Total honestidad: Suspiria (Dario Argento, 1977) es una de mis películas favoritas, está en el TOP 5. En este artículo encontraréis mucha hipérbole provocada por mi amor por esta obra maestra. Sin embargo, espero que mi entusiasmo anime a otros que todavía no la conozcan a disfrutar de este clásico.
1 Quoddam ubique
Dario Argento se encontraba en el momento álgido de su popularidad cuando estrenó Suspiria en 1977, la cúspide de su talento como director. El maestro había empezado a ganarse su reputación como “el Hitchcock italiano” cuando, tras trabajar como crítico y guionista, estrena su primer film como director El pájaro de las plumas de cristal (L’uccello dalle piume di cristillo, 1970). Esta película es un enorme éxito que inicia en Italia la explosión del giallo de los años 70. Aunque podríamos decir que Mario Bava creó y estableció el género con los clásicos La muchacha que sabía demasiado (La ragazza che sapeva troppo, 1963) y Seis mujeres para el asesino (6 donne per l’assassino, 1964), es el tremendo éxito de taquilla de El pájaro el que inspira a un montón de directores a imitar el estilo de Argento, llenando las carteleras italianas y de medio mundo de películas de suspense con toques de terror, es decir gialli, con título zoológico: Una lagartija con piel de mujer (Una lucertola con la pelle di donna, Lucio Fulci, 1971), La tarántula del vientre negro (La tarantola dal ventre nero, Paolo Cavara, 1971), La cola del escorpión (La coda dello scorpione, Sergio Martino, 1971)…
Argento se mantiene en la cresta de la ola con sus siguientes películas, que junto a la primera acabarían conformando la Trilogía Animal, El gato de las nueve colas (Il gatto a nove code, 1971) y 4 moscas sobre terciopelo gris (4 mosche di velluto grigio, 1971). Entonces, Argento decide cambiar de tercio y dirige la comedia histórica La quinta jornada (Le cinque giornate, 1973), que resulta ser un fracaso de taquilla. Tras este traspié, el maestro regresa al género que domina y estrena el giallo perfecto: Rojo oscuro (Profondo rosso, 1975).
Durante la preparación y rodaje de Rojo oscuro, Argento conoce a Daria Nicolodi, coprotagonista del film, con la que iniciaría una larga y tormentosa relación. Resulta divertido ver la evolución de esta relación en las películas de Argento: en su primera colaboración juntos ella aparece hermosa y brillante, luego, a medida que su relación empeore, en posteriores películas va ideando muertes cada vez más rocambolescas y crueles para los personajes que ella interpreta, llegando al punto culminante en la genial Ópera aka Terror en la ópera (Opera, 1987), en la que el asesinato del personaje que interpreta la actriz es la escena más recordada de esta película. Pero, más allá de sus altibajos como pareja, la llegada de Daria Nicolodi nos interesa porque gracias a ella existe Suspiria.
Nicolodi le contó a Argento la historia de cómo su abuela (la de Nicolodi) fue a estudiar a una escuela de danza y descubrió que allí se hacía brujería. Es esta anécdota la que acaba siendo el argumento de Suspiria, cuyo guion escriben Nicolodi y Argento, si bien Nicolodi tuvo que pelearse con Argento para que este aceptara acreditarla como coguionista en los títulos de crédito. Según cuenta Nicolodi en Suspira 25th Anniversary, un documental sobre la creación del film incluido en la edición limitada de tres discos en DVD que editó Anchor Bay en 2001, ella creó el argumento y su desarrollo mientras que Argento se centró en diseñar y crear las diversas muertes que adornan la trama. Sin embargo, creo que esto también es una pequeña exageración por parte de Nicolodi, ya que la estructura del film y ciertos recursos narrativos del guion de Suspiria aparecen en los anteriores trabajos de Argento. Otra fuente de inspiración para la historia es Suspiria de profundis de Thomas De Quincey, prosa poética de la que se toman los nombres de las Tres Madres.
2 Quodam semper
Un cacofónico estallido musical. La música crece de intensidad. De repente, cambia la banda sonora y empieza a sonar una melodía tan inquietante como evocadora. Entonces oímos la siguiente narración:
Suzy Banyon decidió perfeccionar sus estudios de ballet en la escuela de danza más famosa de Europa. Escogió la celebrada academia de Friburgo. Un día, a las nueve de la mañana, salió del aeropuerto Kennedy, Nueva York, y llegó a Alemania a las 10:40 de la tarde, hora local.
