Tras leer la noticia de la muerte de Gustav Valiente pero en el que figuraba su nombre, Alexander Gorski trata de averiguar más sobre el error. El rostro reducido de quien le picó 16 años atrás en la puerta de su habitación en la universidad porque en breve comenzaría a llover piedras marcadas por él más de una década antes dentro de su habitación había usurpado su identidad sin haberlo sabido hasta ese momento. El tipo estaba entrenando para ser astronauta ¿qué es lo que habría pasado para que utilizase su nombre? Gorski emprende una búsqueda de la verdad cuando por familiares del fallecido descubre que llevaba años desaparecido, decide entonces viajar hasta la salvaje jungla para saber más.
Desde un inicio, La tierra hueca es una historia que se presenta extraña, de situaciones incomprensibles y confusión de personajes pero que va allanándose poco a poco, al menos para seguir los diferentes hilos que la autora tiende al lector. Pequeños relatos de noticias, leyendas, seres mágicos en paraísos desconocidos, oscuros y peligrosos encadenan la travesía del joven protagonista que encontrará excitante descubrir tribus ocultas y desconfiará de las religiones del lugar que adoran a dioses y monstruos que nunca antes había conocido, todo ello antes de que el tiempo le abra los ojos.
Beatriz García Guirado sorprendió con su primera novela, El silencio de las sirenas (Editorial Salto de página, 2015), literatura aventurera y fantástica sin perder la credibilidad de un relato posible. Y así repite con este segundo trabajo cuyos protagonistas en la búsqueda de una verdad se jugarán el cuello si es preciso.
La tierra hueca es una pequeña telaraña inofensiva que cuando te engancha ves que ni era pequeña ni inofensiva. La historia que puede ser presentada de forma sencilla (como he tratado de hacer en el primer párrafo) esconde una complejidad que hace difícil hablar de la misma y hacerle justicia a toda ella, Beatriz narra con una sorprendente facilidad sobre lo abstracto y lo místico de todo lo tangible en el viaje de Alexander Gorski; que sabes que has caminado junto a él y disfrutado del trayecto pero que no has hecho fotografías durante.
Este particular viaje al centro de la tierra tiene mucho de introspección en el personaje protagonista pero también en la cultura de lo desconocido, los secretos que la selva esconde, Beatriz recupera en La tierra hueca esa vieja literatura en que historias de antropólogos y arqueologos, que se avecinan ante lo desconocido, explicaban fantásticas e incrédulas, y a veces terroríficas, historias de los nativos y sus costumbres.
Cuatro años han separado el primer libro de este, pero sin duda ha merecido la pena. Había ganas y no decepciona, la impredecibilidad de la autora hace que cuente ya los meses para leer lo siguiente.