El cine ha dado grandes personajes que pueden llegar a darnos miedo incluso años después, ahí quedan personajes o criaturas como Freddy Krueger, Jason Vorhees, Michael Myers, Chucky, Critters… sin embargo, en el caso que nos ocupa, es más bien lo contrario ¿Quién puede tenerle miedo a los tomates?
Inspirado por el título que utilizaron en el mercado estadounidense para la película Matango (Ishiro Honda, 1963) producida por la japonesa Toho Studios, Attack of the Mushroom People (El ataque de las personas hongos). La cinta seguía a un grupo de personas que sobreviven a un naufragio y acaban en una isla salpicada de hongos radiactivos. Pero el guionista y actor Costa Dillon cogió ese extraño título americano y escribió una historia en que lo más absurdo que se le ocurriese sería la amenaza, eligió los tomates con lo que ahí comenzó todo.
El ataque de los tomates asesinos
(Attack of the Killer Tomatoes!, John De Bello, 1978)
Mucho antes de que la producción del largometraje comenzase a realizar, existió un cortometraje que Costa Dillon realizó junto a sus amigos de secundaria John De Bello y James Stephen Peace cuando cursaron una especialidad de cine en la Universidad de California, en Davis. Allá con una Super 8 grabaron el cortometraje de 10 minutos que les valió el aprobado por sus esfuerzos aunque a estas alturas ese material ya es irrecuperable. Este mismo trío de amigos firman el guion de la película El ataque de los tomates asesinos, y uno de ellos la dirigió, John De Bello.
Tras ser sometidos a experimentos gubernamentales, los tomates se convierten en una gran amenaza para el pueblo americano que huye despavoridos incluso al oír la palabra «tomate». Una serie de jefes de estado y diferentes departamentos en una de las reuniones más absurdas y surrealistas que he visto hasta el punto de sentir vergüenza ajena deciden conformar un equipo de dudosas capacidades para hacer frente a la amenaza. Ahí se juntan varios personajes estrafalarios del que destacaré a Mason Dixon (interpretado por David Miller) un paracaidista que será clave para cumplir con la misión. De mientras, tomates reales «acaban» con la humanidad en planos de stop-motion cutres, también se desvela que los altos cargos que debían protegernos en realidad ¡eran los malos! (no se podía saber). Finalmente, ya con tomates gigantes para dar más emoción al asunto, y en una gesta masiva del pueblo liderada por el paracaidista Dixon logran exterminar a todos los tomates asesinos.
Esta producción de serie B es una comedia surrealista de las malas, bautizada como una de las peores películas producidas y comparadas con las de Ed Wood. No les falta razón, lo mejor es su maravilloso cartel. El ataque de los tomates asesinos esconde grandes curiosidades como el accidente del helicóptero que no fue planificado pero sucedió, gracias a que nadie falleció se mantiene en el corte final. A pesar de todas estas cosas la película se convirtió de culto lo que dio paso a tres películas más, una serie de animación, muñecos, cómics… Además de ser la película proyectada en el cine que aparece en Elvira, Reina de las Tinieblas (Elvira: Mistress of the Dark, James Signorelli, 1988).
El retorno de los tomates asesinos
(Return of the Killer Tomatoes!, John De Bello, 1988)
Una década después se estrenaría esta continuación que añadiría elementos y personajes nuevos engrosando la propia mitología de los tomates asesinos y casi un camino que seguir a partir de ahora: la aparición del Profesor Gangreen (interpretado por John Astin, el mítico Gomez Addams de la serie clásica en blanco y negro de La familia Addams), un Mad Doctor al que no le falta su particular ayudante Igor (Steve Lundquist). Pues bien, el Profesor Gangreen experimenta con tomates con el fin de dominar el mundo. En sus experimentos consigue crear soldados dóciles a partir de tomates. Estos «Rambos» le obedecerán en esta nueva amenaza a la humanidad en la que tampoco faltarán tomates asesinos. De mientras conoceremos a un par de jovenzuelos, por un lado tenemos al guaperas Matt Stevens (siendo uno de los primeros papeles protagónicos en cine de George Clooney) y por otro al inseguro Chad Finletter (Anthony Starke) que luchará por el amor de una joven que es secuestrada por el Mad Doctor y hará lo imposible por salvarla. ¿Recordáis al paracaidista de la primera?, Dixon vuelve a salir frustrado porque no le reconocen ni reconocieron su gran hazaña por el país. También hace acto de aparición un tomate peludo (parece un peluche) que no es malo y murmura para comunicarse, esta ayudará a los protagonistas para lograr parar los pies al malo de turno, ni siquiera tener que conducir (o algo así) un cuatro ruedas (¡que no tiene manos!) lo detendrá.
Dirige de nuevo John de Bello, que además de seguir en el equipo de guionistas junto a Costa Dillon, entra Stephen Andrich en el lugar de James Stephen Peace. Por suerte, el dicho de «Segundas partes nunca fueron buenas» no se aplica aquí, ya que supera su predecesora con creces. El retorno de los tomates asesinos tiene mucho más cuerpo, parece una película, la comedia funciona mejor que la anterior sin ser esta una maravilla. No abandona el surrealismo y no duda en romper la cuarta pared para mostrar problemas de guion, tomarse un descanso y así mostrarnos el set de rodaje, este detalle se recuperará en próximas entregas.
