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El Hobbit: La desolación de Smaug

Tras una tediosa, hinchada y aburrida primera parte, Peter Jackson recupera el pulso con El Hobbit: La desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug, 2013), un film mucho más redondo y logrado. Eso no quiere decir que se mantenga fiel a la obra de J. R. R. Tolkien, para nada. Esta trilogía de películas funciona como una precuela de la trilogía “anillera” de Jackson, no como una adaptación de la novela de Tolkien.

El Hobbit: La desolación de Smaug

Pero mientras los fans de Tolkien tienen motivos para estar enfadados, el resto podemos disfrutar de una película de aventuras muy entretenida y con toques de humor, ambas cosas ausentes en el anterior film. La parte negativa de esto es tener que esperar al estreno del tercer episodio para ver el final de la historia.

La desolación de Smaug, tras un breve prólogo, continúa a partir del momento en que terminó El Hobbit: Un viaje inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey, Peter Jackson, 2012). Los enanos encabezados por Thorin (Richard Armitage), acompañados de Gandalf (Ian McKellen) y el hobbit Bilbo Bolsón (Martin Freeman) siguen su viaje hacia la Montaña Solitaria.

Fotograma de El Hobbit: La desolación de Smaug

Un viaje lleno de acción y secuencias muy logradas como el enfrentamiento en un oscuro bosque con un grupo de arañas gigantes o una trepidante huída por un río donde el grupo se enfrenta a los orcos que los persiguen desde la anterior película. Tras las nada interesantes secuencias de acción de Un viaje inesperado, uno se preguntaba si Jackson habría perdido la habilidad para rodar acción de forma que resultara en escenas trepidantes, pero queda claro tras ver esta película que el director neozelandés no la ha perdido. Esto se traduce no solo en un film más ligero y digerible que el anterior tostón, también significa que al llegar al final del film el espectador no se siente cansado ni aburrido. Esta segunda entrega de la trilogía logra también que uno se sienta con ganas de ver el año que viene la conclusión de este largo viaje.

Este film es lo que esta trilogía tendría que haber sido desde un principio: una fantástica película de aventuras que consigue trasladarte a un increíble mundo de fantasía. Este “traslado” se ve ayudado por un gran reparto que ofrece sólidas interpretaciones, que te ayudan a creer y hacer real lo que estás viendo. Mención especial en este sentido merece Benedict Cumberbatch, cuya voz contribuye a dar vida al dragón Smaug.

Otro fotograma de El Hobbit: La desolación de Smaug

Si os pasó como a mí y no os gustó demasiado la primera película, que eso no haga que paséis de este film de aventuras, en el que Jackson corrige los fallos del anterior film y de nuevo nos ofrece una buena dosis de escapismo de calidad.

Estreno en las salas españolas el 13 de diciembre.

© Imágenes: Warner Bros