Es una pregunta que me hago últimamente montado en la moto recorriendo las calles de Barcelona. ¿Por qué ellas que, desde la época dorada de Hollywood con una Marilyn Monroe al frente o la francesa Brigitte Bardot como representante europea, dominaron el mundo de la belleza ahora son, salvo contadas excepciones, las feas?
Centrándonos en el país en que vivimos, a finales de la posguerra sufrimos la (agradecida) invasión de las desinhibidas suecas, el nivel máximo del canon de la belleza, todas ellas rubias y guapas. En un país donde todas las mujeres eran morenas, que quieres que te diga, desentona y en una época donde empezaba la epidemia del consumismo, condicionó la mente humana. Queremos lo nuevo, cueste lo que cueste. Por lo que los hombres españoles empezaron a dejar de lado las ‘nativas’ por las ‘invasoras’.
Con el tiempo nuestras mujeres, las ‘nativas’, empiezan a usar el tinte de cabello para rivalizar contra estas féminas. El duelo se iguala durante unos años pero quienes salen ganando son los hombres, que con la globalización más extendida tienen más diversidad de opciones, además de rubias y morenas, las pelirrojas y castañas.
Hoy en día todo eso es agua pasada aunque el tinte sigue siendo de uso regular entre algunas mujeres, pero los valores de belleza han cambiado, ahora no son las rubias las guapas sino todo lo contrario, las morenas. Pero eso ellas no lo saben (y una vez más, salvo excepciones) en las fiestas serán las morenas las que capten más la atención (ejemplarizando con Hollywood una vez más, tenemos a Jennifer Connelly o la más joven Megan Fox), relegando a las rubias de bote. ¿Por qué? Porque esas rubias camufladas en realidad son feas y anhelan conseguir lo que sus antepasadas se propusieron, pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Antiguamente en España la belleza era marca no registrada de las suecas, hoy la voz cantante la tienen las nativas no teñidas.
