El aumento de las protestas contra el racismo y la violencia policial, así como la proximidad de las elecciones a la presidencia en Estados Unidos, hacen que este sea el momento ideal para el estreno de Antebellum (Gerard Bush, Christopher Renz, 2020), película de terror en la que el pasado esclavista americano es el protagonista.
Veronica Hensley (Janelle Monáe), famosa autora y activista, se ve atrapada en un campo de esclavos del siglo XIX. Empeñada en escapar como sea, deberá poner a prueba su fuerza y determinación si quiere sobrevivir. Este es el argumento de la película escrita y dirigida por Gerard Bush y Christopher Renz, en el que no se esconde la intención de los cineastas de hacer una película de terror social, siguiendo el ejemplo de Déjame salir (Get Out, Jordan Peele, 2017). Por supuesto, el terror con conciencia social no lo inventó Déjame salir, ha estado siempre presente en el género, y tampoco el uso del género como alegoría al racismo y la vida de los afroamericanos en América, siendo descendiente de títulos como Ganja y Hess (Ganja & Hess, Bill Gunn, 1973). Pero la influencia de Déjame salir se nota en Antebellum en su puesta en escena y estilo narrativo.
La película es sutil como un puñetazo en la cara. Desde el inicio, con una cita de William Faulkner, deja clara sus intenciones, utilizando personajes prácticamente arquetípicos, desde la activista que se ve puesta a prueba hasta el sádico amo del campo. En otros tiempos esto habría sido un inconveniente, un punto negativo, y tal vez en el futuro lo sea, pero actualmente vivimos en tiempos en los que la sutileza parece que no tiene sitio. Gracias a las redes sociales todo el mundo grita para hacerse oír. De modo que Antebellum encaja perfectamente en el presente y, sobre todo, en la actual América de Trump. Esto tampoco significa, por desgracia, que solo sea relevante para el público americano o solo para el público negro. Si sustituimos los esclavistas sureños por nostálgicos de la dictadura franquista como los que hay en Vox, parte del mensaje del film encaja con nuestra realidad, salvando las distancias.
Como he mencionado, los personajes son arquetípicos y bastante tópicos. Por suerte, estos personajes están interpretados por un gran reparto que les otorga peso y realismo. Janelle Monáe está brillante, en particular transmitiendo el trauma emocional que vive su personaje. Jena Malone tiene un pequeño pero jugoso papel como malvada esclavista que pone los pelos de punta y Jack Huston también destaca como el sádico capitán Jasper.
Este cruce entre un episodio de La dimensión desconocida y una película de M. Night Shyamalan no sentará bien a aquellos que les parezca que predica más que cuenta debido a la directa manera en que presenta su mensaje, pero contiene momentos de terror y suspense como se le pide a un título del género, sin faltar momentos de visceral placer.
