La noticia escandalizó a todo el barrio; Joaquim guardaba un extraterrestre en el armario de su habitación.
Pero vayamos atrás en el tiempo, vayamos a una semana antes del descubrimiento…
Recuerdo que Joaquim estaba riéndose de mí porque aún no había rozado ningún “coñito” con los dedos. Entonces teníamos 14 años. Estábamos en mi casa oliéndonos los dedos y los suyos olían un poco raro. Recuerdo que habíamos hecho unas tostadas de pan Bimbo con Nocilla y Joaquim se había manchado los dedos. Al sorberlos puso una expresión de asco pero exclamó que el coño con Nocilla era algo extremadamente delicioso. Entonces le hice la gran pregunta. La pregunta del adolescente.
-¿Has metido los dedos en un coño?
-El otro día. –dijo.-
-¿Sandra? –pregunté-.
-Pseeeee
-Joder.
Joaquim nunca había sido un follador ni nada. Pero al oler los dedos, ESO solamente podía ser el olor de un coño. Nunca nadie nos había contado cómo era ese olor, de hecho era imposible expresarlo con palabras. Toda esa mierda del pescado podía ayudar, pero todos sabíamos que tampoco era totalmente cierto y que habría otros tipos de olores vaginales, olores nuevos, inexplicables, mágicos.
Me quedé enormemente impresionado, creía conocer a mi amigo pero el hecho de que hubiera tocado un coño, que hubiera estado el suficiente rato con una tía como para llegar a tocarle el coño era algo muy poco típico de Joaquim. Nos terminamos las tostadas y luego él se largó a su casa. Me dio la sensación que quería explicarme algo más pero no se atrevía. Quizás incluso había follado con Sandra. Durante la cena estuve algo triste, era esa extraña sensación de estar entrando en un mundo del que no quieres formar parte. Ese mundo donde las principales preocupaciones de la gente son tocar coños, follar, beber y todo eso. Un mundo de estúpidos, en fin.
Al día siguiente Joaquim no vino al instituto. Me pareció algo muy raro ya que el día anterior se encontraba bien. Durante la comida Sandra se me acercó y me preguntó por Joaquim, le dije que no sabía nada, que no sabía por qué no había venido hoy al instituto. Luego se fue. No sé qué problema tenía esa tía con Joaquim, lo único que sabía es que Joaquim le había tocado el coño, y eso no me gustaba demasiado. Al terminar las clases fui hacia su casa pero ahí tampoco estaba, sus padres aún no habían llegado del trabajo así que no puede entrar. De algún modo supuse que se estaba ocultando, quizás de Sandra. O quizás de mí.
Decidí volver a mi casa. Todo esto era un poco raro y me incomodaba. Recuerdo que pasé por el lado del badulaque que había de camino hacia casa y pensé en comprarme una bolsa de patatas fritas, dudé. Sabía que en breve cenaría y que entonces ya no tendría hambre, de algún modo sabía que comprar las patatas era algo “MALO”, pero me apetecían tanto que decidí entrar. Entonces le vi, estaba comprando cerveza. Intenté ignorar el hecho de que estaba comprando alcohol, como si fuera algo normal.
-¡Ei! ¿Cómo es que no has ido al instituto hoy?
-Paso.
-¿Y tus padres?
-Que les den por el culo. –dijo-.
Y se largó.
Era evidente que a Joaquim le pasaba algo. Había tocado un coño y se estaba aficionando a la cerveza. ¿Pero qué coño era esa mierda?
Algo me despertó esa noche. Era el teléfono. Fui corriendo a descolgarlo, no quería que mis padres se despertaran. Era Joaquim y me pidió que fuera a su casa. Durante la llamada estaba convencido de que tenía que ir a ayudarle y le dije que me esperara, pero al colgar me pareció una idea “de locos” y me volví a la cama. Fuera lo que fuera, seguramente podía esperar a mañana. Quiero decir, eran las 5 de la madrugada y salir a esa hora sin avisar a mis padres me haría parecer un chaval extraño, con problemas. Así que me quedé tumbado, pensando en los coños y las cervezas.
