Xavier Mulet es un constructor de ficciones tridimensionales, que giran alrededor de su gran pasión: la fotografía. Este narrador futurista y concienzudo, crea paisajes de raíces clásicas que eleva a la categoría de mitología moderna, y asombra al espectador con sus fabulaciones cosmopolitas que expone en museos. Historias en las que uno puede penetrar en el sentido más riguroso de la palabra, pues permiten pasearse entre objetos reales y fotografías que cazan esos instantes imaginados. Pura magia.
Actualmente con la exposición «M. Ardan, gran viajero del XIX» en el museo de ciencias naturales de Barcelona (plaza Leonardo da Vinci, 4-5, parque del Forum), charlamos con él.
¿Qué tipo de narrador es el que entrelaza antropología, historia, ciencia, fantasía y fotografía, para construir una historia que exhibe en un museo?
No hay nada aislado. Creo que todo está entrelazado, en la novela, en el cine y por supuesto en el mundo de la fotografía. Cuando trabajas cualquier género con un fin determinado, el mismo desarrollo te va pidiendo lo que necesitas. En este caso era muy sencillo, la invención del protagonista como vehículo aglutinador permitía hablar no solo de la historia de la fotografía de una época muy concreta, sino también de la sociedad de la época, de la pintura y literatura del momento. La elección de un museo de historia natural era la más adecuada en este caso. Me gusta trabajar con museos no estrictamente “artísticos” y aportar esa magia, evocativa que proporciona la fotografía que es a la vez también muy didáctica.
¿Quién fue M. Ardan?
Un soñador que hacía realidad sus sueños. Alguien que disponía del dinero y del tiempo suficiente para dedicarse exclusivamente a sus pasiones, vivir sin tiempo muerto. Una persona consecuente consigo misma y respetuosa con el otro. Un curioso nato.
¿Qué procedimientos has utilizado en las fotografías? ¿Has empleado alguna técnica digital?
No, los procedimientos digitales los he dejado solo para algunos apuntes en la difusión del proyecto por la red. En la exposición no hay photoshop, creo que es una herramienta muy valiosa pero que conlleva implícito el carácter de falsedad. Aquí se trataba de conseguir veracidad, así que opté por utilizar algunas técnicas de la segunda mitad del siglo XIX: el colodión húmedo; placas de cristal negro emulsionadas denominados ambrotipos o colodión positivo y ferrotipos, la misma técnica pero en soporte de metal. También hay fotogramas, algunos en papel fotográfico b/n comercial y otros realizados con cianotípias, una técnica de emulsión de papel muy económica y sencilla, fueron muy utilizados en la época para registrar siluetas de plantas. Estos procedimientos traslucen el proceso de producción y aportan ese poso temporal que me interesaba dar. El resto de fotografías están realizadas a partir de negativos de papel o positivados a partir de negativos b/n, pero siempre tienen una pátina, no solo del paso del tiempo, sino de imágenes que han viajado, que han tenido una vida intensa.
Ahora que nos encontramos inmersos en la era digital ¿Crees que la recuperación de estas técnicas fotográficas pioneras tiene algo de “oasis en el desierto”?
Bueno también parecía que con el cd iban a hacer desaparecer los discos de vinilo y estamos asistiendo a un renacimiento. Hay muchos jóvenes interesados en la fotografía que no han vivido, ni experimentado, la fotografía en blanco y negro. Las técnicas digitales son una cosa que ya tienen asumida y ahora la curiosidad les mueve a probar otras historias, como la polaroid o el negativo en color por ejemplo, además la cocina fotográfica clásica es muy manual, apretar teclas es muy aburrido y parece que mancharse las manos y la ropa sigue teniendo su atractivo. En los últimos años hemos asistido a un auge de las técnicas fotográficas decimonónicas, seguimos experimentando la misma magia y perplejidad cuando vemos aparecer una imagen latente que parece venir desde muy lejos, como cuando nos quedamos absortos mirando el fuego.
¿Cómo ha sido el viaje de construir a M. Ardan? ¿Ha habido algún momento especialmente duro?
