El aire acondicionado me azotaba la nuca. Qué bastardo. Ahora me duele el maldito cuello por su culpa. Las bacterias del aire antrax se querían adherir a mi tersa piel, pero las toxinas al comer teriyaki chicken bowl meditado por Annette me salvaron la vida. En verdad todo empezó con el huevo de dinosaurio que ella llevaba en su mochila. Estábamos en el decadente Hollywood y nos paramos a comer arroz, cuando su mochila empezó a moverse. En ese preciso instante, los seres anoréxico festivos atravesaron las cristaleras y derrumbaron con sus puñitos la mitad del bloque. Venían a por mí. En verdad eran el mismo ser clonado varias veces. Qué horror. En un abrir y cerrar de ojos ya me tenían secuestrada. Annette se había sobado y no se enteraba de nada. Me tenían maniatada y amordazada. Qué movida. Querían que dejase de ser yo misma, sólo porque no les gusta que la gente sea libre, no lo entienden. Qué desgraciados, y yo ahí sin poder hacer nada, pero menos mal que la mochila de Annette se empezó a mover más y más. Wow. Un ticket de la compra del Vallarta asomó por la cremallera abierta y seguidamente una cabeza de dinosaurio bebé. Vaya, no me lo esperaba. El dinosaurio era tan violento como mono. Vino disparado hacia mí y a mordiscos me liberó de las mordazas. Era libre otra vez y no tuve que hacer nada más, ya que el dinosaurio bebé se encargó de matar a los putos seres anoréxico festivos. Fin de la historia. Se ve que todo esto vino a cuento de la responsabilidad de la alienación de los planetas con las estrellas, de la cual tengo parte de culpa, y claro, siempre hay alguien que quiere venir a por mí.
Como esta he vivido otras experiencias para proteger el Universo. Siempre acabo ganando, así que no os preocupéis. Se me cierran los ojos y visualizo las situaciones. Desde Mulholland Drive se ve gran parte de Los Angeles, y es muy bonito. Te imaginas como debería ser todo antes. No tan antes del antes, pero sí en el momento que estaba petado de granjas y naturaleza. Los niños cowboys se decían el uno al otro yo soy más duro que tú, más maduro que tú. Uhh. Aquí hay conflictos. Estos niños se volvieron mayores pero les seguía gustando tirarse por los toboganes. Uno era el más adulto, y otro el que menos, pero se discutían porque el que más niñato era, le daba vergüenza demostrar que seguía jugando con las piedras del desierto, y es que lo que este pobre chaval no sabía, es que aunque se vuelva uno adulto, lo más sensato es seguir conservando la parte infantil en nuestro corazón.
Volviendo al presente, es bastante triste que tanta gente sea tan materialista, y suena a cliché, pero esto les invade el alma y les cubre las emociones, haciendo que las escondan y que incluso sientan rechazo hacia las puras expresiones de sentimientos. No me gusta juzgar ni tampoco generalizar, pero la verdad es que por donde estoy, esto pasa mucho. Por supuesto que hay bellísimas personas que utilizan su sensibilidad e inteligencia para ser uno mismo y relacionarse con empatía con los demás, pero, siempre hay un pero. Es impactante que la humanidad se esté robotizando y volviendo cada vez más estúpida. Da igual los méritos de una persona, si sus acciones no son auténticas y desinteresadas, el mérito queda totalmente anulado por la naturaleza. Mucha gente se olvida de que vivimos en el Planeta Tierra y que somos humanos y debemos cuidar de él. Tantas veces que los razonamientos tan básicos son pasados por alto y camuflados por una pretensión competitiva, que es ridículo. Igualmente el más veraz y puro siempre es el que llega a la auténtica cima, sea cual sea, y esté donde esté, porque la energía positiva está ligada a esta acción reacción, así que los monstruos siempre acaban en las mazmorras, y si logran escaparse, suficiente tienen con ni poder mirarse al espejo de su propio horror.
Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Don’t panic asshole
Vámonos que el dirigible se va
Duérmete ya