Sobre la mesa de trabajo descansan restos de café, infusiones variadas, medicamentos para la gripe, refrescos gaseosos y dos muñecos que me tocaron en un menú infantil del McDonalds. Más que la mesa de un locutor, esto parece el despacho de un catador delirante de bebidas variadas…
Si algún agente de SHIELD mirara mi rastro de páginas visitadas en la última hora, encontraría un 90% de pornografía dura y otro 10% de cotilleos sobre locutores de radio. Básicamente así desperdicio mis días, mirando tetas y observando como mis compañeros de profesión son machacados por los poderes de Magneto. Como expliqué en textos anteriores, las virtudes de una mala persona consisten en destinar muchas horas en la conquista intergaláctica, pero no tampoco debemos olvidar los tocamientos íntimos.
¡Eso sí! No importa si llegaste desde Kriptón, todos tenemos nubes en la cabeza que no se disipan ni mirando nuestra capa roja.
Precisamente hoy es uno de esos días donde no atino en acertar si soy el puto amo, un tipo afortunado con bastante suerte o el mayor perdedor del vecindario. Mi estilo laboral rodeado de tetas, culos y señores forzudos me condena en una cárcel de barrotes brillantes y vaselina de marca Hacendado.
Hace pocas horas me encontraba en un centro cívico vestido con traje y gafas de sol promocionando las virtudes de un luchador de wrestling. Mi discurso cargado de palabras mal sonantes terminó coreado por un público entregado que lo aplaudía como si nunca hubieran visto un señor maleducado. Realmente la reacción me sorprendió, aunque las audiencias de mi programa me demuestran diariamente que la polémica suele venir acompañada de altas audiencias.
Pocas horas después (hoy) estoy sentado en mi estudio de radio, rodeado de los estímulos visuales que me transforman en la versión sonora del Joker de Frank Miller. Durante la pausa, entre grabaciones, alguien me confirma que la plataforma de podcast que inventó una vieja conocida, se encuentra en estado de abandono. Ellos aterrizaron en Internet claramente influenciados por mi experiencia y amparados por un crowdfunding no tardaron en llamar la atención. Sus contenidos culturetas les pusieron en boca de muchos, incluso les otorgaron un maravilloso Premio Ondas.
Mientras servidor, rodeado de tetas y tebeos de Mortadelo, los observaba con cierta celosía positiva. Me gustaba que unos conocidos ganaran un Ondas y lograran el aplauso de la crítica, pero ese año yo también estaba en la lista de nominados. Así que…
Pero los aplausos terminaron y los ingresos económicos nunca llegaron, todo eso sumado al lanzamiento de una burda copia de su plataforma por parte de una gran cadena les lanzó, sin remedio, hacia una dolorosa agonía. Un Ondas no pudo frenar que los soldados imperiales invadieran el planeta de los felices Ewoks.
Su propuesta era demasiado normal-cultural para aprovecharse del efecto “nicho” que requiere la red de redes. Otro muerto en la cuneta, otro Ondas que terminará criando polvo, otro día que me acuesto con (cierta) cara de tonto.
Dicen que uno nunca es profeta en su tierra, pero si además le sumas que el dichoso profeta se pasea por la radio en compañía de señoras desnudas. Pues claro, darle un Ondas sería como tirarlo a la cloaca donde viven las Tortugas Ninja.
Pero seamos sinceros, con el paso de los años ¿qué debe valorarse más?
Estoy seguro que Burger King nunca ganará una estrella Michelin, pero cada día tienen kilómetros de cola en sus locales. Nadie valorará sus éxitos sociales y, sobre todo, de comunicación. Pues así me siento yo, como salido de un menú infantil de seis euros.
Es gratuito decir que los hombres con mallas que saltan entre tejados son lectura de segunda división. Pero Marvel sigue cosechando éxitos décadas después y grandes articulistas, con textos muy sesudos, están pudriéndose en el olvido. Pero claro, cuando los premios brillan en estanterías ajenas, uno no puede evitar quedarse pasmado. Siempre cuento en mis programas que llevo años rogando por una aparición celestial donde alguna virgen me diga que la espera valdrá la pena. Pero por algún extraño motivo, parece que la conexión de fibra óptica no llega correctamente y aquí seguimos viendo los días pasar.
Hace pocas horas estaba charlando con uno de los productores de rock más importantes del país, le pregunté por un consejo y simplemente me dijo que no me rindiera. Lo miré con impotencia y suspiré un sonoro: Qué remedio…
Supongo que Toni Stark nunca ganará el nobel de la paz, de poco sirve que salve constantemente el mundo cuando lleva una armadura cargada con cohetes. Seguirá siendo un apestado ¡Puede que sea la rendición que me comentaba el productor!
Esta noche brindaré con Fanta de cereza por todos los caídos en la batalla. Ellos tienen estatus, premios y amigos culturetas. Yo tengo sabrosas burbujas con colorantes y conservantes.
Eso sí, prometo que si algún día (por error) me otorgan un premio Ondas, lo recogeré vestido con zapatillas deportivas y calzoncillos de Batman.
¡Los orígenes no deben olvidarse!