De diseñador editorial y director creativo convertido a ilustrador, de España a Holanda y, finalmente, Japón. La trayectoria de Luis Mendo (Salamanca, 1969) es bastante inusual pero altamente inspiradora. Recientementa ha publicado el cómic «Tokio y yo» a nuestro idioma de la mano de Norma Editorial y aprovechamos su visita de promoción para charlar con él sobre los impulsos vitales, la dificultad de ir de una cultura a otra, sobre uno de sus proyectos personales más exitosos, entre otros temas. Además de conocer un poco más Almost Perfect, una residencia creativa que regenta junto a Yuka, su esposa.
Nos reunimos en las oficinas de Norma Editorial al mediodía del viernes 16 de febrero. Esa misma tarde, en la librería Tòmiris de Barcelona, Luis Mendo inicia un tour por librerías de España para presentar el cómic. Su siguiente fecha es el 22 de febrero, cuando visitará Salamanca, su tierra natal, para presentarlo en la Librería Cartemverso. El 29 de febrero estará en la Librería Omega Center en Madrid, y al día siguiente, la presentación se llevará a cabo en la Librería Intempestivos de Segovia. Finalmente, el lunes 4 de marzo concluirá el tour en la Librería La Central de Madrid.
A continuación puedes disfrutar en vídeo y por escrito de la entrevista completa con Luis Mendo.
¿Cómo presentarías de qué va «Tokio y yo»?
«Tokio y yo» no es una historia en sí, sino que es un compendio, una compilación de historias separadas, muy diferentes, es muy sui generis porque una historia es muy personal, la otra es una cosa de ficción… pero he intentado hacer algo coherente a pesar de de la variedad que tiene.
De Salamanca a Madrid, Ámsterdam, Barcelona, de vuelta a Ámsterdam y ahora Tokio, ¿cuál es la clave para lanzarte tan a la aventura entre diferentes ciudades y países?
Parece que a la gente como que le da miedo salir, cambiar de vida y para mí es lo opuesto. A mí no me da miedo, me gusta. Es como un hobby eso de reinventarme cada vez. De hecho, no solo mudarme de ciudad sino también el cambiar de profesión porque antes era diseñador gráfico, director creativo y ahora soy ilustrador pero hoy estoy aquí como dibujante de cómics, ¿qué soy?
Me gusta mucho eso de cambiar de piel todo el rato y creo que está bien, que no hay que ser estático. Si no eres feliz o crees que vas a poder mejorar de otra manera, pues cámbialo. Soy un gran defensor de que si la gente cuando está agobiada, triste o infeliz. Pues cambia.
De hecho, cuando me mudé a Tokio yo tenía 43 años, que ya es una edad, y mucha gente me decía «tú estás loco con esa edad a dónde vas» pero lo hice y muy bien.
¿Cómo llevas el tema idiomas?
Cuando fui a Holanda yo no sabía nada de holandés y aprendí en un año. Entonces, cuando fui a Tokio digo «Ah, esto en un año lo tengo yo controlado». No, [risas] el japonés es un animal completamente distinto por lo que llevo mal el japonés. Hablo lo básico, me defiendo en el restaurante, en el taxi y un poco más, pero no sé hablar con fluidez. Me falta vocabulario. Es muy complicado porque la escritura es tan diferente, tienen tres alfabetos que se mezcla entre ellos y hay que estudiar mínimo un año, como mínimo dos horas al día, cada día, si quieres aprender realmente. Entonces, es un lujo que yo no tengo, ya estoy contento si puedo dibujar 15 minutos al día. Imagínate dos horas, no las tengo. Me cuesta mucho, lo que me pasa ahora es que como tengo a la niña de 4 años que desde que nació está hablando en japonés con su madre, pues estoy aprendiendo mucho gracias a ella. Cuando no sé una cosa se la pregunto «Tomo ¿cómo se dice esto en japonés?» y me lo dice, nos ayudamos mutuamentente, es muy divertido.
De Japón ¿te atrae los mangas o algo en especial?
Lo poco que he visto tampoco me llama mucho la atención, no soy muy de manga, no soy muy de anime… Sí, me gusta Ghibli, me gusta cuatro cositas pero no soy tan fan. Hay mucha gente que me dice «Ah, es que estás en Japón, el país del manga porque no sé qué del personaje este y no sé qué» pues no tengo ni idea, no sé de qué me estás hablando. Y de hecho, voy a la tienda a mirar libros y acabo siempre en libros antiguos, que son los que me gustan, y nada de lo nuevo porque no me pierdo, me pierdo mucho. Hay demasiado, además, es que hay muchísimo manga, es gigante, y tienes todas estas clases de mangas, de temáticas.
