Entrevistas

Ferran Vidal

Es un artista contemporáneo y también un humorista gráfico, sin embargo acaba de presentar «Fuerza. Notas desde un centro de rehabilitación», su primer gran trabajo de cómic serio, publicado por Norma Editorial. Esta obra seria retrata desde el funcionamiento de un Centro de Asistencia y Seguimiento para drogodependientes hasta la cruda realidad que enfrentan sus usuarios. Nos reunimos con Ferran Vidal para saber más sobre esta obra, qué le impulsó a crearla y cómo entiende esta compleja realidad.

Ferran Vidal

Hemos hablado extensamente sobre el contenido y la obra de «Fuerza» en este artículo. Aquí nos centraremos en conocer más a su autor y sobre este trabajo, fruto de varios años de dedicación por el que ha obtenido reconocimientos en diversos certámenes, y que ahora ve la luz en una edición ampliada y más completa. Además del encuentro en vídeo, a continuación dispones de la entrevista completa por escrito.

¿nos puedes explicar qué encontrará el futuro lector en la obra?
Va a encontrar un testigo de primera mano de lo que es un CAS, un centro de atención de atención y seguimiento al drogodependiente, que son unos centros que están esparcidos por toda España y donde se intenta curar a los enfermos de drogodependencias. Un retrato de a pie de calle.

¿Qué te inspiró a escribir «Fuerza» y cuál es el mensaje principal que esperas transmitir con esta obra?
La vida me llevó a ser un paciente de un centro de este tipo, luego, como yo dibujaba, pues una cosa se mezcló con la otra. Empecé a dibujar a la gente que estaba allí, al cabo del tiempo empecé a dibujar las instalaciones y al final se fue gestando un cómic solo. Tenía tanto material que al final decidí hacer algo con ello.

Sencillamente es un retrato, bastante imparcial. Sin juicios de valor, sin dramatismo, sin tremendismo, ni nada. Que cada uno vea lo que hay, que cada uno decida como le sienta. No pretendo moralizar demasiado, aunque supongo que algo se me habrá escapado porque somos humanos y algo se tiene que notar. Pero no es la intención, era poner una cámara delante de un sitio interesante y que luego cada uno se divierta, se entretenga, piense o no piense, que hagan lo que quieran.

El título del libro, «Fuerza«, es bastante llamativo. ¿Podrías explicar su significado y por qué lo elegiste para tu obra?
Me gustaba la palabra porque transmite cierto optimismo, que a pesar de que la gente que se retrata vive en una desgracia permanente. Pero si le pones el título que seguramente ilustra su situación ya nos hundimos todos. El título seguramente tendría que ser «Desesperación terminal», pero hostia, con esto no haces nada. No vas a salir del pozo. Necesitas fuerza porque es la única medicina que te va a quitar, que te va a sacar del hoyo cuando no cuentas ni contigo mismo.

Esta es una obra que parece que ha ido creciendo con los años, desde su reconocimiento en los premios Divina Pastora y Diari Ara a su publicación con Norma Editorial, ¿cómo ha sido su elaboración durante todos estos años hasta su publicación?
Empecé haciendo un cuaderno de dibujo al uso, como todos los dibujantes solemos llevar encima. Iba, tomaba mi medicación y dibujaba la gente que me rodeaba. Al final este cuaderno lo vio Jordi Borrás de Comic Hunter, en Madrid, y dijo «tío, por qué no cuentas un poco de qué van estos dibujos, a mí me gustan. Se nota que transmiten una cierta vida». Me animé, me presenté al concurso de Divina Pastora, gané el premio que era la edición. Preparé lo que era, la versión Beta del libro, y por la razón que sea Divina Pastora no lo sacaba. Me presenté al premio de Diari Ara de no ficción; quedé finalista. Ahí Luis Martínez, editor de Norma Editorial, dijo: «esto lo quiero sacar». Entonces le di otra vuelta de tuerca más, lo pulí un poco y hasta aquí.

