Vuestra misión, si decidís aceptarla, es acompañar a Tom Cruise como Ethan Hunt en una nueva aventura de la FMI. Misión: Imposible – Fallout (Mission: Impossible – Fallout, Christophe McQuarrie, 2018) es la última y posiblemente mejor entrega de la serie hasta la fecha.
La franquicia Misión: Imposible se inició en 1996 con una película que resultó mejor de lo que nadie se esperaba, gracias a la maestría con la que Brian De Palma enfatizaba la paranoia habitual del cine de espías, mezclándola con la acción que se espera en este tipo de producciones veraniegas. Con la segunda se quiso crear una franquicia que cambiaría de director y estilo con cada entrega. El elegido para dirigir Misión: Imposible 2 (Mission: Impossible 2, 2000) fue John Woo, ya que se quería enfatizar la acción. Gracias a un pésimo guion, esta entrega es la peor de la serie, llena de momentos de vergüenza ajena, y casi acabó con la franquicia.
Con la llegada de Bad Robot, compañía de J. J. Abrams, como socio productor en Misión: Imposible 3 (Mission: Imposible III, J. J. Abrams, 2006), se adoptó una nueva dirección. Se construyó un reparto de personajes recurrentes, se estableció un estilo uniforme y continuidad entre las películas. Esta continuidad se inicia realmente con la tercera entrega, aunque hay continuas referencias y guiños a la primera (en otras palabras: los eventos descritos en ella tuvieron lugar) mientras que se ignora la existencia de la segunda completamente (os sugiero hacer lo mismo). Así llegamos a Fallout, que es una continuación directa de Misión: Imposible – Nación secreta (Mission: Impossible – Rogue Nation, Christopher McQuarrie, 2015), tal vez por ello por primera vez repite en la serie McQuarrie como director y guionista. Además, se tiene en cuenta también elementos de Misión imposible: Protocolo fantasma (Mission: Impossible – Ghost Protocol, Brad Bird, 2011).
Esto no quiere decir que Fallout no se pueda disfrutar de forma independiente, sin haber visto las anteriores al estilo Marvel. Pero está claro que si se han visto la experiencia es mucho más rica y satisfactoria. O debería decir aun más rica y satisfactoria, porque Fallout tiene mucho que ofrecer.
Uno de sus mayores logros es que a pesar de su larga duración, 147 minutos, la película se pasa volando, en ningún momento se hace pesada. Las secuencias de acción son absorbentes y contribuyen a avanzar la trama, pero la tensión no decae y se mantiene a lo largo del metraje. McQuarrie, guionista de Sospechosos habituales (The Usual Suspects, Bryan Singer, 1995), sabe cómo transmitir la información: cuándo decir algo a la audiencia que los protagonistas no saben y viceversa, para construir suspense y giros de guion que no son simples impactos vacíos.
Esta entrega supera a las anteriores en su clímax, el final más emocionante y logrado de la saga. La efectividad de este clímax se ve reforzada por las interpretaciones del reparto, en el que además de Tom Cruise, de nuevo cortejando la muerte en distintas escenas, tenemos a Henry Cavill, Simon Pegg, Ving Rhames, Rebecca Ferguson, Michelle Monaghan, Alec Baldwin y Sean Harris. Con la excepción de Cavill, todos retoman los personajes que ya interpretaron en anteriores entregas.
Fallout combina la pura adrenalina del mejor cine de acción con la tensión y el suspense del mejor cine de espías. Una película recomendada incluso si no habéis visto ninguna de las anteriores entregas.
Estreno en las salas españolas el 27 de julio