Nueva adaptación de la clásica novela de Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, 2017) nos llega de la mano de Kenneth Branagh, que además de dirigir también está al frente de un gran reparto en el que destacan Daisy Ridley, Leslie Odom Jr., Johnny Depp, Judi Dench, Derek Jacobi y Penélope Cruz.
Hoy día, con la llegada de CSI y sus respectivos spin-offs, el público está más familiarizado con la investigación criminal científica, llena de análisis de ADN y estudios de trayectoria. De modo que resulta casi refrescante un regreso a la investigación más clásica (desde el punto de vista de la ficción), en el que un detective se encuentra con un asesinato y una serie de sospechosos. Un detective al que el espectador acompaña jugando a averiguar quién es el asesino antes de que llegue la reunión de los sospechosos y se aclare el crimen. En este caso, Hercule Poirot (Brannagh) debe resolver un inquietante asesinato producido cuando el Orient Express se encuentra parado por culpa de una tormenta de nieve.
Esta formula detectivesca había quedado algo anticuada con el tiempo debido a su rigidez. Ya en los tiempos de la propia Agatha Christie, la fórmula estaba ya muy marcada, pero la autora encontró maneras de darle un nuevo giro, son ejemplo de ello tanto la novela en que se basa esta película como Los diez negritos, también adaptada muchas veces al cine y a la televisión, que fue la semilla del giallo y del slasher. El film de Brannagh sigue la fórmula clásica, pero la ejecuta de manera que acaba resultando un film tremendamente entretenido aunque ya se esté familiarizado con la novela y se sepa cómo acaba.
El film de Brannagh, sin olvidar el guion de Michael Green, hace algunos añadidos propios del siglo XXI, he de añadir. La adaptación de esta novela más recordada, hasta ahora, posiblemente sea la realizada en 1974 por Sydney Lumet, que reunió un prestigioso reparto, con grandes como Albert Finney, Anthony Perkins, Ingrid Bergman y Jacqueline Bisset por nombrar unos pocos. La adaptación de Brannagh sigue el modelo del film de Lumet: producción prestigiosa, reparto de gran calidad (nos recuerda que Johnny Depp también puede ser un buen actor cuando quiere). Pero añade detalles actuales algo innecesarios, como crear un arco para el Hercule Poirot al que da vida de forma genial Brannagh. El detective en este tipo de misterios no necesita arcos, su única función es devolver el orden y deshacer el caos. Poirot no necesita arcos ni evolucionar, quienes cumplen esta función son los personajes afectados por el crimen, los sospechosos a los que va interrogando. Poirot es como el Capitán América: resulta interesante no porque atraviese un arco sino por el efecto que tiene en aquellos que le rodean. Pero Poirot es el protagonista y una regla de los guiones actuales es que el protagonista debe tener un arco. Regla que si se aplica sin motivo pierde su utilidad y puede acabar perjudicando al conjunto, ya que hace que el film se haga predecible.
Por supuesto, esto tal vez se deba también a mi familiaridad con los recursos narrativos y estructurales del lenguaje cinematográfico. Por ello, la presentación que se hace del protagonista ya me hacía intuir la transformación que experimentaría sin necesidad.
Otro añadido actual que llama la atención, además de reflexiones sobre el racismo, es la alusión o guiños a otras aventuras de Poirot. Destaca la alusión a Muerte en el Nilo, que casi parece el anuncio de una secuela.
Pero vista en conjunto, Asesinato en el Orient Express resulta una entretenida vuelta a un estilo clásico de presentar un misterio para estimular las células grises. Una película de impecable factura que, por todo su clasicismo, resulta un cambio refrescante ante la aséptica y fría investigación forense.
Estreno en las salas españolas el 24 de noviembre