De humorista gráfico a cronista de una realidad tan dura como la drogodependencia… ¿Cómo ha sido este cambio?
Es un proceso que no fue nada deliberado. Empecé haciendo cómic de humor, gané el premio de Cornellà, luego fueron otras revistas de humor, después vino la prensa, trabajé varios años en humor gráfico. Pero esto es como los payasos, tú haces reír, pero tu vida puede ser que vaya por otro lado, a veces opuesto. En mi caso era opuesto y me encontré con una realidad personal jodida. Yo dibujo y dibujé aquello también, en un momento en que ya no me quedaba sentido del humor porque esto se había hecho tan grande que tuve que dejarlo porque ya no podía salir a la pista y hacer reír a los niños. Primero vas, te desintoxicas, y si acaso ya vuelves a salir pero antes tienes que entrar a boxes. Y esta es mi entrada a boxes. Y para mí es lógico, porque es un poco un retrato más personal de mi vida.

En la obra hay reflexiones como citas de algunos usuarios del CAS, ¿Cómo ha sido la selección de estos? o ¿dependía de la selección de dibujos y retratos que querías mostrar?
Fue todo muy fluido, sin pensarlo demasiado. Iba tirando. Cada día llegaba «eh, hostia» «¿Qué te ha pasado?» «Hhoy se ha muerto Diego» Pues aquí una página de Diego, o hoy he visto como tres tíos esperaban en la entrada durmiendo en un saco a punto del mono, pues va voy Juan Carlos y me ha contado no sé qué, pues lo meto.

Sobre las citas de la gente, estas son reales. Cosas que me decían y al llegar a casa me acordaba. Y me decía: tal día te ha dicho esto, pues voy a meterlo, o ayer hablaste con el otro y te dijo lo otro, pues voy a meterlo, He ido metiendo poco a poco como el que va al bosque a recoger con un cesto y lo va llenando, cada día.

¿Cuánto tiempo, cuántos años de material, ha sido todo el proceso de dibujo?
Creo que lo empecé a dibujar en el 16, 17, en el 18 gané el premio de Divina Pastora. Fueron unos tres años, después de eso maqueté el libro. Pasaron dos años más y participé en el premio del Diari Ara; tras eso pasó otro año y lo remaqueté de nuevo, le he hecho un par de revisiones serias.

«Fuerza» de Ferran Vidal

En «Fuerza» hablas de la autoestigma, de que los drogodependientes se comportan lo que se espera de ellos, pero también de los prejuicios de la sociedad debido al modo en que se les trata. Sin embargo, explicas que en Portugal, la situación es totalmente opuesta. ¿qué dice esto de nosotros como sociedad, tan difícil sería cambiar las tornas?
Es difícil cambiar unas inercias institucionales tan grandes. En un país, para hacer este cambio de rumbo que hizo Portugal, creo que, como cualquier persona, tienes que encontrarte en una encrucijada bestial, donde no tienes opción: o cambias o no puedes seguir. Si sigues criminalizando a la gente, metiéndolos en la cárcel, arrestándolos, multándolos, haciéndoles cumplir condenas y luchando contra los narcos, no lo resuelves. No ves que si metes millones de euros más, solo vas a hacer el problema más grande. En Portugal dijeron que era imposible seguir así, hicieron un cambio de rumbo y todo lo contrario. Toda la pasta que gastaban en armas, cárceles, arrestos y policía, la dedicaron a mejorar la vida de los drogodependientes. «¿Qué sabes hacer?» «Pues mira, yo era yesero». «Pues te juntamos con tres drogodependientes que también son yeseros y montáis una empresa». A esa gente les dieron una vida, y al cabo de años, las adicciones habían bajado a la mitad. Fue inaudito.

En cambio, países como Estados Unidos, que basan toda su acción en el estigma, solo tienen más adictos, y con el fentanilo, aún peor. Es como cuando tienes un perro: si la pegas y le dices que es mala, será infeliz, te morderá y morirá pronto. En cambio, si la tratas bien, le dices cosas buenas y le das un hogar donde sea feliz, esa perro no te dará problemas.