¿Cuánto hacía que no venías a España? ¿Echas algo de menos?
Tengo 53 años, vale, de esos 53, 30 los he vivido fuera de España. No añoro España como «Ah España, me acuerdo del jamón o del cocido de mi madre», no. Entonces no tengo esa morriña, lo que sí echo de menos es el venir y poder hablar con todo el mundo, poder charlar con el taxista y con el camarero, … eso me gusta mucho y no lo he hecho mucho porque con el covid. Estuvimos como tres años que no era buena idea salir del país porque luego no nos dejaban entrar a los extranjeros. Entonces nos salimos, tres o cuatro años estuvimos. Estuve un tiempo sin venir pero ahora acabo de venir justo en agosto, estuve con mi madre, y ahora otra vez en febrero. Así que como muy de seguido, que está muy bien, y estoy pensando que a lo mejor debería venir para quedarme un par de meses a estar en España. Más tiempo porque que cada vez, siempre que vienes, vas corriendo, estando con la gente y al final no haces nada. Entonces me gustaría estar más tiempo.
¿Estás informado sobre lo que ocurre aquí desde Japón?
Culturalmente no tanto, por desgracia. Los 20 años que estuve en Holanda perdí de vista todo el terreno cultural español mucho y ahora ya me cuesta mucho retomarlo. Hay alguna cantante que oigo el nombre digo: «Ah, vale que está muy de moda» pero no sé quién es, no conozco las historias de detrás, … Lo que sí sigo es la política y el mundo. La situación del país la sigo muy de cerca, primero porque tengo que votar, me gusta votar y tengo que saber a quién a votar y quién es el candidato. Entonces leo El país regularmente, soy suscriptor y lo leo, me entero por familia y amigos de lo que pasa pero no culturalmente, digamos, que estoy detrás voy por atrás.
¿Cuál es tu relación con los cómics? ¿Eres lector?
De toda la vida Mortadelo, fue lo primero y de ahí siempre me ha acompañado el cómic toda mi vida. De hecho, soy diseño gráfico porque leía cómics. Llegué a la escuela de arte y tenía dos vertientes, dos especialidades: ilustración o diseño. El primer año empecé en ilustración y a mitad del curso el profesor no me gustaba y me cambié a diseño, pero si me hubiera gustado el profesor habría solo hecho ilustración toda mi vida por los cómics. Siempre he sido un fanático del arte del papel impreso, las tintas, de la expresión gráfica, de la comunión entre texto e imagen. Entonces como cuando trabajé de diseño gráfico, sobre todo hacía revistas, diseño editorial con lo cual estás siempre jugando entre imagen y texto. Contenido y forma, y eso se nota en mi trabajo. Creo que es evidente que yo siempre estoy acostumbrado a pensar, a ver cómo voy a poner el texto en esta imagen, cómo voy a hacer la relación entre uno y el otro. Se puede ver en la maqueta del libro que casi me he ido a los libros de 1920, que era una imagen y abajo un pie donde había el chiste, el comentario o algo así. Casi en buena parte del libro utilizo ese recurso porque me gusta la idea esa de separarlos tanto el texto y la imagen que tengan casi vida propia los dos; o que uno te ponga en una idea y que el texto luego te cambie la idea, y dices «Ah, me ha engañado» Eso me gusta y es lo que intento hacer en el libro también.
¿Por qué Japón?
A mí no me gusta Japón tanto como me gusta Tokio, me gusta Tokio, me gusta la ciudad de Tokio. Es como Nueva York y América no es lo mismo, o Madrid y España no es lo mismo, o Barcelona en España. Entonces para mí Tokio es un ente aparte, sí, tiene muchas cosas japonesas y todo lo que eso conlleva, pero la ciudad es lo que me atrae. Y lo que me atrajo especialmente fue la buena vida, o sea el nivel de vida que puedes tener, en una ciudad grande donde tienes de todo, pero que todo se siente supercercano. Tienes todo a mano. La vida es muy asequible, puedes tener un buen nivel de vida con poco dinero, sobre todo si ganas euros o dólares o, como yo, que gano libras. Se vive muy bien porque el cambio al yen está muy favorable, entonces dices ¿por qué voy a vivir en otro sitio, si es que aquí estoy como Dios? Se está tan bien, todo funciona, todo está limpio, es seguro, tiene seguridad social… Es como, no sé ningún país que tenga todo tan bien planeado como Japón y eso me gusta mucho. Cuando llegué allí venía con una depresión de Ámsterdam, había estado deprimido porque mi padre se había muerto, y llegué allí y lo que necesito es tranquilidad, necesito estar tranquilo, pero claro no tranquilo de vivir en un pueblo que no pase nada, sino tranquilo de que no me agobien, pero yo tengo mi teatro, mi cine, tengo mis libros, tengo las tiendas a la vuelta de la esquina cuando necesito algo, pero tranquilo. Y eso es lo que me atrajo tanto de Japón.
