La regla general es que los biopics están inspirados por personas que tuvieron un gran papel en la historia o fueron sobresalientes en algún campo. En cierto modo, sí que se podría decir que Florence Foster Jenkins fue sobresaliente en su campo, solo que no de la manera que normalmente las personas aspiran a serlo. Así, la película Florence Foster Jenkins (Stephen Frears, 2016) nos cuenta como su protagonista pasó a la posteridad como la peor cantante del mundo.
El verano del 2003, como estudioso y aficionado, recorrí con gran placer la exposición Cultura basura. Una espeleología del gusto que organizó el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona). Allí contaba con su propio espacio Florence Foster Jenkins, en el que el visitante podía disfrutar escuchando sus peculiares habilidades vocales. Era una muestra más de cómo, desde mediados y finales de los 90, igual que sucedió con el genial director Ed Wood, la figura de Foster Jenkins se había ido popularizando con obras de teatro, musicales y biografías. Todas ellas coinciden en hacer un retrato muy benévolo de la cantante, al igual que hace Stephen Frears en su película.
Para ello, se toma ciertas licencias habituales en este género. El espectador hará bien en recordar que esto es cine, ficción, no un documental.
Interpretada por Meryl Streep, se nos presenta a Florence Foster Jenkins como una apasionada de la música inconsciente de su falta de talento gracias al esfuerzo de todos aquellos que la rodean para mantenerla en su mundo de fantasía. En especial sus dos principales aliados: su marido St. Clair Bayfield (Hugh Grant), y su acompañante al piano Cosme McMoon (Simon Helberg). Estos esfuerzos proporcionan la mayor parte de los momentos cómicos del film, haciendo que en ocasiones parezca una clásica comedia de enredo. En particular destacan los esfuerzos de Bayfield por evitar que entren críticos profesionales en alguna de las interpretaciones de su esposa y no destrocen la fantasía en la que vive Florence (en la vida real, era la propia Florence la que se encargaba de mantener a los críticos fuera de sus espectáculos).
El film se esfuerza en utilizar la historia de Foster Jenkins para construir un mensaje inspirador, defender la tesis de que la pasión y el amor por un arte pueden ser, en ocasiones, más importantes que el talento que se tenga para aplicar ese arte. Amor, pasión y mucho dinero, ya que el film muestra como Florence logra crear su mundo de fantasía gracias al hecho de ser millonaria, lo que le permite tener a un gran grupo de personas alrededor trabajando por su felicidad, empezando por su consorte.
Florence Foster Jenkins funciona bastante bien como mezcla de comedia y drama. Por ejemplo, el primer momento en que oímos y vemos en acción las terribles cuerdas vocales de Jenkins es muy divertido, gracias no solo a las habilidades de Streep, también a las reacciones que muestra Helberg cuando escucha por primera vez a Jenkins. Grant también hace un gran trabajo como el decadente marido de Florence, haciendo que los momentos dramáticos tengan igual peso que los cómicos.
Stephen Frears logra, en definitiva, crear una comedia de aire clásico que ayudará a muchos a descubrir una cantante que, al fin y al cabo, logró tener su sitio en la historia de la música.
Estreno en las salas españolas el 23 de septiembre