En un momento dado en la obra hablas de unos análisis que se realiza de la cocaína de diferentes puntos de venta, que es lo que terminan tomando los consumidores. Se ve que no es solo cocaína, habiendo hasta un desparasitante de ganado o matarratas, ¿los drogodependientes saben que es así? ¿Y de todos modos la consumen? ¿Cómo de importante es esta parte del problema de salud que origina su consumo?

yo te puedo decir porque lo hacía yo, estaba enganchado a la parte que sí que es activa no matarratas no te enganchas pero yo hice analizar lo que me metía genera ambos porque por un lado si tienes cocaína y es Adictiva y va a enganchar a la gente y por el otro lado no es una cocaína pura que tampoco te haría ningún bien pero te meten tanta [ __ ] que te va a [ __ ] el cuerpo más rápido y y y por ahí también te jode es es doblemente chunga Es un cliente que en muchos casos no vas a volver a ver eh luego cuando sabes que aquel turista no lo vas a volver a ver le das lo que quieras le das [ __ ] si es un cliente habitual lo tratas mejor pero sigue habiendo matarratas eh sigue habiendo desparasitante para ganado mezclado esto los clientes de confianza y si no busca algún amigo cocainómano y lo mandáis a Energy control y que os manden los resultados y verás tú qué alegría

En un momento dado en la obra hablas de unos análisis que se realiza de la cocaína de diferentes puntos de venta, que es lo que terminan tomando los consumidores. Se ve que no es solo cocaína, habiendo hasta un desparasitante de ganado o matarratas. ¿Los drogodependientes saben que es así? ¿Y de todos modos la consumen? ¿Cómo de importante es esta parte del problema de salud que origina su consumo?
Yo te puedo decir por qué lo hacía yo. Estaba enganchado a la parte activa; al matarratas no te enganchas. Pero hice analizar lo que me metía porque, por un lado, la cocaína es adictiva y va a enganchar a la gente, y por el otro lado, no es una cocaína pura, que tampoco te haría ningún bien, pero te meten tanta mierda que te va a joder el cuerpo más rápido. Es doblemente chunga. Si es un cliente que en muchos casos no vas a volver a ver, cuando sabes que aquel turista no lo vas a volver a ver, le das lo que quieras, le das mierda. Si es un cliente habitual, lo tratas mejor, pero sigue habiendo matarratas y desparasitante para ganado mezclado. Esto a los clientes de confianza. Si no, busca algún amigo cocainómano y lo mandáis a Energy Control y que os manden los resultados, y verás tú qué alegría.

En tu opinión, ¿cuáles son los mayores desafíos a los que se enfrentan los profesionales de la salud que trabajan en los CAS? Al margen de más presupuesto y recursos.
Es la falta de recursos. Tú lo has dicho, aparte de la falta de recursos, pues no lo sé porque si hubiese recursos creo que habría modo de ayudar a tanta gente. Lo que pasa es que cada día van más. Igual este sería el segundo problema, aparte de que no cuentan con equipamiento necesario. Pero te hablo de cosas elementales, como suficientes bolígrafos. Estamos hablando de niveles muy básicos. Esto es culpa de que es una empresa privada lo que contrata el estado concerta con empresas privadas la gestión de este servicio público. Sí, lo presta, pero bajo la premisa de sacar el máximo rendimiento económico. Claro, cuando este es el motor principal y no la resolución del problema, seguramente vas a tener un problema perpetuo. Porque si yo saco dinero con los yonquis y me das a mí la concesión, lo que quiero son más yonquis porque voy a ganar más dinero. Es una fórmula un poco trampa.

¿Entonces la Sanidad Pública pasa por estos CAS?
Los centros públicos son concertados. Pero esto pasa en las adicciones y también con la Salud Mental y muchas otras prestaciones de salud. Son empresas privadas que ayudan al gobierno a hacer su labor. No dudo que el gobierno intenta controlarlas y pone unas condiciones que cumplen. Lo que pasa es que, claro, si estas empresas cumplen completamente, desaparecen. A ningún empresario le interesa hacer su labor tan bien que deje de ganar dinero o dejar de ser necesario.