Nos encontramos de repente en un aeropuerto alemán. En medio de una fuerte tormenta, la joven Suzy Banyon, interpretada por la actriz de culto Jessica Harper, coge un taxi y empieza así su viaje hacia un mundo de pesadilla. Y nosotros con ella.
Los primeros minutos de Suspiria establecen a la perfección el tono y el estilo del film. Un asalto a los sentidos que culmina con un espectacular asesinato doble, tan estilizado como el diseño art déco de los edificios que habitan los personajes del film. Argento, en este memorable inicio, nos indica que
a) Lo que vamos a ver es un oscuro, muy oscuro, cuento de hadas con toques de Edgar Allan Poe.
b) Esta película no está interesada en representar nada de forma realista. Es pura fantasía.
c) Los oídos y los ojos del espectador corren continuamente el peligro de verse abrumados por el despliegue visual y sonoro que orquestra el director.
Este inicio nos muestra también un motivo clásico del cine de Argento, el protagonista artista. Aunque en esta ocasión es por primera vez un personaje femenino, la Suzy Banion de Suspiria no es muy distinta del Sam Dalmas al que da vida Tony Musante en El pájaro de las plumas de cristal o del Marcus Daly al que da vida David Hemmings en Rojo oscuro. Igual que ellos, Suzy es una artista. Las primeras películas de Argento y la mayoría de las posteriores a Suspiria, están protagonizadas por artistas que se convierten en detectives aficionados: Sam Dalmas es escritor, Marcus Daly es músico (igual que el protagonista de 4 moscas sobre terciopelo gris). En el caso de Suzy es una bailarina. Pero a pesar de ser desde ámbitos diferentes, Argento parece sugerir que al ser artistas son capaces de ver las cosas de forma distinta, aunque estén ciegos como el creador de crucigramas que Karl Malden interpreta en El gato de las nueve colas.
Al igual que sus contrapartidas masculinas, Suzy analizará una escena de la que ha sido testigo al inicio del film, en un intento de comprenderla del todo, ya que ahí se esconde la clave para entender toda la película. Igual que Sam Dalmas repasa el asesinato del que ha sido testigo intentando encontrar la clave que se le escapa, Suzy Banion, intenta recordar las palabras que una estudiante dice al salir corriendo de la escuela y que ella no puede entender debido al ruido de la tormenta. Cuando descubre que esa estudiante ha sido asesinada, intentar recordar las palabras que dijo se convierte casi en una obsesión para Suzy. Por cierto, en el doblaje castellano de Suspiria se descubre desde un principio el enigma, haciendo que se entienda perfectamente el diálogo, provocando que las escenas en que Suzy intenta recordar lo que se dijo resulten absurdas. Es por este motivo que os recomiendo evitar la versión en castellano de esta película.
Originalmente, para indicar mejor este aire de cuento de hadas, Argento quería que las protagonistas fueran niñas, pero se desechó la idea muy pronto, al considerarse que no se podía hacer una película protagonizada por niñas de 12 años que fueran brutalmente asesinadas. Sin embargo, el maestro dejó diversas indicaciones visuales y que algunas de las actitudes de los personajes sugiriesen la idea de forma inconsciente al espectador. Pero, unos años más tarde, Argento pondría en práctica la idea original de Suspiria con las adolescentes protagonistas que acuden a la escuela privada de Phenomena (1985), entre ellas una muy joven Jennifer Connelly.
Para ilustrar este cuento de hadas, Argento se inspiró en Blancanieves y los siete enanitos (Snow White and the Seven Dwarfs, William Cottrell, David Hand, 1937). Utilizando el sistema Technicolor usado en los años 50, se pudo hacer realidad una paleta de colores extrema, que enfatiza la “irrealidad” del film y le da ese toque onírico de pesadilla. Estos colores extremos, junto a los elaborados movimientos de cámara y los ya mencionados estilizados asesinatos son las razones por las que este film es tan impactante visualmente.
A esta paleta de colores se le ha de añadir la experimental banda sonora llevada a cabo por la banda de rock progresivo Goblin, que ya había trabajado con Argento en Rojo oscuro. La música del film está llena de extraños ruidos y voces que van susurrando “bruja” al oído del espectador, contribuyendo a la sensación de inquietud y angustia que transmite el film.
Una inquietud y una angustia terriblemente hermosas, pocas películas de terror pueden presumir de tener unas muertes y unas escenas de terror tan bellas como las que Argento construyó aquí.
