Will Smith protagoniza, en una doble ración de él, Géminis (Gemini Man, 2019) la nueva película de Ang Lee.
El argumento que permite esta pirueta visual es el siguiente: Will Smith interpreta a Henry Brogan, un experto asesino que trabaja para la CIA. Cuando decide retirarse, sus jefes creen que ha tenido acceso a algunos secretos que han de permanecer secretos, así que deciden eliminarlo. ¿Cómo eliminar al mejor asesino profesional? Enviando un clon joven de él. Así, Henry se ve obligado a huir de una versión mejorada y más joven de sí mismo. Henry contará con la ayuda de la agente Danny Zakarweski, interpretada por Mary Elizabeth Winstead, y su antiguo compañero de batalla Barón, al que da vida Benedict Wong.
La ilusión de enfrentar a Will Smith con su yo más joven está lograda de forma muy creíble. La tecnología de rejuvenecimiento de actores se inició de manera irregular, como suele suceder con todo nuevo avance, ofreciendo personajes que eran claramente animaciones digitales. Ahora, se nos ofrece un Will Smith joven que no te saca de la película, que es posible aceptar como otro actor más en la acción. Géminis, además, está rodada con el sistema Magi desarrollado por Douglas Trumbull. Este sistema permite rodar a 120fps (fotogramas por segundo), para eliminar de esta manera los problemas que trae consigo la proyección de 3D. Normalmente las películas se proyectan a 24fps, pero la llegada del 4K (y más altas definiciones que han de llegar), acompañada de cámaras digitales cada vez más sofisticadas capaces de grabar en 15K, permite rodar con un número mayor de fotogramas. El problema es que, hasta ahora, rodar con un número mayor de fotogramas provocaba una pérdida de calidad de imagen, en el sentido de que todo parecía grabado en vídeo (es por eso que se aconseja desconectar los sistemas TruMotion y similares –cada marca tiene el suyo- en los televisores de alta definición y 4K para poder ver las películas con la mayor calidad posible sin que parezcan grabadas en vídeo).
Anteriormente, Ang Lee había experimentado con esta tecnología en Billy Lynn (Billy Lynn’s Long Halftime Walk, 2016) con resultados irregulares. Ahora, parece haber logrado todo un éxito con Géminis, creando una experiencia inmersiva y cinematográfica de gran calidad. En una nota personal, las películas en 3D tienden a darme dolor de cabeza pero no fue el caso en esta ocasión. Me pude olvidar de todo y centrarme en la película.
Por desgracia, toda esta palabrería técnica no va acompañada de un equivalente de palabrería dramática. El argumento de Géminis parece sacado de una película de los 90 al estilo Doble impacto (Double Impact, Sheldon Lettich, 1991); probablemente habría estado acompañada del slogan “el doble de Will Smith, el doble de acción” si se hubiera estrenado en 1997. Pero Géminis opta por tomarse su premisa muy en serio, ofreciendo algunas escenas de acción entretenidas pero poco más. Su desarrollo es bastante rutinario y predecible. Todo lo que tiene de innovador técnicamente, le falta de innovación narrativa. Incluso cuando intenta reflexionar sobre el hecho de que el protagonista, esencialmente, se enfrenta a sí mismo.
A pesar de su tecnología de siglo XXI, su historia es muy siglo XX. Puede resultar entretenida para el paladar poco exigente, pero no parece justificar el despliegue tecnológico utilizado para realizarla.
