Estamos en el futuro: 1997. El mundo es una ruina, un páramo posapocalíptico en el que vive Kid (Munro Chambers), un joven que decide que la mejor manera de sobrevivir es hacerlo aislado del resto de supervivientes. Pero las cosas cambian cuando hace una amiga: Apple (Laurence Lebouf). Cuando Apple es secuestrada por el malvado Zeus (Michael Ironside) y su banda de salvajes, Kid decidirá adoptar la personalidad de su héroe de cómic favorito para salvarla.
Turbo Kid (François Simard, Anouk Whissell, Yoann-Karl Whissell, 2015) es un revival cinematográfico del cine ochentero que normalmente se descubría en las estanterías de los videoclubs. No es el único, toda una serie de homenajes parecidos se han ido produciendo a medida que entrábamos en la primera década del siglo XXI, al mismo tiempo que se ha ido desarrollando el horror synth, formado por grupos y artistas que se dedican a crear música electrónica inspirada en las bandas sonoras de películas de terror que se compusieron usando sintetizadores y rock progresivo de los 70 y 80.
Muchos de estos homenajes y recreaciones no destacan ni son particularmente interesantes. Turbo Kid es una excepción, aunque no es tan buena como la fantástica obra maestra Kung Fury (David Sandberg, 2015), ya que logra mantener el interés a lo largo de todo el metraje y la abundancia de sangrienta violencia de tebeo provoca grandes carcajadas, en particular durante su clímax. También se ha de reconocer el trabajo llevado a cabo para recrear el aspecto de una película de género de los 80, en particular en los efectos especiales. Obviamente, Turbo Kid utiliza efectos digitales pero estos están diseñados para imitar el look de los efectos ópticos. Por ejemplo, para crear un cielo tormentoso o diseñar nubes, en la era de los efectos ópticos se tiraba pintura en una piscina, se filmaba como actuaba la pintura en el agua y se integraba luego en la imagen. Los cielos de Turbo Kid imitan ese mismo aspecto aunque se hayan usado efectos digitales.
Por supuesto, la película está llena de homenajes y guiños al cine de los ochenta. Aunque destaca un guiño a una película de los 70: los cereales que toman los protagonistas se llaman Soleil Vert, una referencia a Soylent Green (Richard Fleischer, 1973) que en España se conoció como Cuando el destino nos alcance. Un guiño que entenderéis cuando sepáis de dónde procede el agua que se bebe en este mundo posapocalíptico.
Turbo Kid resulta un film divertido y entretenido, especialmente para los que se hayan alimentado con el cine de género de los 80 y les guste que su nostalgia esté bañada en litros de sangre.
Estreno en las salas españolas el 11 de diciembre dentro del A Contracorriente Sitges Tour 2015 en el que se proyectarán varias películas seleccionadas de entre las vistas en el pasado festival de cine fantástico de Sitges.