Café (y) solo

Regreso al pasado

Una figura se materializa a los pies de mi cama. No es alto ni fuerte, pero nadie puede dudar de su atractivo. Su sudadera, barba y gafas me resultan familiares.

Regreso al pasado

—Hola, soy tú dentro de tres minutos en el futuro.
Dice el extraño a la vez que se sienta a los pies de la cama mientras se enciende un piti.
—Pues bienvenido.
—Te preguntarás qué hago aquí.
—La verdad es que sí. ¿He muerto o algo?
—No, no, tranquilo. Simplemente tus ralladas mentales han acumulado una energía descomunal que te ha transportado tres minutos al pasado.

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—Ya, entiendo. —La verdad es que no entendía una mierda, pero nunca me ha gustado parecer tonto, y menos frente a mí mismo.— Normalmente cuándo uno viaja en el tiempo para visitarse a si mismo es para darse un mensaje vital. ¿Puede ser esto?
—No sé, joder. Sé lo mismo que tú. Pero ya que estamos… —se rasca la barba pensativo.— Mejor deja de rallarte, es un consejo, esto de viajar al pasado es un coñazo.

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—Ya me gustaría, pero sabes cómo está la situación.
—Sí, tienes razón, mucho lanzar curriculums y moverte y al final no te llaman de ningún sitio. Te sientes impotente.
—Y si solo fuera eso aún, pero el tema Barcelonauta* también está chungo.
—Lo sé, lo sé, es un poco lo mismo. Impotencia. Solo puedes esperar, y que sea lo que Cthulhu quiera. No te ralles mucho, tampoco conseguirás nada con ello.
—A lo que refiere a sentirse solo y desamparado, ¿cambiaré de opinión en el futuro próximo?
—O sea, dentro de unos pocos minutos. Pues no, hijo, no. Estarás igual o peor.

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—Esto de viajar en el tiempo debe ser una mierda.
—No, si debe molar, pero viajar unos minutos adelante y atrás es bastante tonto. Además, ya debo estar a punto de volver. Al anterior le ha pasado lo mismo.
—Ok. Pero antes de irte cúrrate alguna frase molona. Que me lleve un buen recuerdo de mi mismo.
—Mmmm… Vale, mira, así rápido: la vida está compuesta de dos ingredientes, la ilusión y la impotencia.
—No está mal, pero no creo que me sir…

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Una sensación extraña me embarga. Mi cuerpo se desintegra en mil pedacitos. Vuelvo en mí de pie, delante una cama dónde se encuentra tumbada una figura. No es alto ni fuerte, pero nadie puede dudar de su atractivo. Su sudadera, barba y gafas me resultan familiares.

* No sabes a qué se refiere, ¿verdad? Tranquilo/a, no se ha explicado. Tienes vía libre para montarte tu propia película.

© Ilustración: Sergio Bareas