En definitiva, lo que seguramente quisieron lograr con la primera parte lo hicieron con la segunda, sin ser perfecta al menos no te lamentas tanto al verla.
Los tomates asesinos atacan de nuevo
(Killer Tomatoes Strike Back!, John De Bello, 1991)
Si en la primera entrega podíamos ver una crítica social y política, ahora da paso a los medios de comunicación. Conocemos a Jeronahew (John Astin) un presentador de televisión de éxito que hipnotiza al público a su merced, al poco descubrimos que se trata del Profesor Gangreen que quiere lavar el cerebro a todo el mundo. Un policía de segunda (Lance Boyle) y la tomatóloga Kennedi Johnson (Crystal Carson) se darán cuenta del malvado plan.
Al fin los tomates tienen carácter, ayudados por un diseño de personajes, cada uno de ellos tiene una cara, calzan dientes sucios o miradas peligrosas. Esta jet-set de tomates forman equipo junto al Profesor e Igor. El resto de tomates asesinos ya son normales. El tomate peludo vuelve a salir para hacer de la suyas, ayudar a los protagonistas a desbaratar todos los malvados planes.
Mientras el humor de esta entrega mejora eso no quita que salga planes tan absurdos como meter a la tomatóloga en un bocadillo gigante para conseguir detenerla. Sin embargo, la saga logra dar un vuelco con esta tercera película que presenta diseños «nuevos» de los tomates que servirán de base en la serie animada (de la que hablaremos más adelante) y su propia línea de juguetes.
Los tomates asesinos se comen Francia
(Killer Tomatoes Eat France!, John De Bello, 1992)
El Profesor Gangreen escapa de la cárcel gracias a la ayuda de los tomates e Igor, de allá huyen hasta Francia donde seguirán una profecía para hacerse con el poder (el plan consiste en hacer creer a todos que Igor es de sangre real, de este modo recuperar su trono) así podrán liderar el ataque tomatil. También tenemos a un nuevo guaperas en la cinta, Michael (Marc Price), un joven americano que se enamora perdidamente de la francesa Marie (Angela Visser), y de nuevo una historia de amor en una película de tomates asesinos. Por cierto, el tomate peludo es aquí una estrella de música (¿?) que justamente llega a Francia con su gira y volverá a ser clave para detener esta nueva amenaza. La trama avanza por derroteros que es mejor no imaginar.
Los tomates conservan los diseños de la anterior película, sus caras y personalidades, aunque no por eso se detiene que vuelva a salir tomates gigantes o naturales atemorizando a los presentes. Los tomates asesinos se comen Francia puede que sea la entrega más entretenida, o porque ya nos da todo igual y aceptamos este argumento de serie Z nos resulte hasta curiosa.
Aunque el Profesor Gangreen amenaza con volver mientras huye en un globo aerostático al final de la película, desde entonces no se ha estrenado ninguna entrega más. En 2009 se habló de un remake/reboot pero nada de ello cuajó. Lo que sí lo ha hecho es el reboot que Dustin Ferguson (responsable de cintas con títulos como Ebola Rex) anunció durante la Comic-Con de 2018 y que en 2019 había comenzado a rodar según informaba en su perfil personal de Facebook.
El ataque de los tomates asesinos
(Attack of the Killer Tomatoes, Karen Peterson, 1990-1991)
No sé cómo lo harían pero en los 90 se produjo una serie animada de esta saga de baja estofa (para los proyectos que se deben mover en Estados Unidos), una producción en 2D clásico con un diseño maravilloso de personajes inspirados en los actores reales que contó con 21 episodios repartidos en dos temporadas. La trama seguía el argumento de la segunda película, con la presencia del Profesor Gangreen creando supersoldados y experimentando con tomates mientras estos invadían las ciudades. El tomate peludo también tenía gran importancia aquí. Por extraño que parezca, esta serie animada llegó a las televisiones españolas y es posible encontrar algún episodio por Youtube en nuestro idioma. Lo que desconozco es si también llegó el merchandising, juguetes con forma de tomates y mini figuras de los personajes humanos.
Por esa época, la fiebre tomatera también llegó a los videojuegos que contó con versiones para NES, Game boy, Amstrad CPC, MSX y ZX Spectrum. De forma accidentada, los tomates asesinos también dieron el salto al cómic. Se anunció en 2008 una miniserie de 3 cómics con guion de Dale Mettam y dibujo de Erich Owen bajo la editorial Viper Cómics, sin embargo parece que solo se llegó a publicar el primero de estos.
Es curioso comprobar como de lejos puede llegar la broma hasta el punto de lograr mejores producciones con el tiempo. Tal vez no lo hayas pedido pero por si acaso, si da que viste estas películas hace años y guardas un buen recuerdo de ellas, mejor quédate con eso. De lo contrario, si te sobra tiempo y ganas, póntelas y déjate llevar por esta demencial saga… después aprovecha tu rabia estrujando tomates para hacer una buena salsa para la cena.