Desde el inicio de su carrera, era obvio que una de las influencias de Luc Besson era el cómic, como demuestran películas del estilo de Subway (En busca de Freddy) (Subway, 1985) y Nikita, dura de matar (Nikita, 1990). Esta influencia explota en El quinto elemento (Le cinquième élément, 1997), film inspirado por la ciencia ficción de la revista Métal hurlant y su equivalente cinematográfico Heavy Metal (Gerald Potterton, 1981), así como la serie Valerian, agente espacio-temporal. Pero no es hasta 2010 que Besson realiza una adaptación directa de un cómic con el film Adèle y el misterio de la momia (Les aventures extraordinaires d’Adèle Blanc-Sec), basada en la obra de Jacques Tardi. Y, por fin, el director regresa al mundo del cómic y la ciencia ficción con su última película Valerian y la ciudad de los mil planetas (Valerian and the City of a Thousand Planets, 2017), basada en la mencionada Valerian, agente espacio-temporal de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières.
Valerian y la ciudad de los mil planetas es un prodigio visual. Los efectos especiales, los efectos visuales, el maquillaje, el diseño de producción, la fotografía… La suma de todo ello da como resultado un espectáculo que asombra y maravilla, el tipo de película que se tiene que ver en la gran pantalla de un cine. Además, tiene un look muy original que no es derivativo de otras películas sino que está extraído directamente de las páginas del cómic en que se basa. Lo podéis comprobar vosotros mismos, ya que los dos álbumes en que se basa la película, El imperio de los mil planetas y El embajador de las sombras, han sido recientemente reeditados coincidiendo con el estreno del film en un solo volumen titulado Valerian y la ciudad de los mil planetas (aunque, personalmente, os recomiendo leer toda la serie de volúmenes recopilatorios que ya han sido publicados previamente en España, es una serie excelente).
Pero a pesar de todo el espectáculo visual, la película se acaba haciendo tediosa y se notan las dos horas y veinte minutos que dura. Esto se debe a dos elementos negativos que la acaban hundiendo: el reparto y el guion.
Valerian y Laureline están interpretados, respectivamente, por Dane DeHaan (The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro) y Cara Delevingne (Escuadrón suicida, Ciudades de papel). Opciones completamente equivocadas para interpretar a dos personajes que se supone son dos intrépidos agentes bregados en mil aventuras, cosa que ni DeHaan ni Delevingne transmiten. No tienen ni el carisma ni la presencia que este tipo de personajes exige, de modo que no resultan creíbles. Es especialmente grave en el caso de Delevingne. En los cómics, Laureline fue adquiriendo gradualmente más protagonismo y presencia, eclipsando completamente a Valerian en multitud de ocasiones. De hecho, en Francia la serie se rebautizó Valérian et Laureline por ese motivo. Delevingne resulta demasiado rígida y seca como para insuflarle la pasión que exige el personaje. Por supuesto, la peor interpretación de la película es la que perpetra Rihanna, cuya breve aparición se hace muy larga debido a su incapacidad para transmitir cualquier emoción. A su lado, Steven Seagal es un prodigio de expresividad. Por otro lado, el film desperdicia actores como Ethan Hawke, Rutger Hauer y Clive Owen en pequeños papeles que no aportan demasiado. En el caso de Owen, la culpa la tiene un guion que no le da mucho a pesar de que se supone que es uno de los personajes principales.
El otro gran problema de la película, como ya hemos mencionado, es el guion. El film es demasiado largo, le sobran unos buenos veinte-treinta minutos, ya que Besson desperdicia mucho tiempo en digresiones que no llevan a ningún lado, como cuando introduce dos turistas, sus problemas y sus discusiones, sin ninguna justificación más allá de que Valerian tropiece con ellos en una escena en la que el protagonista tropieza que muchos turistas más (un viejo chiste ya usado en películas de James Bond). Las escenas de acción también se alargan demasiado, algunas simplemente para mostrar los efectos visuales, siendo la escena en que baila Rihanna el ejemplo más tedioso.
Personalmente, creo que el mayor problema del problemático guion es la inclusión de anticuados clichés y de la tópica tensión sexual él no quiere compromiso/ella busca que se comprometa con toques de “los que se pelean se desean”. Valérian et Laureline se empezó a publicar a finales de los años sesenta, diez años antes de que se estrenara La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977), así que tiene una personalidad propia ecléctica y muy moderna libre de los clichés y tópicos de los antiguos seriales que el film de Lucas popularizó para las nuevas generaciones (en el momento de estrenarse, La guerra de las galaxias era un film retro, nostálgico). La inclusión, en pleno 2017, de estos clichés en la adaptación de una serie que se caracteriza por la ausencia de estos mismos clichés, más el poco carisma y la cero química de los actores, contribuye a que su desarrollo resulte mediocre y poco interesante.
Valerian y la ciudad de los mil planetas es un film visualmente arrollador y espectacular, pero es el único aspecto positivo de una película que se acaba haciendo muy larga.
Estreno en las salas españolas el 18 de julio