Es uno de los debuts cinematográficos más esperados, Greta Gerwig se lanza a la dirección con guion propio en Lady Bird (2017), después de haber co-escrito películas tan fantásticas como Frances Ha (Noah Baumbach, 2012) o Mistress America (Noah Baumbach, 2015).
Ella que ha sabido captar las inseguridades e ilusiones de las últimas generaciones pre-millennials en la actualidad, se retrotrae hasta el año 2002 en que la protagonista (y directora) cumplían la mayoría de edad en su último año de instituto antes de marchar a la universidad.
Lady Bird es como quiere ser llamada Christine McPherson (Saoirse Ronan), construyendo así su propia identidad en una ciudad de la que quiere huir cuanto antes. Sacramento, California, se le queda pequeño, Lady Bird quiere ir a universidades de Los Angeles o Nueva York, en pleno post 11-S, pero su padre acaba de perder el trabajo y su madre (Laurie Metcalf) no quiere que abandone el hogar. Asistimos a la rebeldía de una adolescente que no ve más allá de su propio interés afectando así a la relación que tiene con su madre, amiga de la infancia y más.
Es una película correcta que parece no arriesgar lo más mínimo, más allá de dotarle de un ritmo «acelerado» a todas las cuestiones de la trama porque… ya te las sabes. Aunque cuenta con un par de gags divertidos, un par de referencias pop (Alanis Morissette o Jim Morrison) y, emocionalmente hablando, cumple con lo que se espera en una historia que relata la relación de una madre e hija que discuten, lejos queda esa maravillosa película que parecía ofrecer el hype de recibir tan buenas críticas y premios en Estados Unidos. Lady Bird no deja de seguir el patrón de películas de adolescentes rebeldes que creen que la vida está sucediendo en otra fiesta.
La buena acogida de Lady Bird (2017) puede ser una buena oportunidad para que Greta Gerwig pueda seguir dirigiendo y ojalá ofreciendo películas de las que ha formado parte hasta ahora y que han denotado un aire más indie y atrevidas. De mientras nos quedará esta producción con aires de cine clásico y remilgado.
Estreno en las salas españolas el 23 de febrero