La clásica novela de Lew Wallace Ben-Hur ha sido llevada al cine en múltiples ocasiones. Prácticamente desde los inicios del séptimo arte ya que la primera adaptación data de 1907. Sin contar las versiones televisivas en formato de miniserie, la más popular y conocida adaptación de la novela es la tercera versión de Ben-Hur, estrenada en 1959 dirigida por William Wyler y protagonizada por Charlton Heston (la versión que ponen siempre en fechas navideñas por televisión).
La popularidad de este gran clásico del cine es tal, que la nueva Ben-Hur (2016) (Ben-Hur, Timur Bekmambetov, 2016) es más un remake del film de Wyler que una nueva adaptación de la novela de Wallace, ya que sigue más de cerca el argumento del clásico film que el de la clásica novela. Pero esto no se ha de interpretar como un argumento contra esta nueva película, ya que el film de Bekmambetov tiene bastantes cosas a su favor a pesar de que pierda algo de pie al final.
El argumento gira en torno a dos hombres: Judá Ben-Hur (Jack Huston) y Messala Severus (Toby Kebbell), uno judío y el otro romano, que han crecido juntos como hermanos. El destino hará que pasen del amor a odio, envueltos en los enfrentamientos de los fanáticos zelotes contra la ocupación del Imperio Romano. En este sentido, teniendo en cuenta los sucesos que tienen lugar no solo en el moderno Jerusalén sino en todo el mundo, el planteamiento y desarrollo del argumento resulta bastante relevante a pesar de estar ambientada en el año 33 d. C.
Filmando en su mayor parte en escenarios naturales, incluso en lugares de importancia arqueológica, Bekmambetov logra darle al film un look natural y auténtico, lejos de la artificialidad infográfica de recientes películas de época. Es decir, se emplean efectos visuales para extender y aumentar los decorados y en algunas escenas de batallas, pero su uso es bastante cuidado y no le resta autenticidad al film. En especial en escenas dramáticas como la claustrofóbica secuencia en la que vemos a Ben-Hur atrapado en las galeras de un barco en plena batalla.
Por supuesto, el momento álgido del film es la carrera de cuadrigas. De nuevo, el director consigue que resulte un momento efectivo gracias al adecuado uso de efectos visuales donde es necesario (los caballos siendo heridos, por ejemplo) pero manteniendo cierta “realidad” para que no pierda visceralidad (toda la visceralidad posible en un film para mayores de 13 años). Mucho antes de la carrera, el reparto maneja bastante bien el drama, ganando interés a medida de que las circunstancias se producen para que los dos protagonistas se enfrenten a muerte.
La lástima es que en las escenas finales, el film vuelve a la original intención de la novela, de ser un vehículo para promocionar la religión católica, y pierde gran parte de la validez que había ido ganando a lo largo de todo el metraje. A pesar de este traspié final, la nueva Ben-Hur es una correcta y bien ejecutada película “de romanos”.
Estreno en las salas españolas el 2 de septiembre.
