Conocemos un poco más a Dehavilland Ediciones, los responsables de Clift una de las publicaciones literarias y artísticas más enriquecedoras del panorama actual. También han descubierto a nuevos valores de la ilustración en Heredera. Llevan al frente del proyecto más de un año y medio, ocho publicaciones, es momento para conocer sus primeros pasos, un poco de balance y el futuro porvenir de la editorial.
¿Quién o quienes conformáis Dehavilland Ediciones?
DeHavilland Ediciones somos Edu y Rafa, dos barceloneses que nos dedicamos a la edición y a la comunicación y que compartimos el placer por los libros, la narrativa, la ilustración, el cómic y el cine. De ahí que nuestras publicaciones quieran mezclar un poco de todas estas inquietudes.
¿Cómo surge la idea de realizar Clift?
Los dos llevábamos muchísimo tiempo con un proyecto indefinido, una idea que mutaba de festival de cine a algo relacionado con la creación literaria e incluso el videoarte, pero que nunca acababa de tomar forma. Fue tal vez nuestro fetichismo con el libro como objeto y nuestra afición al mundo del fanzine lo que nos llevó a definir un proyecto de edición.
Clift surge como reto a nosotros mismos, un reto en cuanto a crear una publicación trimestral de calidad en torno a temas que nos interesan y que no fueran tratados habitualmente, consiguiendo colaborar con escritores, ilustradores, fotógrafos que nos gustasen. A la vez surge para llevar un poco la contraria al debate digital, que nos aburre bastante, elaborando un objeto impreso, que dé gusto tener entre las manos.
¿Qué fue lo más complicado de lanzar el primer número?
Lo más difícil del primer número estuvo relacionado con el tema del diseño y de tener que hacerlo todo por primera vez, con sus errores y aprendizajes. Lo hicimos todo nosotros y probamos mil y una formas antes de quedarnos con el diseño definitivo. De hecho, el primer número es como un hijo feo al que le tenemos mucho cariño porque la letra era más pequeña (¡si cabe!), el gramaje del papel más alto (queríamos que tuviera mucho cuerpo y salió duro y cartulinoso) y tiene 8 páginas menos (más tarde descubrimos en la imprenta que nos cabían más páginas por el mismo coste) lo que nos sirvió de test y rectificación de cara a los siguientes números.
¿A qué recurrís para seleccionar el tema del siguiente número?, cada cual más extraño que el anterior
Tenemos un montón de temas en la chistera, siempre bajo la premisa de que sean “inquietantes”. En conversaciones con amigos, en internet o en cualquier libro puede salir algún tema extraño que nos ilumine. Así que vamos apuntando conceptos que nos parecen interesantes y cuando toca el momento de elegir, nos sentamos a la mesa, hacemos listas y debatimos los pros y contras de cada uno.
A veces lo tenemos clarísimo, como es el caso del segundo número, sobre la bibliofagia, y a veces no tanto, como en el último, sobre el aeróbic, con el que discutimos muchísimo. Sea como sea, al final acabamos descubriendo que todos los temas tienen trasfondos insospechados… lo que hace pensar que absolutamente todo puede ser inquietante.
¿Y la selección de participantes (escritores, ilustradores…)?
Siempre intentamos mezclar la experiencia y la calidad de artistas conocidos con creadores emergentes que necesitan espacios dónde mostrar su estilo y trabajo, de modo que unos nos sirven de altavoz de otros. Entonces, por un lado, lanzamos propuestas a gente que nos interesa y que creemos que encajarían perfectamente con el tema; y por el otro, recibimos a menudo muchas propuestas de colaboración que, poco a poco y si encajan con la línea del fanzine, intentamos ir incluyendo en cada número.
¿A qué tipo de público queréis llegar?
Todo lo que publicamos lo hacemos porque nos gusta a nosotros y son cosas que nos interesaría encontrar en algún lado. Desde artistas que descubrimos y que pensamos que la gente tiene que conocer hasta ensayos sobre temas que nos divierten o nos parecen muy curiosos. Pensamos que, por lo tanto, el público que puede leer Clift, puede llegar a ser muy variado e incluso puede cambiar de un número a otro, así como el público de DeHavilland puede variar de una colección a otra.
Sois unos supervivientes del mundo «fanzine» literario, pocos sobrepasan el par de números ¿por qué existe tal abandono en este tipo de proyectos?
Llevar una publicación periódica es algo exigente. Podíamos imaginar la cantidad de trabajo que iba a suponer, pero en realidad es mucho más de lo esperado. Implica un sacrificio bastante grande que, sin nuestra obsesión con tener listo un número por trimestre nos sería imposible llevar a cabo.
Por fortuna, toda esta entrega da unas alegrías enormes cuando un autor que nos alucina acepta colaborar con nosotros; cuando recibimos las colaboraciones y vamos viendo cómo quedará el resultado final o en el simple hecho de ir a la imprenta y ver cómo queda la tinta sobre papel… por no nombrar lo genial que es montar fiestas para presentar cada número y recibir buenos comentarios.
En un futuro, como Dehavilland Ediciones, ¿tenéis intención u os gustaría ampliar vuestra producción más allá de Clift y Heredera?
Sí, de hecho ya tenemos varios planes en marcha, más allá de continuar con Clift y Heredera. El más cercano es una colección de cómics que estrenaremos con un volumen de Molg H. (Woomiloo moowiloo) y del que tenemos muchas ganas de contar más, pero tendremos que esperar. Por otro lado, estamos trabajando también para poder sacar un coleccionable dedicado al arte outsider, así como pensando en crear alguna colección de contenidos digitales… Muchos campos de acción y mucho tiempo a invertir, pero también muchas ganas, así que tarde o temprano los iremos sacando a la luz.