Estamos ante una autobiografía o, mejor dicho, autoficción en que el propio autor es el protagonista de la historia. La vida es buena si no te rindes es un cómic en el que Seth habla de sí y, en concreto, de su aventura tras la pista de un desconocido dibujante de cómics de los cuarenta y cincuenta que participó en The New Yorker.
Seth es un personaje en sí mismo, le gusta lo antiguo y detesta las moderneces, anclado en la cultura popular americana clásica le gusta rebuscar revistas de tebeos en anticuarios. En una de esas compras descubre el trabajo de Kalo, le fascina su dibujo y su humor. Intenta conocer más de él pero apenas hay información. Pero su perseverancia para saber más le llevará a descubrir nuevos datos que le ayudarán a seguir en su empresa.
Como un protagonista más, vemos pasar por las viñetas de La vida es buena si no te rindes al dibujante de cómics Chester Brown quien le presta dinero a Seth y le invita al cine en sus peores momentos, o se interesa por su reciente investigación. Es con él donde se divaga cuestiones que importan en la historia y preocupan al autor (y protagonista), y es acerca de cómo el tiempo olvida auténticos artistas o que debido a no contar con el suficiente reconocimiento deben abandonar su auténtico talento.
A pesar de ser, Seth, un tipo eternamente insatisfecho el enigma que lo lleva a salir de su zona de confort es inspirador. No se trata de un slice of life al uso, es una historia con conflicto y resolución. Es difícil no quedarse prendado de la ternura y naturalidad de todos los hechos narrados en el cómic.
La vida es buena si no te rindes muestra la pasión de un dibujante de cómic por el trabajo de los demás aunque sea solo para satisfacer su ego. Una gran novela gráfica que sabe narrar tanto en los diálogos como en sus silencios.
La vida es buena si no te rindes lo edita Salamandra Graphic. 196 págs. Bitono. Rústica con solapas. 17×24 cm. ISBN: 978-84-16131-32-7
