Igual que nuestro universo está en continua expansión, lo está el universo cinematográfico de Expediente Warren. Tras Annabelle: Creation y La monja se incorpora La Llorona (The Curse of La Llorona, Michael Chaves, 2019), basada en una leyenda mejicana.
Anna Tate-Garcia (Linda Cardellini) es una ocupada madre y trabajadora social que no escucha la advertencia que le hace Patricia (Patricia Velasquez), ya que cree que está algo desequilibrada. Pero debería haber escuchado porque ahora La Llorona (Marisol Ramirez), un espíritu errante, va tras sus hijos.
Producida, entre otros, por James Wan, La Llorona sigue fielmente el estilo de las películas del universo Expediente Warren, sin ser tan exagerada como La monja (The Nun, Corin Hardy, 2018) y más en sintonía de la primera Annabelle (John R. Leonetti, 2014). Y este es el principal problema que tiene el film de Michael Chaves, director de la futura The Conjuring 3, todo resulta muy matemático. Todo el conjunto se hace ya muy familiar, desde cómo se plantean los sustos hasta cómo evoluciona la historia. Este estilo de terror sobrenatural empieza a dar signos de cansancio, algo que resulta más evidente cuando uno de sus mayores sustos está sacado de La maldición (The grudge) (Ju-on, Takashi Shimizu, 2002), un clásico del J-Horror, un estilo de hacer cine de terror que fue muy influyente en esta reciente ola de cine sobrenatural.
La Llorona, como hemos dicho, se basa en una leyenda mejicana que ya ha sido llevada al cine en diversas ocasiones, incluso se ha enfrentado a Santo, el enmascarado de plata en La venganza de la Llorona (Miguel M. Delgado, 1974). Su aspecto en esta nueva película está muy logrado, aunque sería más efectivo si el film supiera desarrollar de manera más innovadora la historia que cuenta.
La Llorona es un film predecible y demasiado mecánico para resultar efectivo como película de terror.