Durante la pandemia realizaste «The Home Stayer», un proyecto que llamó mucho la atención, nos cuentas de qué va y cómo surgió, y qué alegrías te aportó.
Lo de «The Home Stayer» era un proyecto personal, lo bueno de la Ilustración es que estás trabajando siempre para clientes, pero luego tienes tus cositas. Y «The Home Stayer» empezó de que hice un dibujo y me dije «Ah, parece una portada del The New yorker» y estábamos en el tema de la pandemia, estaba todo el mundo en casa y digo «A ver, New yorker qué, si puede ser que tú fueses un New yorker pero estás en casa igual que yo, que soy un Tokioter o Madrilenian» entonces podemos crear una portada de una revista ficticia que se llama «The Home Stayer», porque estamos todos en casa, y la única ciudad que (ahora) existe realmente es la casa. Esa fue la idea, un poco una charrada que dices «Bueno, voy a ponerlo en Instagram y no tiene mayor relevancia», pero, por una razón o por otra, la gente se identificó, empezó a comentar y a gustar las fotos; Entonces empecé a vender prints con el «The Home Stayer» y cada día que pasaba pensaba en una nueva y al final hice hasta nueve diferentes y fue un éxito total.
No solo eso, éxito de ventas de prints y de reconocimiento sino que además consigo mi nuevo agente en Handsome Frank, que son de Londres, me llamaron y dijeron queremos trabajar contigo y eso. Otra cosa, que yo creo, que lo de Norma Editorial, en realidad, empezó un poco ahí también. Que se se fijaron en mí porque aparecía por algún sitio. Y estoy muy agradecido a ese proyecto, cuando hay gente que me habla y me dice «Ah, estoy empezando, también quiero ser ilustrador profesional» les digo siempre «haz un proyecto personal, haz una cosa tuya y ponla «out there». Ponla online que la gente la vea y cuanto mejor sea, mejor Será porque recibirás atención y esta atención te trae otras cosas». Así que sí «The Home Stayer» para mí fue descubrir la fórmula mágica de Asterix.
¿Cómo es trabajar con la agencia Handsome Frank?
Handsome Frank como agentes de ilustración son el top, el mejor. Yo no me podía creer que quisieran trabajar conmigo. Y noté totalmente, comparado con los otros agentes que tuve antes, un nivel mucho mejor, pero no solo de clientes de antes trabajabas para clientes pequeños y ahora más grandes, no, no solo eso sino que también el nivel del tipo de trabajo, los presupuestos, por supuesto. Sino que también el trato, todo es mucho más profesional y a mí me gusta mucho eso, es una cosa que agradezco muchísimo y que no quiero cambiar.
¿Tras publicar «Tokio y yo», te has animado a preparar algún día una obra de cómic más extensa?
Por desgracia, al tener trabajo y encargos de un nivel más alto te pide o te exige que metas más tiempo. Hay más deadlines, o sea más fechas de entrega, por lo que puedo decir que estoy bastante ocupado. Además tengo una niña pequeña de 4 años, que nos pide mucha atención, y tengo un trabajo como director creativo de una residencia de artistas de creativos en Tokio, lo hago con mi mujer. Mi mujer lleva la parte del planning, el dinero y tal y yo llevo la parte creativa. Entonces, tengo como tres trabajos así que me queda poquísimo tiempo para dibujar lo que yo quiera. De vez en cuando me siento en el sillón con el iPad y dibujo un poquito, pero enseguida la niña quiere algo o se me caen los ojos porque estoy cansado… Dibujo mucho menos de lo que me gustaría. Espero que cuando la niña sea un poco mayor tener más tiempo para mí y, por fin, poder dibujar otra vez, porque antes de la niña dibujaba muchísimo más. No ves la tele, no haces ninguna cosa más pero estás dibujando. Si vas a un café, vas a dibujar y entonces es mucho más interesante, pero ahora es un poco como [complicado]. Pero bueno, la niña lo merece.