No recuerdo el día en que apareció Ardan en mi vida. Tal vez, a finales del 2008, varias cosas simultáneas lo hicieron emerger; comenzar a experimentar con técnicas del siglo XIX, la lectura de la novela de J. Verne De la Tierra a la Luna (1865) y mi pasión por los pioneros de la fotografía y, sobre todo, los retratos de Gaspard-Félix Tournachon, Nadar. Una vez pensado el personaje, le robé el nombre a Verne, del aventurero francés Michel Ardan, personaje de alguna de sus novelas que estaba directamente inspirado en su amigo Nadar. De todas maneras, como el proyecto es un gran autorretrato también tiene muchas características mías.
Los momentos más duros han sido este último año, donde Ardan y yo hemos convivido a diario, 24 horas al día, en un pequeño espacio. Mi casa estaba repleta de muestras, inventos, objetos y fotografías del aventurero.
¿Qué tiene Xavier Mulet de aventurero del S. XIX?
Las ganas y la pasión por el viaje, y también la curiosidad. Aunque me falta la fortuna, he aprendido que el dinero no es estrictamente necesario para viajar y para disfrutar del viaje. Vivimos en un mundo cada vez más repleto de pasajeros pero donde los viajeros escasean. Intentar conocer al otro sin juzgarlo, compartir, notar los cambios de luz, los distintos olores, el espesor del aire, partir sin billete de regreso… eso es el viaje.
Tu trabajo tiene mucho de Steam-punk, ¿qué es lo que más te atrae de este universo? ¿Es más que una moda «pasajera»?
No conozco muy bien el Steam-punk, sé que es una revisión del pasado desarrollada en un futuro inmediato, mucho más amable que su oponente el ciber-punk. Creo que tratan de recrear un mundo feliz con los trazos positivos de la era industrial, aunque como todo movimiento popular se ha ido decantando y pervirtiendo por clichés de moda. El cine le ha prestado mucha atención porque posee una estética muy atractiva. Respecto a mi trabajo simplemente hemos bebido de las mismas fuentes y nos atraen cosas comunes, pero nada más.
¿Verdad que fabricas tus propios artilugios retro-modernos? ¿Cómo es el proceso de creación?
Una parte importante del trabajo de mi aventurero, botánico y fotógrafo amateur era la fabricación de artilugios pre-cinematográficos. Para su recreación siempre parto de los conocimientos y la tecnología que sé que podía poseer, luego juntar las piezas es simple. Por ejemplo en el caso concreto de las fichas de trabajo donde utilizaba el fotograma y la fotografía, es muy posible que alguien lo hubiera hecho, ya que poseían todos los ingredientes. De momento he construido un zootropo, un praxinoscopio, una cámara obscura y un pequeño taumatropo, intentando que las piezas y materiales sean lo más creíbles. Estamos hablando de una época donde los objetos, además de útiles, tenían que ser bellos.
Debido a la masificación de la fotografía, ahora al alcance de todos, y las múltiples formas de compartirlas en Internet. ¿Crees que eso devalúa el arte? ¿Qué opinión tienes al respecto de Internet como escaparate fotográfico?
No, la masificación no tiene por qué devaluar nada, al contrario, contra más gente sea capaz de practicar una actividad, más expertos en esa materia encontraremos. Sí que es cierto que nos llega una cantidad ingente de material torpe o poco atractivo y lo que es peor, mal entendido, porque todo se difunde en el mismo saco, cribar y seleccionar se hace cada vez más duro, pero yo soy un admirador de la democracia que genera internet, todo el mundo puede mostrar sus trabajos en el mismo plano. Es una buena plataforma para la visibilidad, el gran reto de los artistas contemporáneos.
Además de fotógrafo ejerces como modelo en tus propias fotografías. También te vimos actuando en el videoclip de La bien querida o en los book-trailers de Play Room, ¿Qué te divierte más, estar delante o detrás de la cámara?
Empecé a trabajar el autorretrato a los dieciséis años, al mismo tiempo que empecé a interesarme por la fotografía, incluso antes ya lo practicaba con el dibujo. Siempre ha sido una especie de terapia para mí, es un buen método de introspección, de cómo nos vemos, cómo creemos que nos ven, o cómo queremos que nos vean. Tal vez por eso me siento cómodo cuando hay que posar o actuar. De vez en cuando, trabajo para distintas agencias de modelos como figuración especial, me divierte adoptar diversos roles y lo de disfrazarse también es algo que arrastro desde la niñez, por eso creo que este último proyecto es un resumen de todo lo aprendido, de todo lo desarrollado hasta ahora, intentando englobar todas esas experiencias a la vez.
Muchas gracias por la entrevista