Regresa a la gran pantalla el clásico personaje creado por Mike Mignola, con un reboot en el que, esta vez, al demoníaco héroe le da vida David Harbour (Stranger Things), que se enfrentará a una malvada interpretada por Milla Jovovich.
Buscando vengarse de Hellboy (Harbour), Gruagach (Stephen Graham) recompone el cuerpo mutilado de Nimue (Jovovich), una poderosa bruja que casi extinguió a la humanidad y que fue derrotada por el rey Arturo (Mark Stanley) y el mago Merlín (Brian Gleeson). Nimue tiene su propia agenda y espera provocar el Apocalipsis con la involuntaria ayuda de Hellboy.
Como muchos fans del personaje y del cineasta Guillermo del Toro, deseaba que el director mejicano hubiese podido completar su trilogía anunciada de Hellboy (2004) y Hellboy II: El ejército dorado (Hellboy II: The Golden Army, 2008). Del Toro lo intentó muchas veces, pero no fueron películas que al estrenarse reventaran las taquillas de cine, así que el estudio que las produjo no estaba muy interesado en hacer otra más. De modo que Mike Mignola decidió que prefería llevarse sus derechos a otro estudio y hacer un reboot que introdujera de nuevo al personaje, en una versión más cercana a la de los cómics que las películas ya existentes.
Este nuevo Hellboy (2019) está en manos de Neil Marshall, director de grandes títulos de terror como Dog Soldiers (2002) y The Descent (2005). Aunque supongo que a muchos les resultará más familiar por haber dirigido varios episodios de Juego de tronos. Marshall, efectivamente, imprime a esta nueva adaptación una estética más cercana a la obra de Mignola, centrada en el terror y la acción, que las películas de Del Toro, más orientadas al fantástico y al cine de superhéroes. El resultado es un film que es toda una fiesta para el aficionado no solo al cómic de Hellboy, también para el amante del terror y la serie B. Una película que se regodea explotando sus influencies de culto, con unas surrealistas criaturas sacadas directamente de los cómics. Otro detalle sacado de los cómics, que Guillermo del Toro eliminó y me alegro de que haya vuelto, es que la acción transcurre en un mundo donde es pública la existencia de Hellboy y la AIDP, así como la existencia de criaturas sobrenaturales.
Para entender a qué me refiero al decir que se explotan las influencias del cine de culto y la serie B, sirve como ejemplo una secuencia del inicio del film (sacada directamente de las páginas de una de las aventuras en cómic del personaje), que nos presenta a Hellboy en México. Este no tarda en verse envuelto en una pelea con los clásicos luchadores enmascarados con criatura aterradora incluida, al ritmo de una versión en español latino de Rock You Like a Hurricane. Que esta secuencia os divierta u os haga poner los ojos en blanco indica si disfrutaréis como enanos con este nuevo Hellboy o no.
Os habréis dado cuenta de que me incluyo en el primer grupo. Disfruté con cada minuto de esta película. Un film cargado de sangre, acción y rock and roll (Alice Cooper y Mötley Crüe suenan en la banda sonora). Pero no todo son tripas de monstruo y mutilaciones, la historia nos ofrece un momento crucial de Hellboy, cuando el personaje se encuentra en conflicto consigo mismo y su lugar en el mundo.
Pero mucho me temo que las mismas razones por las que disfruté enormemente con el Hellboy de Marshall son las mismas que harán que tampoco sea un gran taquillazo que genere más secuelas (aunque deseo que ojalá sea así). En este sentido, me recuerda a otra gran película que es un clasicazo para mí: Lifeforce: Fuerza vital (Lifeforce, Tobe Hooper, 1985). Ambas son películas que celebran el cine de género, explosiones de pura y épica Serie B, que es dudoso apelen al gran público. Pero no cuesta nada soñar. De momento, preparaos para la terrorífica fiesta que es Hellboy.
