Normalmente las películas basadas en hechos reales suelen ser dramas, historias de superación personal o hechos históricos de gran importancia para la historia de la humanidad. En De-mentes criminales (Masterminds) ni hay drama, ni superación personal… pero sí un hecho histórico, el mayor robo que se produjo en un banco de los Estados Unidos y en clave de comedia.
De-mentes criminales sigue la historia de David Ghantt (Zach Galifianakis), jefe de seguridad de Loomis Fargo, que está enamorado de su compañera Kelly Campbell (Kristen Wiig). Ella es despedida pero tiempo después aparece para proponerle un plan, incitada por un granuja local, Steve Chambers (Owen Wilson), robar la cámara acorazada de la empresa y fugarse juntos. Con más de 17 millones de dólares robados, David entrega el dinero a la banda de Chambers y huye a México para vivir mientras espera que amaine el escándalo y reunirse de nuevo pero las cosas no suceden como esperaba.
Uno de los grandes alicientes de De-mentes criminales, además del popular casting, es que está Jared Hess tras la cámara. Él es responsable de Napoleon Dynamite (2004) y Gentlemen Broncos (2009), grandes películas con protagonistas outsiders lo que le venía al dedo esta historia. Pero en esta ocasión no escribe el guion y tal vez por esa razón no termina de cuadrar del todo.
Y aunque tiene sus momentos (David Ghantt y su futura esposa Jandice [Kate McKinnon] realizando la sesión de fotos pre-boda, o el momento del despido de Kelly Campbell) me gustaría poder decir que es entretenida pero habrá quien no siga el ritmo, que es pausado, predecible y con muy poca gracia. Zach Galifianakis y Kristen Wiig (La boda de mi mejor amiga, Cazafantasmas) se esfuerzan pero no logran hacer brillar una historia con potencial pero que mezcla comedia con acción de andar por casa.