Entrevistas

Carmelo Manresa

Natural de Callosa de Segura (Alicante), el autor de cómics Carlos Manresa, colaborador en publicaciones como El jueves, Amaniaco o Tmeo, publicó en 2017 su primera novela gráfica, «Plaza de la Bacalá» (Desfiladero Ediciones), centrada en la nostálgica vida de los habitantes de un pueblo en la plaza. La experiencia debió ser tan buena que su siguiente trabajo también se centró en trasladarnos a una época muy diferente de la actual. En 2021, publicaba «Cine de verano» (Dolmen Editorial), donde recupera esas vacaciones de niño yendo al pueblo de la costa, mucho antes de la masificación del turismo. Y, como no hay dos sin tres, el autor presenta en este 2024 «Pasotas» (Dolmen Editorial), otro gran trabajo que va directo al corazón de los que crecimos en los 80.

Carmelo Manresa

«Pasotas» se centra en las experiencias de un chico que empieza a conocer chicas, descubrir nueva música y probar sus primeros porros, entre muchos otros temas como los amigos y las diferentes aventuras con ellos, las anécdotas en el colegio o la crónica de cómo la droga ya campaba a sus anchas entonces. Sin duda, podemos hablar de un retrato generacional lleno de carisma y humor.

Nos encontramos, mediante una videollamada, con Carmelo Manresa donde comentamos todos estos puntos de su última obra, sobre la autobiografía ficcionada y su forma de crear cómics. Un encuentro muy agradable que recomendamos no te pierdas, además de hacerte con sus, muy recomendadas, obras. A continuación la entrevista en vídeo y por escrito.

¿Nos puedes contar de qué trata «Pasotas» y qué te inspiró a escribir esta historia?
Es una historia que el protagonista del cómic cuenta en primera persona sus años de adolescencia que está estos años transcurren en los años 80 en un pequeño pueblo del levante español. A través de esa especie de autobiografía nos habla de sus amigos, también de la época del instituto, de sus primeros contactos con con las drogas, con las chicas y un poco las experiencias de esos primeros años de juventud.

Este es tu tercer título que revive cómo era la España de los 80. ¿Qué hace que sea tan interesante contar historias ambientadas en esta época y en nuestro país?
La verdad es que los años 80 para mí y, para mucha gente, tiene un atractivo que es un poco difícil de explicar, es una época que, por el motivo que sea, nos atrae bastante. En mi caso puede ser porque fueron los años de juventud, esos años en la que vemos la vida con mucha ilusión, … Y eso no quiere decir que, evidentemente, aquella época fuera mejor, ni peor. Si no que es un poco la época en la que recordamos nuestros años jóvenes y quizás por eso nos atrae a los que ya tenemos cierta edad. Nos atrae bastante.

Aunque tus obras parecen tener una fuerte carga autobiográfica, los protagonistas tienen nombres como Pablo o Miguel. ¿Cuánto de tus propias experiencias hay en estas historias? ¿Qué ventajas encuentras en crear personajes ficticios en lugar de usarte a ti mismo como protagonista?
En el caso de «Pasotas» yo también quería contar un poco aquellos años de juventud, recrear un poco el ambiente del instituto, de la época o los recuerdos… Porque la novela es bastante autobiográfica, aunque el personaje que la cuenta no sea yo. Es un personaje ficticio pero sí que a través de este personaje ficticio, recreo un poco mis propios recuerdos.

Aparte de intentar recrear mis propios recuerdos con el personaje, intentaba reflejar también un poco aquellos años que fueron también unos años en los que había mucho el tema de la droga, estaba muy presente y pienso que fue una cosa que marcó bastante a la juventud de aquella época.

Sí que es verdad que, aunque hay muchas cosas que puedan ser autobiográficas, no es totalmente una crónica, porque de los recuerdos que yo tengo, de los personajes que yo recuerdo de aquella época o los lugares, … pues le puedo modificar alguna cosa para hacerlos un poco más atractivos o añadirle cualquier elemento, incluso mezclando varios personajes en uno solo. Pero, la verdad es que a todos los personajes que aparecen les cambio el nombre por no hacer referencias directas, porque si no, entonces, tendría que ser una cosa mucho más fiel.