Nos explicas que es Almos Perfect ¿Cómo surge? ¿De dónde viene? …
Almost Perfect empezó porque nos mudamos a un barrio nuevo y encontramos esta casa, que era una antigua tienda de arroz, y la tienda tenía encima como dos pisos. La familia que llevaba la tienda de arroz vivía arriba. Nosotros la podíamos alquilar, pero era demasiado grande para mí y mi entonces novia, ahora mujer, por lo que decidimos hacer algo con la habitación que nos sobraba. Vamos a hacer una residencia para artistas, también pensamos en hacer un café pero era muy complicado conseguir los permisos… al final hicimos lo de los artistas.
Empezó así, como de casualidad, después mi mujer se quedó embarazada y nos salimos de allí de modo que teníamos ya dos habitaciones para alquilar. La idea es una casa, donde tú puedes dormir, trabajar, o sea hacer realizar algo creativo, y al final de tu tiempo en la casa puedes hacer una exposición o un evento o algo así. Hemos tenido gente que hacía películas, tenemos animadores, ilustradores, por supuesto, dibujantes de cómics, pero también bailarines, músicos, incluso a un empresario muy creativo, gente de software (programador)… En fin, hemos tenido un poco de todo y lo hemos hecho durante 5 años y la mayoría de la gente está como alrededor de un mes, entre un poco menos de un mes o un poco más y van rulando, cada vez tenemos una persona nueva. Ahora va muy bien, pero tan bien que estamos ya llenos hasta febrero del 2025, y como nos lleva tanto tiempo el preparar las exposiciones, el elegir a las personas porque hacemos una curación de quién entra, un comisariado. No aceptamos a todo el mundo. Pues como nos va tan bien, nos cuesta mucho tiempo, hemos decidido que vamos a cambiar el formato, que no va a ser una residencia como tal sino que va a ser más un sitio que tú puedes alquilar y hacerte la residencia tú mismo, tú te vas un mes y vas a trabajar en un proyecto. Está pensado para creativos que normalmente trabajan en proyectos intensos o con muchos clientes y se dicen: «No. Yo quiero un mes para trabajar en este cómic que se me ha ocurrido o voy a probar esta técnica que nunca he usado, la quiero aprender o quiero aprender cómo hacer washi paper, papel washi, o conocer la cocina Japonesa… y quiero meterme ahí porque soy un chef de Barcelona» Pues muy bien entonces, esa es la idea, vamos a cambiar el formato a partir del 2025 y espero que a la gente le guste. Yo creo que está bien, es que precisamente hemos hecho esto porque fue lo que yo hice la primera vez que llegué a Tokio. Fui tres meses y no conocía a nadie, estaba en un apartamento que tenía una mesa muy pequeña, no podías dibujar bien… y digo: «Joder, si hubiera alguien que hubiera montado un apartamento especial para creativos, creo que habría sido mucho mejor la experiencia» y eso es lo que vamos a hacer.
¿Algún proyecto venidero en lo que estés trabajando y al que no debamos perder la pista?
Elon Musk, Trump, Jeff Bezos: son gente que solo piensa en sí misma, que se han hecho millonarios y se han convertido como monstruos gigantes con mucho poder… Pero son gente que no comparten, no es la Familia Güell que hace un parque y hace cosas bonitas para el público, no, no, son gente que se dedican solo a amasar. Esta historia es del escritor Damian Bradfield (uno de los fundadores de la empresa Wetransfer) que yo estoy dibujándola, una especie de historia como la de «Matilda» donde una niña, que es muy buena pero tiene unos padres horribles. Matilda es buena y continúa siendo buena pero nuestro libro es diferente se convierte en un monstruo pero es todo por culpa de los padres, hablamos de eso y estamos creando el personaje, vamos a crear un libro pero también queremos hacer como cómics, queremos hacer una cosa muy multimedia, de varias cosas, varias maneras de representar al personaje. Tal vez una peli algun día, no lo sé. Entonces estamos creando esto, te lo puedo contar porque tenemos que lanzarlo dentro de poquito.
Bueno, tengo la exposición en París, que es una exposición pequeña pero quiero hacer más cosas en Francia. Es un país que me gusta, tengo mucha relación con él a nivel personal desde hace muchos años, pero nunca he hecho nada a nivel profesional y me gustaría hacer algo. Una campaña, un producto… no sé, alguna cosa. Entonces, estoy pensando en eso y luego me gustaría hacer más cosas en escultura. He empezado a hacer esculturas cortando con láser, cortando acrílico y es una técnica muy sencilla porque tú lo dibujas en papel y luego es como imprimir, pero en vez de imprimir, corta con láser. Superfácil. Pero quiero hacerlo grande, gigante. Entonces es otra idea que tengo en la cabeza, siempre cosas, siempre es bonito ser creativo… puedes pensar en mil cosas