A la mañana siguiente mis padres me preguntaron por la llamada. Me inventé alguna mierda que no se creyeron pero que disipó su interés por el tema. Ese día Joaquim tampoco vino al instituto. Harto de la situación me acerqué a su casa de nuevo. Llamé pero nadie me abrió. Rodeé la casa en busca de alguna ventana abierta pero nada. Era imposible entrar de forma no violenta. Se me pasó por la cabeza la idea de romper un cristal y entrar, pero a los pocos segundos mi mente racional se ocupó de hacerme olvidar esta puta idea loca. De nuevo me rendí. Y me largué. Al llegar a mi casa pensé en decirles algo a mis padres, todo esto me parecía muy jodido, quizás tenía que solicitar ayuda adulta. Quizás era lo mejor. Quiero decir, quizás estaba sucediendo algo realmente jodido, quizás se habían muerto todos dentro de esa casa. Empecé a pensar cosas muy horribles cuando de repente Joaquim me llamó por teléfono. Me volvió a pedir que fuera a su casa. Era extraño, hacía media hora que estaba en la puerta de su casa llamando al maldito timbre y no me había abierto y ahora me estaba llamando para que fuera con él.
Volví a presionar el timbre de la puerta de casa de Joaquim. No sucedió nada. Volví a llamar, una, dos y tres veces pero nada. Esto parecía una puta broma. Harto de todo esto busqué una piedra y la lancé contra el cristal de una de las ventanas. Abrí la ventana y entré en la casa. Todo estaba oscuro. Me conocía muy bien la casa de Joaquim así que pude ir directo a su habitación. Desde fuera atisbé una pequeña luz abierta, quizás la de la mesita de noche. Abrí la puerta poco a poco y allí vi a Joaquim de pie, delante de algo.
-Pasa –dijo-.
-¿Qué está pasando?
Joaquim se giró y vi que detrás había alguien más.
-Es un amigo, es de otro planeta. Le llamo David.
-Pero si David soy yo -le dije-.
Entonces lo vi. Estaba en el suelo, era algo marrón, sin nada de pelo. Era como si hubieran hervido un mono. Toda su piel estaba como desecha. Era realmente asqueroso.
Joaquim me puso en situación. Empezó a contarme la historia desde la tarde del día antes de nuestras tostadas con Nocilla. Justo cuando se sucedía el affair de Sandra, con todo eso del coño. Me contó que esa tarde, después de despedirse de mí en el colegio, Sandra llamó a la puerta de su casa. Allí ella le dijo que si la dejaba entrar. Joaquim, extrañado, la dejó pasar. Ambos se sentaron en el comedor a ver la tele, Joaquim no tenía ni puta idea de qué hacer ni de cuanto duraría aquello. Entonces ella empezó a hablar de mierdas de la escuela hasta que de repente le besó. Joaquim se quedó parado y ella empezó a rallarse, a preguntarle si la encontraba fea o qué, que si él tenía algún problema. Por lo que parece, ella no podía entender que a Joaquim le importara una mierda todo eso de los besos. Entonces ella se sacó los pantalones cogió la mano de Joaquim y se apartó hacia un lado las braguitas.
