Les voy a relatar una experiencia real, soy una mujer que supera 5 años sobre la edad en la que murió Cristo y por cuestiones de trabajo debía viajar a X, teniendo que abandonar el pueblo de las afueras de Barcelona donde residía por unos días. Fue rápido, (…) cogí el primer tren que me llevaba a la ciudad, llegué a las 10 de la mañana, seguidamente fue buscar el bus que (…) Desgraciadamente (…) había salido hacia una hora y no volvía a haber otro bus hasta la noche (…)
El reloj marcaba las 22:03 y al fin estaba subiendo las escaleritas del bus, (…) Encontré un chico joven sentado junto a la ventana (…) lo que significaba que iba a tener compañía durante el viaje… Quise establecer una amigable conversación, pero apenas me prestó atención. Pude saber que su trayecto iba a ser más largo que el mío por lo que abandoné toda esperanza de poder acomodarme en los dos asientos.
Arrancó el bus, pusieron una película, (…) no me interesa y al igual que mi “compañero” de viaje, trato de cerrar los ojos y dormirme (…). Pasa el tiempo lentamente, y mientras el chico intenta encontrar la postura idónea (al igual que yo) la inicial desconfianza y firmeza que teníamos el uno del otro se va disipando mientras en nuestras continuas contorsiones vamos rozándonos poco a poco pierna con pierna y brazo con brazo…
Es medianoche y el bus hace su primera parada, (…) tranquilamente nos fumamos unos cigarros (…).
Recuperamos nuestros asientos… mi compañero parece haber encontrado en su jersey una buena almohada, estirándose en diagonal sobre su asiento, sus piernas entran en contacto conmigo, se retira un poco, pero a mi no me importa por lo que me acomodo haciendo el contacto constante. (…) Sin darme cuenta por unos segundos estaba apoyado sobre el hombro de mi acompañante, de seguida me retiro, pero me dice que no importa que me apoye sobre él. Accedo, estaba deseándolo. Me estiro sobre él, (…) lentamente empieza acariciándome la parte baja de la espalda que tenía descubierta, el me cubre el cuerpo con su jersey, mientras no se detiene, sus dedos se deslizan creándome un conform que no había tenido hasta el momento. En pocas ocasiones nos volvemos a acomodar, quedando cada vez más juntos, cuerpo con cuerpo “estirados” dándonos calor en la fría noche que nos acompañaba en mitad de la España manchega. Poco a poco, sus caricias pasaban a estrechos abrazos transmitiéndonos calor, y suaves masajes en la mejilla, recorriéndome con sus dedos el perfil de mis labios… mis braguitas empezaban a mojarse…
Enseguida pasó el tiempo, el reloj marcó las 3 y nuevamente el bus se detuvo para un descanso de 5 minutos. (…)
Sentados de nuevo en el bus, nos acomodamos como anteriormente, sobre su cuerpo semi-abrazados, él cubriéndome la parte inferior de la espalda, prosiguió acariciándome, su mano cada vez más exploraba mi cuerpo, toda mi espalda, mi vientre…estaba siendo totalmente inspeccionada, y me gustaba, se detenía por segundos pude notar que estaba indeciso… no sabía si seguir inspeccionando o detenerse, cuando de golpe enroscó su brazo sobre mi cuerpo bajo el jersey para alcanzar el contorno de mis senos. Era difícil, y menos disimulado, la posibilidad de que otros viajeros lo viese era mayor, por lo que me recoloqué un poco hacía atrás, él asustado apartó la mano, me pidió perdón por ser tan atrevido, le sonreí picarona y guié su mano hacía mis pechos por delante. Sus manos temerosas al principio cogían confianza, arrolló mis pechos y fue endureciéndome dulcemente mis pezones. Podría asegurar que en ese mismo instante ambos mojamos nuestros respectivas prendas interiores…, yo excitada no podía más, y bajé mi cabeza hacia su entrepierna, desabroché su pantalón, su “arma” desenfundó rápido, ahí lo tenía al aire su erecto miembro, con la punta resplandeciente de sus primeras gotas de semen. Apoyé mi lengua ligeramente sobre su dulce glande, él bajo sus manos por mi cuerpo, pasándola bajo mis pantalones y tanga hasta alcanzar mi secreto… bordeó con sus largos dedos por mi mojado coñito, entonces introdujimos a la vez, yo mi boca en su polla, el sus dedos en mi coño. Con unos movimientos lentos y acompasados nos “follamos” en los asientos del bus ante la ignorancia del resto de pasajeros. Proseguimos por un rato que jamás deseé que se acabase pero tuvimos un digno final, pude saborear su leche y le dejé la mano bien humedecida. Sin levantar sospechas, poco a poco dejé de lamer su polla que iba deshinchándose como un globo, él retiró su mano, para abrocharse el pantalón, yo me recoloqué el jersey y seguidamente recuperé mi posición sobre el asiento. Quedaba poco para llegar a X, realmente muy poco, pasamos los últimos diez minutos abrazados, suavemente me besaba la mejilla mientras me daba las últimas acaricias del viaje.
Llegamos a X, me pongo en pie y sin un beso ni nada me despido de él, con un “que vaya bien” bajé del Bus, recogí mi equipaje y me dispuse a ir al hotel en que me hospedaría albergando la esperanza de volverme a encontrar con ese anónimo chico a la vuelta. Fue una experiencia única, algo inusual que jamás hubiese pensado que realizaría, pero fue muy placentero poder chuparle la polla a un chico tan joven después de tanto tiempo.