compañeros de viaje. Especialmente en películas de acción y aventuras y fantasía, que invitan al espectador a reír, aplaudir, gritar. A participar, formar parte de la película, en lugar de ser un simple espectador.
Parque Jurásico se conserva muy bien. Al contrario de lo que sucede con otras producciones de la época, los efectos visuales y especiales se han conservado como el primer día, posiblemente gracias a la combinación de CGI y animatrónicos. El increíble trabajo de Stan Winston sigue siendo increíble. El duro trabajo que costó dar vida a la gigantesca cabeza del tiranosaurio valió la pena, ya que sigue igual de vivo hoy que hace veinte años.
Curiosamente, la primera vez que la vi me decepcionó un poco que no se incluyera el festival sangriento de la novela. Ahora me doy cuenta de que era obvio que no lo iban a incluir, no en una gran producción hollywoodiense dirigida por Spielberg, pero en aquel entonces no sabía lo que sé hoy. Pero poco a poco pude apreciar más y mejor esta película (así como el desmelene de la secuela), más aún cuando los temas de la novela de Michael Crichton están presentes en el film.
Crichton estaba obsesionado con contar cuentos morales sobre el mal uso o el uso irresponsable de la ciencia. Un tema clásico en la ciencia ficción, que se remonta a Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary W. Shelley e incluso a la mitología griega, que Crichton ya había desarrollado de forma parecida en su película Westworld, almas de metal (Westworld, 1973), su debut en el cine como director. Parque Jurásico y Westworld tienen muchos puntos en común, más allá de estar ambas ambientadas en parques temáticos. Ambas se centran en la ilusión de control, de poder controlar una tecnología que es usada sin considerar todas las posibilidades y consecuencias. En Westworld la ambición de crear androides ultravanzados acaba desembocando en la rebelión de estos androides que alegremente se ponen a masacrar turistas. En Parque Jurásico la avaricia y la soberbia se cogen de la mano para crear una pesadilla para los visitantes del parque (y para disfrute del espectador).
Parque Jurásico, además, nos ofrece la oportunidad de reencontrarnos con el mejor Spielberg, el Spielberg narrador de historias fantásticas. La mencionada secuencia del ataque del tiranosario es el mejor ejemplo de la habilidad de Spielberg para crear suspense, así como cualquier escena que involucre a los velociraptores. La manera en que el director establece la geografía del lugar en que transcurre la acción y la forma en que transmite la información justa al espectador para manipularlo y que disfrute más de la experiencia demuestran que es todo un maestro. Un arte que parecería perdido de no ser por las películas de Christoher Nolan o James Wan (que aplica al terror lo que Spielberg usaba en el cine de aventuras).
Yo crecí en una época en la que el nombre de Spielberg parecía estar asociado a todo el cine que molaba. Da igual si era como director de las películas de Indiana Jones, Tiburón (Jaws, 1975) o el delirio de 1941 (1979); o si era como productor de maravillas absolutas como Gremlins (Joe Dante, 1984), Regreso al futuro (Back to the Future, Robert Zemeckis, 1985) o Los Goonies (The Goonies, 1985). El nombre de Spielberg parecía garantizar que la película iba a ser como mínimo genial (esto era antes de Hook [1991] y otras películas que te recuerdan que Spielberg es humano y también se equivoca). Parque Jurásico, aunque brevemente, me ha llevado de nuevo a esa época. Disfrutadla de nuevo, aunque sea en 3D.
Estreno en las salas españolas el 23 de agosto.