Apretando fuerte la mano de Joaquim ella se pasó los dedos de mi amigo por su vagina y empezó a gemir. Joaquim me dijo que no parecía Sandra, era como otra persona, como de otra edad. Era como si estuviera fuera de lugar, haciendo cosas que no le tocaban hacer. Joaquim no pudo más con esta situación y se largó corriendo de su propia casa, corrió por las calles hacia las afueras, salió de la ciudad hasta llegar al bosque. Allí se paró al lado del río y se sentó en una roca. Se acercó los dedos a la nariz y no le gustó nada ese olor. Al irse a lavar las manos al río vio que allí había algo, un cuerpo. Era el bicho este. Sin pensarlo demasiado lo sacó del agua y lo sentó en un tronco roto. Estaba vivo pero no podía hablar. Miró su reloj, aún quedaba una hora antes de que sus padres llegaran a casa, así que decidió cogerlo en brazos y llevarlo a su habitación. Cuando Joaquim llegó con el extraterrestre Sandra ya no estaba. Tapó a “David” con varias toallas y lo puso a descansar en su cama. Sus padres no se enteraron de nada. Al hacerse de día lo ocultó en el armario de la ropa de su habitación y se largó al colegio. Por la tarde comimos en mi casa las tostadas con Nocilla y ahí se chupó los dedos con olor vaginal. Al volver a su casa se encontró a “David” muy jodido, casi ni respiraba y le pedía un abrazo. Al ver al bicho tan jodido decidió decirles a sus padres que no se encontraba muy bien y al día siguiente se quedó en casa todo el día, cuidando de “David”. Esos dos días se los pasó en su casa abrazado al bicho raro, por lo que parecía era la única forma de evitar que muriera.
Aquí terminó su relato. No sabía qué coño pensar de todo esto. Menuda movida. Joaquim me presentó a “David”, realmente no tenía muy buen aspecto. Su mirada era extraña, era como pura. Era una mirada que había visto las estrellas y los planetas directamente desde el espacio exterior, sus ojos tenían una luz muy sorprendente. Comparado con su cuerpo, sus ojos eran preciosos, eran mágicos. De repente empezó a gemir, a moverse de una forma muy jodida y a toser, Joaquim lo abrazó rápidamente, con mucha fuerza y ambos se quedaron como en trance, como idos. Al poco rato “David” empezó a calmarse, parecía encontrarse mejor.
Durante los siguientes días Joaquim tampoco apareció por el colegio, pero al terminar las clases siempre me acercaba a su casa para ver cómo estaba “David”. Con el paso de los días me di cuenta de que la salud de Joaquim estaba empeorando. Fuera lo que fuese lo que tenía ese bicho, se lo estaba pegando a Joaquim a través de esos malditos abrazos de mierda. Debo reconocer que me incomodaba el hecho de que Joaquim pasara más tiempo con “David” que conmigo, pero me sentía tan apartado de todo esto, tan lejano de ese extraño romance que no me veía capaz de intervenir en nada. Realmente sentía que yo era un extraño cuando estaba con ellos dos.
El estado de Joaquim empeoró mucho, sus padres creyeron que era de esa fiebre que se había inventado para no ir al instituto. A los pocos días lo ingresaron en el hospital. La cosa se estaba poniendo bastante seria. Una tarde fui a verle, estaba muy débil y parecía más pequeño, como si tuviera 12 años o así. Me dijo que cuidara de “David”, alguien tenía que seguir curándolo. Me pareció una puta locura pero esa misma tarde fui a su casa, hablé un poco con sus padres y luego me acerqué a su habitación. Abrí el armario y allí estaba eso. Era terrible. Estaba aún peor que los días anteriores. Me pareció muy extraño tener que abrazar a ese bicho de otro planeta. Se supone que esos tipos deben tener una tecnología brutal, pero no, allí estaba yo y la única forma de salvarlo era abrazándolo. Y eso, de algún modo, me mataría a mí. Además el tipo se llamaba “David”, como yo. ¿Qué coño se supone que estaba salvando? Huyendo de todo razonamiento racional decidí arrodillarme y entré en el armario, aparté las camisas colgadas y me tumbé a su lado. Poco a poco empecé a tocarlo. Puse mis brazos alrededor de su cuerpo y apoyé mi barbilla en su hombro. Noté rápidamente como el bicho empezaba a recuperarse. Era muy agradable, era como un sueño, como estar debajo el agua, como rodeado de nubes o algo. Estaba como dándole vida. Supongo que le estaba dando MI vida, supongo que por eso Joaquim ahora estaba tan jodido con esos tubos metidos por la nariz. Ayudar a “David” era perjudicarse a uno mismo, era perjudicial quedarse con “David”. Entonces lo vi, para seguir adelante teníamos que olvidarnos de él, teníamos que dejarlo atrás, seguir con nuestras vidas, vivir como se supone que se tiene que vivir; normal, sin extraterrestres ni mierdas. “David” nos estaba atando a él, no podíamos estar eternamente dándole parte de nuestra vida. Era una decisión difícil, más sabiendo la estima que Joaquim le tenía, pero era la única posibilidad de seguir adelante.
