Una epidemia que convierte a los infectados en rabiosos asesinos acaba trayendo la destrucción del mundo tal y como lo conocíamos. Nueve años después, tres supervivientes, Patrick (Matthew Fox), Jack (Jeffrey Donovan) y su hija Lu (Quinn McColgan), viven solos en un pueblo, separados. A un lado, Patrick, al otro Jack y Lu. Cuando surjan nuevas amenazadas para la supervivencia, Patrick y Jack se verán obligados a dejar a un lado su odio si quieren salvar a Lu.
Extinction (Miguel Ángel Vivas, 2015) nos presenta una historia ya familiar de supervivencia tras un apocalipsis. La alargada sombra del Soy Leyenda de Richard Matheson cubre esta película, al igual que lo hace con la mayoría de los títulos de este género. Por ello deben trabajar para ofrecer algo al espectador que no haya visto ya y, en este caso, se centran en el drama de los dos protagonistas.
Las interpretaciones de Fox y Donovan resultan efectivas a la hora de mantener el interés del espectador, ya que durante la mayor parte del metraje el foco está en estos tres personajes, pero el conjunto final acaba siendo demasiado familiar como para resultar memorable. Es un film que resulta funcional, correcto, pero no ofrece nada que le atorgue una personalidad propia.
Un problema adicional que tiene el film es el uso de la cámara en mano en escenas de acción y/o violencia. Es una lacra que afecta a muchas películas actuales, que usan el recurso de sacudir la cámara como forma fácil y directa de intentar crear tensión en el espectador. Algo que se conseguiría de manera más efectiva con un buen editor y una buena coreografía. La parte final muestra un mínimo control al respecto, pero la secuencia que inicia la película pierde toda la tensión acumulada cuando se empieza a sacudir la cámara sin ningún propósito claro. En una nota personal, cuando veo secuencias rodadas de esta forma lo único que hace es recordarme que hay alguien filmando y que todo es ficticio, en lugar de transmitir una sensación de visceral realismo. Directores del mundo: en los 70 lo hacían porque no tenían otros medios y trabajan duro para que no se notase la cámara en mano, de ahí que fuera un recurso efectivo porque de esa manera sí se transmitía tensión; hacerlo hoy, a no ser que tengas a un maestro operador de cámara, resulta un cliché poco imaginativo.
Redondeando el escaso reparto tenemos a Valeria Vereau y a Clara Lago. Sus interpretaciones son buenas, pero, como ya he dicho, el reparto es lo único que destaca en un film que se parece demasiado a tener un déjà vu.
Estreno en las salas españolas el 14 de agosto.