En Corazones de acero (Fury, David Ayer, 2014), al espectador se le permite experimentar los últimos días de la Segunda Guerra Mundial en la compañía de unos soldados comandados por Don “Wardaddy” Collier (Brad Pitt), la unidad que conduce el tanque Fury.
En el género bélico nos encontramos películas con Mensaje (pro y antibélico) y películas de acción y aventuras que simplemente utilizan la guerra como marco. A partir de La chaqueta metálica (Full Metal Jacket, Stanley Kubrick, 1987), sin embargo, nos encontramos híbridos: películas que no tienen un mensaje antibélico, o por lo menos no lo expresan abiertamente, pero que debido a su crudo y violento retrato de la guerra no lo necesitan.
Corazones de acero pertenece a este tercer grupo. David Ayer muestra los estragos de la guerra en toda su crudeza, con escenas sangrientas y violentas nada glorificadoras que transmiten todo el horror del conflicto al espectador (parecido a algo que hubiera escrito Garth Ennis), de modo que puede centrarse en desarrollar su historia y a los personajes que la protagonizan.
El Wardaddy de Brad Pitt es bastante parecido al teniente Aldo Rain que Pitt interpretara en la genial Malditos bastardos (Inglourious Basterds, Quentin Tarantino, 2009), solo que en un registro dramático. Biblia (Shia LaBeouf), Gordo (Michael Peña) y Coon-Ass (Jon Bernthal) son los fieles soldados que acompañan a Wardaddy desde el principio del conflicto; los tres actores transmiten bien la camaradería que se supone tiene una unidad que lleva largo tiempo combatiendo junta, que sabe que botones pulsar para provocar al compañero pero sin que eso afecte la amistad. Norman Ellison (Logan Lerman [Noé]) es el nuevo soldado que se une a la unidad. Joven e inexperto, a lo largo del film veremos cómo la guerra y las enseñanzas de Wardaddy lo transforman progresivamente.
Corazones de acero consigue algo bastante difícil: funcionar tanto como film antibélico y como film de acción. La explícita violencia y la sangre de las escenas de combate recuerdan al espectador que este no es un film de visceral diversión como puede serlo una película como Los mercenarios (The Expendables, Sylvester Stallone, 2010). Y el desarrollo de los personajes hace que el espectador se vea implicado en la misión que llevan a cabo los protagonistas, sin necesidad de levantarse de la butaca del cine.
Estreno en las salas españolas el 9 de enero.