Fue un momento muy extraño. Los padres de Joaquim vieron al mejor amigo de su hijo entrar en el comedor llevando un extraterrestre en sus brazos. Intenté contarles un poco la historia, tal y como os la estoy contando a vosotros, pero no escucharon. No escucharon nada.
La noticia escandalizó a todo el barrio; Joaquim guardaba un extraterrestre en el armario de su habitación.
Todo fue muy deprisa. Primero vino la policía y luego como unos científicos, más tarde los periodistas y algunos famosos. A los pocos días ya se lo habían llevado y todo volvió a la normalidad. Intenté seguir el rastro de “David” por internet pero no encontré nada. Algunos dicen que lo mataron, otros que le mantienen con vida abierto de par en par. Incluso algunos dicen que era un hombre que había sufrido algún tipo de accidente. Pero los que afirmaban esto no habían mirado a “David” a los ojos, no habían visto todas esas estrellas en su mirada. Nadie sabe de dónde salió ni a dónde se lo llevaron. Quizás llegó del espacio exterior o quizás llevaba tiempo en la tierra, viviendo libre por los bosques. O quizás se escapó de alguna instalación de esas que en las que experimentan con extraterrestres. Quizás se estrelló hace mucho tiempo en la tierra, quizás era muy mayor y se estaba muriendo de viejo. O quizás era muy joven y muy débil. Quién sabe. Con el tiempo nos olvidamos completamente de él. Lo bueno es que Joaquim se recuperó, salió del hospital y volvió al instituto. A los pocos meses empezó a salir con Sandra. Luego cortaron y conoció a otra chica. Cortó con ésta y conoció a otra. Se ve que follaba mucho. Salía cada viernes y sábado a beber y a pillar coñitos. La verdad es que se distanció bastante de mi, supongo que empezó a tener otros intereses y yo era como una carga para él. Yo seguí con mis cosas, con lo que consideraba normal a mi edad; me compraba cómics y escuchaba discos. Por si os lo estáis preguntando, al cabo de unos años empecé a ir a conciertos y una noche me follé a una tía, pero entonces ya tenía 19 años, entonces ya era otra persona. Respecto a “David”, bueno, es como si nunca hubiera existido, como si nadie se hubiera enterado de lo que pasó. Todos se habían olvidado. Con Joaquim nunca volvimos a hablar del asunto, ya os digo, apenas hablábamos, él siguió su camino y yo el mío. Creo que fue justo esa tarde de la Nocilla cuando todo empezó a cambiar, y no lo digo por el extraterrestre, lo digo más bien por el coño de Sandra. Eso le cambió algo en el cerebro, no se qué, pero lo cambió. Creo que intentó luchar, seguir igual, pero ese esfuerzo le estaba matando, como a todos supongo. A todos nos llega el momento de cambiar, a algunos les llega antes y a otros después. Unos se olvidan de lo que eran y otros no. Unos se olvidan de lo que pasó con “David”, pero yo recuerdo perfectamente esos ojos y estoy completamente orgulloso de esa tarde, de ese momento en que lo abracé durante un rato y lo mantuve con vida, aunque solamente fuera por un momento.