Quizás hubo un tiempo para las precuelas pero ahora la moda es de películas de superhéroes y remakes hasta en la sopa. Todos los que intentamos estar informados de los estrenos cinematográficos (incluyendo series) acabamos descubriendo con cara de perplejidad la existencia de remakes variopintos. Y a granel, es decir, en cantidades industriales.
El consumidor de audiovisual suele moverse por la emoción y en cambio las productoras cinematográficas (que tienen la licencia de explotación comercial de la obra original) se mueven principalmente por el ánimo de lucro. Bienvenido a la realidad donde una empresa tiene que ganar dinero para seguir viva.
Hablaré un poco más en profundidad de los remakes estándar, esos que son como una peli porno con unos actores muy poco motivados y/o pagados. Una productora de cine tiene unos derechos de explotación del título ‘X’, esa productora prefiere apostar por un remake antes que por algo nuevo, en gran parte porque ya tienen la campaña de publicidad medio hecha y pueden también engatusar a inversores con mayor facilidad. La productora esgrime en reuniones: ‘X’ ganó tanto y tiene tantos seguidores ya que ahora es un título de culto, todos esos seguidores querrán ver la nueva versión. La ecuación es sencilla en el mercado neoliberal en el que vivimos: ¿quieres gastar/ganar más o menos?
Esa es una de las explicaciones para entender el porqué la gran mayoría son de mala calidad. O en el peor (¿mejor?) de los casos son cutrefilms hechos sin reparar en gastos.
La nostalgia está vendiendo más que nunca (me encanta el dicho ‘old is Gold’) y los que ya tenemos una edad reímos cada vez más fuerte al descubrir el remake/reborn de nuestras pelis favoritas de los ochenta y los noventa fusiladas sin piedad, hechas a contrapelo para disfrute de las empresas de efectos especiales digitales y otra fauna del sector audiovisual.
Sorpresa, indignación, rasgamiento de vestidura dramático de ciertos fans al ver la obra, los cuales no dejan de hacerme gracia, sempiternamente indignados al descubrir una vez tras otra como pisotean -los nombres de- grandes películas que aman, con remakes innecesarios ¡incluso aunque se la hayan descargado ilegalmente a través de internet!
A todos esos les diría que no pasa nada, que el cielo es azul y que el agua moja, que es lo que hay. Que no le hagan caso (o si si eres un hater medio con acceso a internet) y así con un poco de suerte no existirá la segunda parte de ese infecto innecesario nauseabundo remake. O quizás a esos fans les pediría que apoyaran nuevos autores y obras nuevas, al estilo del público francés, que vamos ¡viven aquí al lado!