El escritor (La playa) y guionista (28 días después, Never let me go, Dredd) Alex Garland dirige su primera película: Ex Machina. En su opera prima el director británico cuenta una «típica» historia de en búsqueda del androide/ginoide perfecto con inteligencia artificial pero ofreciéndolo en una situación más que realista (y cercana) y con un par de vueltas de guión.
Caleb (Domhall Gleeson) es un joven programador que gana un concurso para convivir con Nathan (Oscar Issac), el creador de una de las empresa más importante de Internet en el mundo. Una experiencia que le llevará a descubrir que el multimillonario vive en la más alejada soledad, en un valle a kilómetros de la sociedad. Allí Nathan desarrolla la tecnología del futuro y utilizará al joven Caleb para saber cómo se comporta al convivir también con la mejor versión de la inteligencia artificial existente del momento y con aspecto de mujer (Alicia Vikander).
Son pocos personajes pero la tensión es máxima, nos ponemos en la situación del joven programador sorprendido con todas las medidas de seguridad y descubriendo que puede que todo no sea tan apacible como se aparenta. El multimillonario le propone ser partícipe del test de Turing, prueba similar a la que empleaba Rick Deckard (Harrison Ford) al comienzo de Blade Runner; la prueba consiste en demostrar si un robot es inteligente o no en base a que un humano sea capaz de detectarlo, pero todo se desmorona al presentarle a Ava (que a pesar de tener forma humana) cuenta de forma visible con cableado y piezas mecánicas a la vista, lo que desmoronaría el test por completo.
Si Ex Machina es diferente, es porque desde un primer momento la película juega al despiste tanto con su protagonista como con el espectador. Pocas veces veremos una película tan inteligentemente construida que nos rete a descubrir el pastel antes de tiempo y no lo logremos. Piensas ir un paso por delante del director cuando todo se te desmonta a los pocos minutos.
Es un intenso enfrentamiento psicológico que se debate entre los tres personajes más allá de la pura convivencia, se entremezclan cuestiones emocionales, sexuales e incluso románticas. Una lucha en la que nos preguntamos internamente en qué bando ponernos y quién actúa de forma positiva o negativa.
Estreno en las salas españolas el 27 de febrero.