Aunque son personajes ficticios, sí que están inspirados en personas reales. Aunque puedo ponerles algo de mi cosecha para condimentarlos un poco. Pero sí, todas las cosas que se reflejan en el cómic están inspiradas en cosas que ocurrieron y los personajes son personajes que existieron de verdad y todo tiene una base bastante real.

¿Es difícil el ejercicio de introspección? ¿Acudes a amigos y conocidos para contrastar recuerdos y experiencias?
Creo que más bien es un trabajo inconsciente que de introspección, porque realmente cuando me pongo a hacer una historia tampoco es que consulte mucho, ni pregunte. Para mí ponerme a dibujar sobre esos años es como casi viajar al pasado. Cuando te pones a recrear alguna escena del cómic pues, sí que es verdad que te viene a la mente cosas de las que probablemente ni lo hubieras hecho sino te hubieras puesto a recordar ese tema, como detalles. A lo mejor los ceniceros que había en aquella época o el tipo de botella de coca-cola, si era de una manera o de otra… Como una especie de viaje al pasado.

Luego es chocante cuando lo leen tus amigos, cuando está publicado el cómic, ver realmente la diferencia de recuerdos que hay sobre un mismo hecho. Porque uno lo recuerda de una manera, yo lo recuerdo de otra. En ese sentido, los recuerdos es que es una cosa que nos creemos que son así, pero cada persona recuerda un mismo hecho de una manera diferente.

En esta obra, la música tiene una gran importancia, como en otras lo fue el cine. ¿Cómo de fiel has sido al colocar esas canciones y grupos? Son los que conociste o has buscado ser más objetivo al respecto.
En los años 80, la música y los cómics tuvieron mucha importancia y están muy relacionados con la historia. En respuesta a lo que dices, es verdad que era la música que nosotros escuchábamos. Empezamos escuchando Tequila cuando teníamos 12 o 13 años. En aquellos años, había infinidad de grupos, fue una época bastante buena para el rock y toda esa música. La escuchábamos porque había gente que era muy fan de coleccionar discos.

Decía que también los cómics y la música tienen relación con el tema de la droga. Ambos tenía influencia en el hecho de que consumirlas fuera un poco glamuroso, por así decirlo. Hoy en día, no sé si el consumo de drogas tiene ese estatus, pero en aquella época sí lo tenía debido un poco al contexto cultural.

Tus obras, aunque tienen un aire nostálgico, también abordan críticas y dramas de la época. ¿Cómo logras equilibrar la nostalgia con una representación realista y crítica de los años 80?
Tiene una parte dramática, porque no puedo hablar de la droga en los años 80 sin incluir esa parte. Pero intento también añadir gotas de humor, porque si no, tanto drama puede resultar agobiante. Hay que pensarlo con un poco de humor. Lo hago de una manera intuitiva, porque es una cosa que te sale.

En «Pasotas» abordas muchos temas, pero también muchos personajes ¿Hay algún tema o personajes que quisieras haber incluido pero quedó fuera?
Bueno, al final, los personajes van apareciendo. Incluso algunos que tal vez usé en novelas anteriores pueden volver a aparecer, ¿sabes? Es algo que sale así. Al principio hago un pequeño esquema de cada capítulo o escena, más o menos. En principio, en este estoy contento porque he metido bastantes páginas y suceden muchas cosas en el cómic. Quizás podría haber incluido alguna cosa más, pero todo lo que me venía a la cabeza en aquel momento y esa situación en concreto. Por ejemplo, en este cómic no hablo tanto del cine como suelo hacer en mis libros. Como aquí no venía muy a cuento porque era otro tipo de historia y situaciones, por ejemplo el tema cine en «Pasotas» no aparece.

¿Trabajas en formato tradicional o digital para tus cómics? ¿Cómo afrontas el trabajo de dibujo del cómic?
Al principio lo que me planteo es una idea. Normalmente, las ideas sobre los cómics van viniendo un poco por el tipo de historia que quiero contar, por ejemplo, en «Plaza de Bacalá» había una serie de personajes, una serie de lugares. También son recuerdos, a veces, que normalmente tienen mucha fuerza.

