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Los números ocultos de la Beca Cómic 2025

La polémica estaba servida. Cuando la semana pasada se publicó la lista provisional de las Ayudas de Subvención de Creación de Cómic 2025 (a partir de ahora, Beca Cómic), las quejas y debates en el sector no se hicieron esperar. En la invitación a participar en el programa de los jueves en directo de Freakland (a ver quién se anima a invitarme al suyo), me lancé a analizar el asunto, cuestionando incluso la necesidad de los puntos por paridad de género. Pero la inmediatez hizo que no fuese todo lo riguroso que me hubiese gustado. Mi análisis era parcial, basándome solo en las primeras 53 obras para sacar unas conclusiones no del todo exactas. Esa equivocación me obligó este fin de semana a sentarme, a crear la lista completa de obras y a hacer bien los deberes. Y lo que he descubierto cruzando las cifras de las obras admitidas es mucho más revelador —y complejo— de lo que parecía en un primer vistazo.

Los números ocultos de la Beca Cómic 2025

Si no he errado en la elaboración de las tablas, el Ministerio de Cultura publicó una lista provisional de 417 obras admitidas en la última fase de la Beca Cómic 2025. A partir de este volcado de datos —tratando cada proyecto como una unidad, independientemente del número de autores— y cruzando las diferentes tablas de puntuación, se puede realizar un experimento revelador: ¿cómo cambiaría la lista final si se modificaran o eliminaran algunos de los criterios de valoración?

Este ejercicio no es una crítica, sino una radiografía del impacto concreto que tienen las políticas de incentivos en la promoción de la diversidad y la profesionalización en el sector del cómic.

El Punto de Partida: Una Lista con Paridad

En la selección oficial, que combina las puntuaciones de Calidad artística y técnica, Innovación y valor cultural, Brecha de género y Compromiso editorial, el resultado es notable en términos de paridad. De las 40 obras que recibirán la beca, 27 (un 67.5%) son de autoras completas o cuentan con participación femenina. Este dato supera con creces la cuota mínima del 30% (12 obras) establecido para cómics de autoras.

En el total de las 417 obras admitidas, 180 (el 43%) tienen participación femenina, lo que indica una base saludable de candidaturas. El sistema, en su forma actual, no solo cumple con el cupo, sino que lo amplía significativamente.

Experimento 1: Eliminando la Puntuación por Brecha de Género

¿Qué pasaría si la beca premiara únicamente la calidad artística y la innovación, sin añadir puntos extra por abordar la brecha de género? El escenario cambia drásticamente.

Al eliminar este criterio:

  • La lista de los 40 proyectos con mayor puntuación sufre una revolución: 17 proyectos nuevos entran en la lista de beneficiarios.
  • La representación femenina se desploma. De las 27 obras, solo 11 se mantendrían entre las 40 mejores por su puntuación pura en calidad e innovación.
  • Para cumplir con la cuota mínima de 12 obras, sería necesario recurrir al «arrastre» desde puestos inferiores. Por ejemplo, la obra de Laurielle, que en la lista original estaba en la posición 27, caería al 41, y tendría que ser becada para llenar el cupo. Este movimiento, a su vez, desplazaría a proyectos como «Zona Ideal» de Paco Alcázar, que sin la brecha de género habría subido del puesto 106 al 39, pero igualmente no optaría a la ayuda.

Este experimento demuestra que, sin el incentivo, la paridad no se produce de forma orgánica en la cúspide de la valoración por calidad. La puntuación extra actúa como un contrapeso eficaz a un desequilibrio preexistente.

Experimento 2: Eliminando también el Compromiso Editorial

Si damos un paso más y suprimimos además la puntuación por tener un contrato editorial previo, el panorama se redefine de nuevo. El compromiso editorial es un criterio que, en teoría, premia la profesionalización y la viabilidad comercial del proyecto.

En este escenario:

  • La lista de los 40 beneficiarios tendría 18 obras nuevas y diferentes respecto a la lista oficial.
  • La representación femenina se recupera ligeramente, pasando de 11 a 12 obras dentro del «top 40» natural, justo la cuota mínima.
  • Aquí surge uno de los casos más llamativos: la obra dePulido Rodríguez, que en la lista oficial ocupa el puesto 98, ascendería al puesto 3 sin los puntos de brecha de género y de editorial. Esto indica que su obra tiene una puntuación muy alta en calidad e innovación, pero es superada en el cómputo global por proyectos que suman puntos en otras categorías.

¿Quiénes son los Ganadores y Perdedores de estos Cambios?

El análisis revela un patrón claro:

  • Sin brecha de género: Salen perdiendo, mayoritariamente, obras con participación femenina que necesitan del incentivo para competir en la cúspide de la lista.
  • Sin compromiso editorial: Salen ganando autores, a menudo menos conocidos o que no tienen un contrato editorial cerrado, pero cuyas obras poseen una alta calidad intrínseca. También se benefician algunas de las obras femeninas que se habían visto perjudicadas en el primer experimento.

Esto plantea una reflexión fundamental: ¿cuál es el verdadero objetivo de la ayuda?

Si el objetivo es premiar exclusivamente el mérito artístico en bruto, un sistema sin puntos extra acercaría la lista a ese ideal. Sin embargo, los datos muestran que este enfoque tendría un coste: una menor diversidad y una posible reproducción de las mismas élites ya consolidadas en el sector.

Si, por el contrario, el objetivo es fomentar un ecosistema del cómic más diverso y paritario, la herramienta de la brecha de género se revela como potentísima y necesaria, tal como demuestra el análisis: sin ella, la representación femenina en el top 40 se desploma. Sin embargo, la eliminación del criterio de compromiso editorial introduce un matiz crucial: beneficia principalmente a creadores menos consolidados, tanto hombres como mujeres, que carecen de un contrato profesional, pero cuyas obras destacan por su calidad e innovación puras.

Esto revela una tensión fundamental: mientras el criterio de género promueve activamente la paridad, el criterio editorial puede, en la práctica, actuar como un refuerzo para autores ya establecidos en los circuitos profesionales. Por lo tanto, la respuesta no es binaria. Un sistema que priorice la diversidad y la oportunidad para talentos emergentes podría necesitar del incentivo de género, pero también de replantearse si el respaldo editorial, lejos de ser un impulso para lo nuevo, se convierte en una ventaja acumulativa para quienes ya lo tienen.

Conclusión: Un Equilibrio Delicado con un Impacto Real

La Beca Cómic no es solo un concurso de calidad. Es una política cultural activa. Los datos demuestran que las reglas del juego no son neutrales: definen qué voces se escuchan y qué historias se cuentan.

La elección de incluir o no estos criterios extra no es técnica, sino política y filosófica. ¿Se prefiere una lista que refleje una «meritocracia» pura, con el riesgo de ser menos representativa? ¿O se prefiere una lista que utilice la palanca de la subvención para corregir inercias del mercado y apostar por una creación más rica y variada?

La respuesta a esa pregunta define el tipo de industria del cómic que queremos construir para el futuro. Y los números, en este caso, hablan por sí solos, pero la conversación no termina aquí. Quedan en el tintero otras cuestiones cruciales de los que sí hablé en el directo: la recurrencia de autores que han percibido múltiples becas, la brecha económica que esta ayuda supone para unos creadores frente a otros, e incluso genera una desigualdad interna en el mismo género femenino que priorizan a algunas por encima de otras.

Más allá de los nombres propios, ¿Beneficia de forma efectiva al sector del cómic o se limita a repartir oportunidades dentro de un círculo ya establecido?