3 Quoddam ab omnibus creditum est
Suspiria se convirtió en todo un éxito, de modo que Argento inmediatamente se puso a trabajar en una secuela: Inferno (1980). Es en esta película que se empieza a desarrollar la mitología de lo que se acabaría convirtiendo en la Trilogía de las Tres Madres.
Inferno fue definida por Argento como la película que le resultó más difícil escribir, lo cual se nota en la extraña estructura del film, dividido en secciones más que siguiendo una narrativa convencional. Aunque no es tan visualmente extrema como Suspiria, este film lleva la marca del maestro italiano, poco interesado en crear nada que se asemeje al realismo. Por ello, aunque puede que resulte un film “difícil” para el no iniciado, es uno de los títulos más interesantes de la filmografía de este director. Arranca con el descubrimiento que hace la estudiante Rose Elliot (Irene Miracle) de que vive en una de las casas construidas por el arquitecto Varelli (Feodor Chaliapin Jr.) para las Tres Madres. Cuando Rose desaparece, su hermano Mark (Leigh McCloskey) llega de Roma, donde está estudiando música, para averiguar qué le ha pasado a su hermana, preocupado por la última carta que le envió. El film ofrece elaboradas secuencias y rebuscados asesinatos, lógica onírica y, de nuevo, la alargada sombra de Poe sobre la narración.
A finales de los años 80, la Trilogía de las Tres Madres seguía inconclusa, así que el director Luigi Cozzi, discípulo de Argento sobre el que había filmado varios documentales, y Daria Nicolodi colaboraron juntos en idear una especie de secuela no oficial: Il gatto nero (Luigi Cozzi, 1989), también conocida como La posesión del gato negro, The Black Cat y De Profundis: Demons 6. El film es una colección de referencias y homenajes que puede resultar divertido para el aficionado que sepa reconocer las distintas alusiones con las que Cozzi construye su película. No es recomendable como las películas de Argento por su calidad cinematográfica y riqueza audiovisual, es más bien un delirio de serie B cuyo clímax puede que provoque que el espectador se caiga del sofá de la risa.
No es hasta 2007 que Argento completa la Trilogía con La madre del mal (La terza madre aka The Mother of Tears). El film fue realizado en la época de decadencia del maestro. Hacia final de los años 90, debido a los cambios en la industria cinematográfica italiana Argento ya no tiene acceso a los recursos que tenía a su disposición en los 70 y 80. Esto se traduce en una serie de películas de calidad irregular, que van de lo interesante/entretenido como Trauma (1993) o El síndrome de Stendhal (La síndrome di Stendhal, 1996), a lo mediocre/realmente cutre con títulos infumables como Giallo (2009) o Drácula 3D (2012). La madre del mal, por suerte, se encuentra entre las primeras. Es un film de terror que no está a la altura de la primera parte de la filmografía de este director, pero no por ello deja de ser un film entretenido. La película gana al contar con Asia Argento, la hija más famosa del maestro, interpretando a la protagonista: Sarah Mandy, una estudiante de arte que investiga la relación entre los crímenes y la locura que parecen extenderse por Roma y la leyenda de Mater Lacrimarum, la Tercera Madre. Mientras que las dos primeras entregas de la Trilogía son ejemplos de cine de terror casi experimental, este es un ejemplo más convencional del género, tal vez porque entre sus guionistas encontramos a los americanos Jace Anderson y Adam Gierasch, más acostumbrados a trabajar en títulos del género más “normales”.
El legado de Suspiria no se reduce a haber engendrado estas secuelas. Su influencia como clásico del cine de terror llega hasta directores contemporáneos, también fuera del género de terror, como Darren Aronofsky, que la cita como una de las influencias de Cisne negro (Black Swan, 2010), y Nicolas Winding Refn. Además, próximamente se estrenará una nueva versión/reinterpretación de Suspiria dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada por Chloë Grace Moretz, Dakota Johnson, Tilda Swinton y Mia Goth.
Suspiria es una obra maestra del cine de terror. Nos sumerge en un mundo irreal de brujas y asesinos sin rostro y no nos deja libres hasta que aparecen los títulos de crédito finales, encabezados por el clásico: Habéis visto SUSPIRIA. Aunque yo más bien habría dicho: Habéis experimentado SUSPIRIA.
Nunca el terror ha vuelto a ser tan bello.