12 hojas DIN A3 dobladas (un total de 48 páginas), dibujos desagradables y bellos a un mismo tiempo, arte bizco, cojo, deforme, extraño. Y chillón, porque, curiosamente, cada número está empapado de dos colores (siempre distintos entre números) más el blanco del papel. Con un título decididamente underground, Argh! nace de los restos de Fanzine Enfermo, uno de aquellos títulos tan míticos y de tanta calidad que dieron pena que llegase a su fin, pero por ello sólo cabe esperar la magnificencia visual y la estética más rompedora. Vamos a decirlo ya: Argh! es digno heredero de acoger la anterior enfermedad, sea cual sea ahora su mutación.
Elfélix y Jorge Parras, amigos desde el instituto, tienen mucho que ver con el diseño de esta autoedición. Ambos cultivan un dibujo visceral y preciosista que tiene tanta personalidad que parece canónico. Y han logrado, además, que Argh! se sitúe en las fronteras del mundo fanzinero, es decir, en la zona sucia de aquello que se engloba bajo el epígrafe “revista de cómics”. Porque pasa como revista, pero también como fanzine, cuela como publicación de diseño artístico al mismo tiempo que como manual gráfico de anatomía zombie/ser humano.
Como publicación autoeditada se financió con la inclusión de anuncios (que siempre aparecían en las últimas páginas, y dibujadas por los responsables) al comienzo solo eran comercios locales pero en los últimos números ya habían de nacionales; ello les ha permitido hasta la fecha publicar 6 números (el último en Noviembre del 2009). Y como sucediera en Fanzine Enfermo, Argh! se rodea de grandes colaboradores tanto nacionales como internacionales (Bob Flynn, Paola Gaviria, Nestor F., Ferran Esteve, Malota, …)
Viendo todo esto, un servidor apuesta porque en un futuro no muy lejano, se hable de Argh! como otro fanzine que creó tendencias, y que logró difuminar la línea que separa al fanzine de los beneficios económicos sin perder un ápice de estilo, imaginación y personalidad.