El director Sam Mendes nos presenta con 1917 (2019) un relato ambientado en la Primera Guerra Mundial utilizando al máximo las herramientas del siglo XXI. Un esfuerzo técnico que le ha valido recibir el Globo de Oro al mejor director y que su film haya sido premiado también con el Globo de Oro a la mejor película dramática.
Los cabos Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George Mackay) reciben una misión casi imposible: entregar un mensaje atravesando territorio enemigo que detenga 1600 soldados que se dirigen de cabeza a una trampa, entre los que se encuentra el hermano del cabo Blake. Una historia sencilla y directa, un elemento necesario para cumplir el objetivo de Sam Mendes: que todo el film sea contado mediante un plano secuencia. En realidad dos planos secuencia, ya que hay un fundido a negro para comprimir el paso del tiempo, de otro modo la película duraría 12 horas.
Hablamos de plano secuencia cuando nos referimos a una escena rodada en una sola toma más larga de lo habitual. Ya en 1948 Alfred Hitchtcock intentó rodar una película usando un único plano secuencia: La soga (Rope). Sin embargo, entonces Hitchcock estaba limitado por la duración de cada rollo de film que se podía cargar en la cámara, así que La soga está construida en base a distintos planos secuencia, intentando disimular los cortes colocando la cámara en la espalda de algún actor. Pero con la llegada de la edición digital, el avance en efectos visuales y la filmación digital, con cartuchos que duran varias horas, presentar una película en un único plano secuencia se ha hecho más popular y más sencillo técnicamente. Por supuesto, la dificultad de que largas secuencias salgan bien sin ningún fallo sigue estando presente, así como la dificultad de planear estas largas secuencias.
En el caso de 1917, la técnica le sirve a Mendes para colocarnos en la piel de estos soldados, hacer más real la dificultad de su viaje. La tensión y el suspense se ven también ensalzados por el trabajo de cámara, en la manera que se presentan los muchos obstáculos que se encuentran los soldados protagonistas. Es un trabajo de cámara que no llama la atención sobre sí mismo con planos imposibles, simplemente es una cámara invisible que acompaña los soldados paso a paso. Aquí radica la importancia de que la historia sea sencilla y directa, como ya hemos mencionado antes.
La complejidad técnica y la narrativa sin florituras se unen para crear una película emocionalmente muy rica. Una experiencia emocional para disfrutar en la pantalla grande.