Una vez que elijo más o menos el tema, pues lo que hago es hacer como una especie de guion escrito, donde describo un poco las escenas, más o menos las escenas que se van a desarrollar en el cómic. Luego, pues, lo divido un poco por capítulos.

Entonces, una vez que ya tengo claro qué hay que dibujar en cada… un poco la estructura, por así decirlo, pues empiezo ya con bocetos a lápiz en papel de tamaño A4. Papel de dibujo normal, ahí voy haciendo la escena por viñetas.

Muestra del proceso de dibujo de Carmelo Manresa

Una vez que tengo hechos los bocetos, no hace falta que haga todos los bocetos de todo el cómic, sino de un capítulo. Estos ya los paso a papel de tinta, que eso sí que es en tamaño A3. Y sobre el papel de tinta, pues entinto a mano con rotuladores de punta de pincel. Una vez que tengo ya el blanco y negro hecho a mano, lo escaneo.

Entonces, una vez digitalizado, sí que ya ahí meto color (en el caso de «Plaza de Bacalá» era blanco y negro puro). En el caso de «Cine Verano» utilizaba un tono azul. Esos tonos intermedios me vienen muy bien para la hora de crear sombras, es bastante útil. Eso sí que lo hago ya con Photoshop.

No me atrae mucho hacerlo a pleno color. A mí me gusta el blanco y negro, pero sí que es verdad que un tono intermedio me sirve mucho para, como digo, a la hora de crear un poco más de ambiente, un poco más de sombra. Ese sería un poco el proceso.

Tus cómics se pueden leer como un retrato generacional. ¿Has recibido comentarios de lectores jóvenes sobre tu obra? ¿Cómo ha sido recibida por estos?
Doy clase en un instituto, soy profesor de dibujo en Secundaria. Muchos de mis alumnos, entre 14, 16 y 18 años, han leído ‘Cine Verano‘. Y, como te decía antes de la parte entretenida, a lo mejor no captan tanto el mensaje de que Torre Vieja era un lugar mucho más paradisíaco hace años, pero sí les engancha la parte en la que los amigos salen, se emborrachan, se fuman unos porros, ese tipo de cosas.

Por eso, cuando haces un tebeo tiene que tener también elementos más universales, que puedan interesar a todo tipo de público, no solo a la gente de tu generación. Y en ese sentido, a la gente de mi edad sí que le trae muchos recuerdos. Por ejemplo, en ‘Plaza de Bacalá’, la gente decía: ‘Es que lo de los kioscos y tal, eso lo he vivido en mi barrio’. Incluso contando experiencias muy personales mías, mucha gente se ha identificado porque los cines de barrio y todo ese tipo de cosas.

Pero, vamos, ya te digo que también ha gustado a un tipo de público más joven, aunque algunos conceptos no los hayan percibido como la gente más mayor. Pero sí, mis alumnos muchas veces me dicen que les ha gustado, y para mí es un orgullo que les haya gustado.

Hablando de futuros proyectos, ¿Tienes planes de seguir explorando historias ambientadas en los 80, o te gustaría aventurarte en otras épocas o géneros?
Sí, ahora estoy en la fase del guion, pero… Bueno, hace un par de meses falleció mi madre y me viene a la memoria muchas de las cosas que ella contaba sobre su juventud. Entonces, pienso que es una época interesante. Mi madre nació en el año 35, su juventud se desarrolló durante los años 50 y creo que podría reflejar cómo era la vida de las mujeres en aquella época. También un poco ese aspecto reivindicativo de decir cómo se vivía en aquella época, las pocas posibilidades que tenían las mujeres en aquellos años.

Quizás también viene un poco al cuento porque determinadas ideologías políticas parecen querer hacernos volver a aquellos tiempos en los que las mujeres tenían que quedarse en casa, criar hijos, etcétera. Estoy tanteando el terreno, pero sí que seguiría explorando el pasado, pero en vez de los años 80, los años 50. [risas]

© Fotografías e imágenes facilitadas por el autor.