Tras el sorprendente éxito de It Follows (2014), la nueva propuesta del director David Robert Mitchell para sorprender de nuevo a los espectadores lleva el título de Lo que esconde Silver Lake (Under the Silver Lake, 2018).
Andrew Garfield es Sam, quien una noche conoce a una atractiva vecina: Sarah, interpretada por Riley Keough. Al día siguiente, Sarah desaparece de pronto, junto a sus compañeras de piso. Sam empieza a investigar qué le ha sucedido a Sarah, descubriendo así un mundo secreto que se esconde entre las sombras de la ciudad de Los Ángeles.
Tras el minimalismo narrativo de It Follows, David Robert Mitchell se pasa al otro extremo con un argumento tremendamente complicado, repetidos movimientos de cámara y una exultante banda sonora que remite al Hollywood clásico y el Bernard Herrman de Vértigo (De entre los muertos) (Vertigo, Alfred Hitchcock, 1958). Las referencias a Hollywood van más allá de la banda sonora, con continuas alusiones visuales como una recreación onírica de escenas provenientes del film inconcluso de Marilyn Monroe Something’s Got to Give (George Cukor, 1962). Además de estas referencias, el director utiliza el estilo y los temas del cine negro para deconstruirlo, homenajearlo y satirizarlo al mismo tiempo. Algo parecido a lo que hicieron películas geniales como Un largo adiós (The Long Goodbye, Robert Altman, 1973), El gran Lebowski (The Big Lebowski, Joel y Ethan Coen, 1998) y Puro vicio (Inherent Vice, Paul Thomas Anderson). Por desgracia, David Robert Mitchell fracasa donde estos otros cineastas triunfaron.
Hay un momento en que uno de los diversos peculiares personajes con los que se encuentra Sam le dice: “todo lo que creías rebeldía está vacío de significado”. Aquí parece que el director describa su propia película. A lo largo de 139 minutos, el protagonista deambula por la ciudad descubriendo conspiraciones inspiradas en leyendas urbanas, hablando con una infinita serie de personajes, sin que nada parezca llevar a ninguna parte, quedando diversos cabos sueltos por el camino. Tampoco es muy efectiva como comedia, lo que hace que se tenga la sensación de que es un film aún más largo de lo que realmente es.
Lo que esconde Silver Lake parece una película para la generación Instagram: mucho postureo pero sin contenido ni nada nuevo que decir.