¿Entonces, la gente reclama al CAS que no se solucione el problema y de que un paciente no se cure?
A quien van a responsabilizar es al estado, a la administración. Si los yonquis se mueren o no tienen recursos, la gente culpa al gobierno, que es el responsable último de la prestación del servicio. Nadie piensa que hay un tío que nadie conoce, el propietario del local y las instalaciones, que contrata a los psicólogos y que se está lucrando. Ese tío mete tan poco queso en sus bocadillos como puede porque saca la máxima pasta. ¿Quién es el culpable? El gobierno, el departamento de salud y/o el Ministerio de Salud. Debería haber un poco de prurito profesional ahí, de decir «tío, no juegues con la vida de estas personas por mucha pasta que saques».

¿Cómo afectó esta experiencia laboral a tu vida personal?
Como tuve que informarme de ciertas cosas, me ayudó a ahondar un poco en descubrir mejor la situación en la que yo me encontraba como enfermo. Decir: «bueno, ¿dónde estoy? ¿Qué es esto? Ah, vale». Y los profesionales, ¿qué vidas llevan? «Ah, vale». Y en Portugal, ¿cómo lo hacen? O las charlas en los coles, ¿qué les cuentan? Pues les cuentan esto, pero esto no funciona. Descubrí un montón de gente de asociaciones, lo que me dio una perspectiva mejor del lugar donde yo estaba.

En «Fuerza» comentas la idea de que los jóvenes de instituto deberían visitar centros como el que sale en el cómic para que comprendan la realidad de las drogas, para romper con esa imagen glamurosa que a menudo se presenta en los medios. A falta de eso, ¿Crees que el acceso a esta obra podría servir también como herramienta educativa?
El libro no dice «no te drogues», no juzga ni te dice lo que tienes que hacer con tu cuerpo. Drógate si quieres, haz con tu vida lo que quieras. Lo que sí está bien es saber que si te metes, te puede pasar esto o aquello: se te van a romper los huesos o vas a tener esa sensación. Que lo sepas, y a partir de ahí haz lo que quieras. Pero cuando los mayores, los profes, los educadores sociales dicen «no te drogues, que es malo», el chaval dice «perfecto, yo no quiero ser como tú». Estoy desarrollando una identidad que se basa en llevarte la contraria y en diferenciarme de ti, porque si no voy a ser como tú y yo no voy a ser nadie. Por lo tanto, me voy a drogar. O sea, cuanto más me lo digas, más atractivo me lo vas a poner.

Se me ocurrió lo de llevar a los chavales a centros así, no sé, de una forma sin pensarlo mucho. Lo que está claro es que las charlas que les dan en los colegios no funcionan. Está comprobado: no funcionan. Los chavales nunca han dejado de drogarse, y acaso no lo dejen de hacer ni tan siquiera si ven a alguien muriéndose. Pero creo que les ayudaría bastante a reflexionar. Lo que está claro es que lo que no ayuda es el famoso Star System, los referentes culturales que consumen no ayudan, y es gente que va a querer experimentar sí o sí. O sea, no les puedes negar el acceso a las drogas. Si dices: «Bueno, tú pruébalo, pero después nos vamos a ir a ver a Juan a un CAS, que se le han caído todos los dientes por la farlopa, y tú mismo, métete las rayas que quieras». Igual ese tío, si es amigo de Juan o lo ha conocido o ha empatizado con él, se mete menos rayas.

Finalmente, el cómic acaba con un rayo de luz al presentarnos el 2.0 de Juan Carlos, un ex-drogodependiente, ¿Cómo de importante es un testimonio así?
Creo que el testimonio de Juan Carlos es oro puro. Es el ejemplo de un tío que, con una voluntad de hierro y ante una situación completamente acuciante en la que no tenía salida porque ya veía que si seguía, bueno, lo que le esperaba, hace un cambio de rumbo. Creo que este testimonio tiene mucho valor porque es el clavo ardiendo al que me agarro, porque es el único que tengo para decir: «mira, todo es muy chungo, pero hay salida. Si quieres, hay solución». No quería hacer un libro diciendo: «Ah, esto no tiene solución». Vamos a intentar hacer algo útil, porque decir «no hay solución, te vas a morir» no ayuda a nadie.

Demuestra que se puede salir
Sí, se puede. Es difícil, pero se puede. Se puede salir, sí. Vas a pasar un calvario, pero puedes hacerlo. Peor es el calvario que te espera si no lo haces.